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21 de noviembre 2024

23 de julio 2018

¡Que alguien me explique!

Transición resbalosa

Después de la elección presidencial la atención mediática ya no está en Los Pinos y se centra en la casona donde despacha el virtual presidente electo

Por Ramón Alberto Garza

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En la transición presidencial 2018 se transpira una esquizofrenia política muy preocupante.

Los que van a llegar en diciembre, aún sin constancia oficial de mayoría, exhiben una agenda como si ya estuvieran gobernando.

Y los que se van, cansados ya de estar bajo los reflectores, hacen como que todavía gobiernan, pero lo que en realidad transpiran es que ya les urge bajar el telón y entregar el teatro.

Ese impass político nacional es consecuencia del absurdo de tener una elección en julio y concretar la transmisión del poder cinco meses después.

Hoy la atención mediática ya no está en Los Pinos. Los reflectores se dirigen a la casona de la calle de Chihuahua, en la Colonia Roma, donde despacha el virtual presidente electo.

Lo malo de este cuento es que en esta burbuja de 150 días se pueden cometer serios dislates, tanto de un lado como del otro.

Como por ejemplo la propuesta de buena fe del equipo del presidente Enrique Peña Nieto para que Andrés Manuel López Obrador lo acompañe a la Alianza del Pacífico, a celebrarse hoy y mañana en Puerto Vallarta.

Un gesto que distingue pero que es imposible que se dé,   porque de facto el ganador de la elección presidencial todavía no recibe su constancia oficial de mayoría. Se estaría en falta legal ante los presidentes que asisten a esa cumbre.

De la misma forma en que desde el gabinete económico actual se difunde el contrato de un presunto préstamo de salida por 10 mil millones de dólares, que se sumará a la de por si ya creciente deuda que hereda la actual administración.

Esa deuda se elevó del 37 por ciento del PIB en que la dejó Calderón al 46 por ciento en que la tiene ahora el gobierno de Peña Nieto, cuatro meses antes de cierre,.

La mayor inquietud está en que en 2012 la deuda externa equivalía al 46 por ciento de los ingresos totales del gobierno. Pero con el deslizamiento del peso frente al dólar, para el 2017 esa cifra ya alcanzó el 78 por ciento de esos ingresos.

Si se considera que la deuda externa es hoy de 193 mil 981 millones de dólares, reportada al cierre del 2017, de concretarse el debatido préstamo de 10 mil millones de dólares subirá un 5 por ciento de un solo golpe.

Por supuesto que el hecho no cayó nada bien entre los lopezobradoristas, que sienten que esas decisiones de finales de sexenio son riesgosas. Como acuerdos tomados en las rodillas.

Eso sucedió al finalizar el sexenio salinista, con el debate del  20 de noviembre de 1994, cuando el secretario de Hacienda entrante, Jaime Serra Puche,  le exigía al saliente Pedro Aspe devaluar.

El resultado fue un mal manejo de aquella crisis que engendró el llamado Error de Diciembre, que colapsó por un sexenio la economía nacional.

Otro palomazo de fin de sexenio se dio en 2006, cuando el presidente saliente Felipe Calderón asumió en costo político de la compra del nuevo avión presidencial que ya no usaría él, sino su sucesor Enrique Peña Nieto. ¿A cambio de qué el favor?

Por eso advertimos que si la transición 2018 comenzó con un excelente sabor de boca tras unas elecciones presidenciales ejemplares y una actitud entre el presidente saliente y el entrante de mucha civilidad, sería lamentable que ese capital político se fuera por la borda.

Y todo por no guardar las formas, que como decía don Jesús Reyes Heroles, en política, son el fondo.

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