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30 de octubre 2020

Opinión

Tic, Toc… Tic, Toc…

Por más que el presidente intente convencernos de que se tiene una excelente relación con el gobierno de los Estados Unidos, los hechos dicen otra cosa.

Por Ramón Alberto Garza

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Por más que el presidente Andrés Manuel López Obrador intente convencernos de que se tiene una excelente relación con el gobierno de los Estados Unidos, los hechos dicen otra cosa.

Y al que lo dude que revise las últimas declaraciones de Christopher Landau sobre la detención del general Salvador Cienfuegos en territorio norteamericano.

El Embajador de los Estados Unidos en México dijo en un seminario en línea -con el Baker Institute de la Universidad de Rice- que desde agosto del 2019 él conocía de la acusación contra el ex Secretario de la Defensa, que incluía presunta protección al narcotráfico y lavado de dinero.

Landau fue informado de esa acusación desde su primer día como diplomático en nuestro país y solo alcanzó a decir: “Díos mío, esto es una enorme bomba de tiempo que está haciendo tic-toc”.

El embajador norteamericano fue muy transparente al decir por qué se reservó esa información.

“No podía ni siquiera discutirlo con mi agregado militar y en la Embajada porque era información de un Gran Jurado”

Pero sin duda la declaración más seria de Christopher Landau fue cuando dijo: “Es muy difícil que los mexicanos confíen en nosotros cuando no saben lo que está sucediendo, con qué información contamos”.

Y para dejar en claro que las cosas no son como las pintan, el embajador de los Estados Unidos en México remató: “Y es muy difícil para nosotros, si no sabemos en qué grado podemos compartir esta información con nuestros colegas mexicanos”.

Landau no habla por hablar, como tampoco lo hace solo desde su posición de diplomático y amigo cercano al presidente Donald Trump.

El diplomático nacido en Madrid y educado en Paraguay en los días en que su padre George Landau fue embajador en Paraguay, Chile y Venezuela, es un egresado de Harvard. Su tesis premiada fue sobre las delicadas relaciones de Estados Unidos con el gobierno izquierdista de Venezuela en los años 40s.

Doctor en Derecho de Harvard, el embajador Landau sirvió con jueces tan prestigiados como Clarence Thomas y Antonin Scalia en la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos.

Y en su práctica legal privada, es asociado –en estos momentos en receso por su servicio diplomático- del despacho Quinn Emanuel, Urquhart & Sullivan, una corporación de abogados que por su enorme prestigio tiene casos difíciles, públicos y privados, de todo el mundo, sin faltar los mexicanos.

Entre otros, le ha llevado litigios a Televisa, Walmart, a implicados del caso Oceanografía, al Grupo Ángeles y a la familia Gil White en el asunto de Oro Negro. Son el despacho de cabecera del FIFAGATE, llevaron una parte de la defensa de Odebrecht y han representado los intereses de Blackrock.

Sus dos casos de personajes públicos mexicanos más relevantes hoy son los de Genaro García Luna y el del general Salvador Cienfuegos. Ni más ni menos. Uno del sexenio de Felipe Calderón y el otro del sexenio de Enrique Peña Nieto.

Así que cuando el diplomático norteamericano dice sin reparos que no sabe a qué grado pueden compartir información delicada con las autoridades mexicanas, lo que deja ver es que existe desconfianza. Un año y dos meses se reservó –y con toda razón- lo que ya sabía del general Cienfuegos.

Las declaraciones del embajador Landau están fincadas no solo en su talento como reconocido litigante, sin también en sus amplias relaciones con el establishment político que domina hoy la Casa Blanca, el Congreso y la Suprema Corte de los Estados Unidos.

No es pues ni casual ni accidentada su postura ante los estudiantes de Rice.

Y en el contexto de un presidente López Obrador que presume una y otra vez en sus mañaneras la excelente relación con la administración Trump, lo dicho por el embajador Landau impone una interrogante.

Ya veremos lo que sucede después de las elecciones del 3 de noviembre si Trump logra reelegirse o si Biden le arrebata la Oficina Oval al controvertido mandatario republicano.

No duden que en cualquier circunstancia la aparente paz en las relaciones que hoy se presumen en Palacio Nacional, darán un giro radical. El embajador Landau ya dejó en claro que confianza, confianza, lo que se dice confianza… no la hay.

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