25 de julio 2024
¡Que alguien me explique!
Tesla soñaste
Será interesante ver lo qué dirá Samuel García, el gobernador que se autonombró 24/7, al regreso de sus vacaciones por el Mediterráneo -cuando apenas se tomó otras en Nueva York- tras la cancelación de la megafactoría de Tesla
Por Ramón Alberto Garza
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En la vida, siempre es bueno soñar… y hacerlo en grande, sólo así se alcanzan metas que a simple vista lucen inalcanzables. Pero cuidado con soñar en falso, sin un piso o un techo dónde sostener ese sueño, porque aquello puede acabar como tu peor pesadilla.
Y eso es lo que le está sucediendo al gobernador emecista de Nuevo León, a quien ahora se le suma otro fracaso con la cancelación de la megafactoría de Tesla.
Político soberbio, puberto, corrupto y manipulador, Samuel García salió a la búsqueda del sueño de atraer a Monterrey la construcción de la próxima megafactoría de Tesla, la más exitosa armadora de autos eléctricos en el mundo. Y fue a Austin a seducir Elon Musk. Muy loable.
Quién sabe qué rincón del cielo y las estrellas le prometió al magnate -nunca lo sabremos- pero el visionario dueño de Tesla salió eufórico a anunciar, en abril de 2023 -durante su Tesla Investors Day-, que su nueva armadora se ubicaría en la metrópoli regia, a solo 5 horas de Austin.
Con una simple foto de Samuel García abrazando a Elon Musk, pero sin mediar acuerdo firmado, el gobernador lanzó “las campanas al vuelo”, augurando que Nuevo León sería el nuevo Detroit mundial de los autos eléctricos. Y como muestra, le compró un Tesla a su influencer esposa, Mariana Rodríguez, y luego él salió a promover una Cybertruck “chueca”, con placas de Texas en territorio mexicano, que nunca dijo quién se la dio.
Vino el apoyo del gobierno de Nuevo León para que la corporación de Musk consiguiera los terrenos en condiciones muy benéficas y con inconfesables apoyos fiscales. Algo muy natural para atraer una fuente de empleos y de futura renta fiscal, no sólo para el estado, sino para México.
La popularidad del gobernador “Fosfo Fosfo” se alzó por encima de la estratósfera, hasta donde sólo llegan las naves de Space X -también de Musk- y que se lanzan desde la Isla del Padre, en Texas.
Acelerado como es y creyendo que todo lo podía, sin mediar autorizaciones oficiales, sin contratos ni papeleos, Samuel García abrió una línea de inversión pública por dos mil 627 millones de pesos del erario, para dotar de infraestructura los terrenos privados de Tesla. Algo así como el costo de un tramo del Tren Maya. Sólo para “ponerle el moño” al terreno.
En la conmemoración de los 200 años de Nuevo León, en el marco de Pymes Competitivas, su secretario de Economía, Iván Rivas, anunció que el gobierno estatal estaba enfocado en ponerle la mesa a la megafactoría. “Lo que puedo decir es que nosotros estamos trabajando en todo lo que tiene que ver con la infraestructura alrededor de la planta: las entradas, salidas, la ampliación de carriles hacia la carretera a Saltillo, estamos poniendo todo para cuando ellos decidan instalarte”. Confesión de hacer lo que no te han pedido, al decir “cuando ellos decidan instalarse”.
¿Quién se decidió a hacer una enorme inversión de miles de millones en un Nuevo León sobreendeudado, con la más absoluta falta de transparencia, sin tener la certeza firmada de que ahí se haría la inversión de Tesla?
Por un acuerdo similar, en el 2014, pero descubierto hasta el 2015 cuando dejó la gubernatura, Rodrigo Medina fue a parar a la cárcel. Había hecho oscuros “acuerdos” con la armadora Kia, como los que ahora hace Samuel García con Tesla.
Con la diferencia de que el también ambicioso papá de aquel infausto gobernador -Humberto Medina Ainslie- dirigió el negocio ya con los contratos firmados. Cuando el nuevo gobernador Jaime “El Bronco” Rodríguez transparentó los contratos, se vio el manoseo y se hicieron los ajustes para no entregar lo que no sólo era un abuso, sino un imposible. Por fortuna, y hechos los ajustes, Kia es una realidad pujante para Nuevo León, camino a una enorme expansión. Se planchó lo arrugado.
Pero hoy, en el caso Tesla, tan olieron mal las cosas que en las últimas semanas el gobierno de Nuevo León desembolsó 1.2 millones de pesos más para contratar a la firma Holland & Knight México para que los asesoraran en “el convenio de incentivos que le propondrían a Tesla”. O sea, primero compraron la carreta y ahora no hay caballos.
Elon Musk ya dijo que la megafactoría de Nuevo León se suspende, al menos hasta que pase la elección norteamericana en noviembre y se vea claro qué clase de aranceles les impondrá Trump a las importaciones de autos. Aunque ese es, claro, un pretexto político, pues se supone que ni Tesla ni Nuevo León son “Made in China” y sus productos van incluidos dentro del T-MEC. No los pueden afectar.
Será interesante ver lo qué dirá Samuel García, el gobernador que se autonombró 24/7, al regreso de sus vacaciones por el Mediterráneo, cuando apenas se tomó otras en Nueva York.
Pero, sobre todo, cómo justificar lo que ya se invirtió en un proyecto no firmado, sin contratos, mientras los ciudadanos de Nuevo León sufren por la falta de recursos para reparar los destrozos de la tormenta tropical “Alberto” y las graves crisis del agua, de movilidad y de inseguridad.
Pero eso nos pasa a los ciudadanos -y a los líderes de Nuevo León- por abrirle el paso como gobernador a un niño fanfarrón que tiene el síndrome de andarse robando los dulces, cuando todavía no se rompe la piñata. Y con la ayuda de papá y de sus cuates.
Ojalá que, por el bien de Nuevo León y de México, pueda rescatarse el proyecto de Tesla, a pesar de sus vicios que todavía están por descubrirse. O a lo mejor acabamos con otro caso penal, como el de Rodrigo Medina, quien por cierto, al pisar el penal, lució un uniforme naranja “Fosfo Fosfo”.
Por lo pronto, dejamos en el aire la pregunta. Si se confirma después de la elección norteamericana que Tesla no hará la megafactoría en Monterrey, ¿a quién le mandamos la cuenta de lo ya gastado?
O mejor dicho, ¿quién va a ser el beneficiario de lo que con nuestros impuestos ya se gastó para darle valor a esos terrenos en Santa Catarina y que, presumiblemente, son de Tesla? Ellos, sin poner un clavo ya salieron ganones. Venderán la tierra a mejor precio, sin haberse despeinado. Otro robo naranja en despoblado.
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