12 de octubre 2017
Política
TLCAN, ¿por qué salió mal?
Si las negociaciones del TLCAN fracasan, se deberá en gran medida a que México no utilizó sus herramientas de mayor influencia en la relación con Estados Unidos
Por Rodrigo Carbajal
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Estados Unidos no va a cambiar de parecer.
La administración de Donald Trump está convencida de que la cancelación del TLCAN representa una victoria política y una victoria económica
Las negociaciones podrían colapsar en cuestión de días o semanas.
La iniciativa privada mexicana ya habla de retirarse de la mesa de discusión porque las demandas que ha hecho Estados Unidos son inaceptables. Herminio Blanco, uno de los negociadores originales del tratado, asegura que el TLCAN tiene una probabilidad de supervivencia del 50 por ciento
México pagará un fuerte costo económico y el gobierno de Enrique Peña Nieto pagará el costo político
Por eso, vale la pena preguntarse qué salió mal
Después de todo, la invitación de Trump a Los Pinos y la supuesta relación de Luis Videgaray con Jared Kushner han servido de poco. En el mejor de los casos, las intervenciones del secretario de Relaciones Exteriores en Washington únicamente han postergado una decisión que fue tomada desde el primer día en que Trump llegó a la Casa Blanca.
TLCAN, ¿Por qué salió mal?
Probablemente, el mayor error de este gobierno ha sido enfocar el rediseño de la relación con Estados Unidos en el tema económico, que es dónde México más se ha beneficiado, y dónde tiene más qué perder
La administración de Peña Nieto ha omitido dos temas cruciales de la relación bilateral: el tema de seguridad y el tema migratorio
En ambos temas, Estados Unidos depende de la voluntad política del gobierno mexicano
En ambos temas, México se encuentra en una posición sumamente adversa que pudiera ser modificada
En ambos temas, México ha obedecido ciegamente los intereses de la administración estadounidense en turno
En pocas palabras, el gobierno de Enrique Peña Nieto dejó de utilizar sus herramientas más valiosas para influir en la negociación del TLCAN
Seguridad
Al menos desde el sexenio de Vicente Fox, la política de seguridad del Estado mexicano ha dependido de los intereses de Washington
La guerra contra las drogas no podría explicarse sin la injerencia de Estados Unidos ni de la estrategia de la DEA de descabezar organizaciones criminales
Entre el 2012 y el 2016, Estados Unidos ha invertido 965.8 millones de dólares en la Iniciativa Mérida, una política que se diseñó originalmente para gastar el 85 por ciento de ese dinero en el combate frontal al crimen organizado
La estrategia ha sido un desastre
Propició un escalamiento de la violencia en México que puede ser equiparado al de un conflicto militar. Tan sólo el año pasado el número de homicidios fue de casi 24 mil personas
Esta gráfica muestra el efecto que ha tenido la política de seguridad bilateral en el índice de homicidios por cada cien mil habitantes. Desde mediados de los noventa, la violencia en México se redujo consistentemente hasta llegar a un mínimo de 7.8 homicidios por cada cien mil habitantes en el 2007, el primer año de gobierno de Felipe Calderón. En el 2011, en el peor año de la guerra contra las drogas, el índice escaló a 22.6 homicidios por cada cien mil habitantes.
Sin importar si el presidente es demócrata o republicano, Estados Unidos ha presionado a México para mantener a las Fuerzas Armadas en las calles, desmantelando grandes organizaciones criminales, dejando su lugar a bandas más pequeñas, agresivas y dispersas
La magnitud de la violencia en México no ha tenido ningún efecto significativo en el consumo de drogas en Estados Unidos. Hoy más que nunca, nuestro vecino del norte enfrenta su peor crisis de muerte por sobredosis de heroína y de opiáceos (gráfica). Este problema de salud pública afecta en mayor medida a los hombres de raza blanca de clase media baja que viven en comunidades rurales o industriales. Es decir, la base electoral del presidente Donald Trump
Estados Unidos necesita la cooperación de México. De acuerdo a información de la DEA, casi el 50 por ciento de la heroína que se consume en Estados Unidos proviene de México.
Por eso resulta paradójico que Luis Videgaray no haya utilizado antes el argumento de la seguridad para asegurar al menos una negociación cordial del TLCAN, no una discusión que, en palabras de los empresarios mexicanos, está siendo saboteada por la administración de Donald Trump
Migración
La migración es otro asunto crucial para la administración de Donald Trump en la que México juega un papel fundamental.
Para empezar, hay que resaltar que hoy los flujos de migración hacia Estados Unidos provienen de América Central, no de México. Desde el 2007, son más los mexicanos que regresan a su país, de los que migran hacia Estados Unidos
A pesar de ello, el gobierno estadounidense insiste en que deportará a los 11 millones de inmigrantes ilegales, incluidos los Dreamers
De hecho, la administración de Trump está condicionando la supervivencia del programa que protege a los Dreamers, el DACA, a una estrategia de seguridad más agresiva en la frontera de México con América Central
Pero México ya realiza el trabajo sucio de Estados Unidos en la frontera sur. Human Rights Watch condena que la persecución de migrantes centroamericanos en México representa una crisis humanitaria en la que se violan los derechos de los migrantes de manera sistemática.
México ha actuado como la policía migratoria de Estados Unidos, no como un Estado que garantice la seguridad y el libre tránsito al que tienen derecho los migrantes. En el 2015, 35 mil niños migrantes fueron detenidos en México. La mitad de ellos viajó sin un acompañante y sólo el 0.3 por ciento obtuvo un estatus de refugiado.
Por razones humanitarias o pragmáticas, México puede convencer a Estados Unidos de que el aumento proyectado de 7.1 por ciento en el presupuesto del Departamento de Homeland Security no tendrá efecto alguno si el gobierno de Peña Nieto deja de hacer la tarea de contención que ha realizado en los últimos años
Sin embargo, por alguna razón, México se ha abstenido de llevar este tema a la mesa de negociación de la relación bilateral.
La discusión se ha concentrado en el tema económico. De hecho, el grupo de interés mexicano más influyente en el proceso de negociación ha sido el Consejo Coordinador Empresarial.
En marzo, Luis Videgaray dijo que el enfoque de la renegociación sería integral, es decir que incluiría los temas de seguridad y migración
Pasó todo lo contrario. Mientras se discutía el tema comercial, el status quo en el tema de seguridad y migración se mantuvo intocable. Las visitas a México del secretario de Estado, Rex Tillerson; de John Kelly, ex secretario de Seguridad Nacional y de James Mattis, el secretario de la Defensa sugieren que la relación bilateral era “business as usual”.
Ahora que el TLCAN está al borde del colapso, Videgaray vuelve a mencionar que las consecuencias de una ruptura bilateral van más allá del tema comercial. Lo hizo después de siete meses de silencio.
Tal vez sea demasiado tarde para darse cuenta que México tiene mucho que ganar si se realiza una verdadera negociación integral