6 de noviembre 2017
¡Que alguien me explique!
El socavón del Tec
La tragedia del Tecnológico de Monterey campus Ciudad de México tiene un componente de irregularidades ignoradas en su momento y que obligan a un fijar un deslinde
Por Ramón Alberto Garza
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Edgar Michel Azano…
Alejandro Meza Guerrero…
Rubén Ortiz García…
Luis Manuel Pacheco Rosales…
Juan Carlos Alvarez Díaz…
Esos son los nombres que en vida llevaban los cinco estudiantes del Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México que fallecieron al desplomarse los puentes que conectaban sus edificios durante el temblor del 19 de septiembre.
Lo que sucedió aquel sísmico día en ese campus tundra que investigarse hasta sus últimas consecuencias, no solo por la gravedad de los 5 muertos y los 40 heridos, sino por la presumible negligencia que rodea el caso.
La tragedia del Tecnológico de Monterey, a la par del mediatico caso del Colegio Rébsamen en el que fallecieron 37 personas, tiene un componente de irregularidades ignoradas en su momento y que obligan a un fijar un deslinde.
Porque el desplome de los puentes que conectaban los edificios de ese campus ya era previsto, considerando que algunos alumnos y padres de familia alertaron en su momento a los directivos de esa institución de fallas estructurales en las interconexiones, meses antes del terremoto.
Al que lo dude que se asome a los testimonios que en su momento hizo Leonardo Serrano, ingeniero egresado de ese campus con el mejor promedio en la generación 91-95 y quien junto con su padre, el también ingeniero José Alfonso Serrano Rodríguez, denunciaron la fragilidad de los puentes ante el entonces rector Arturo Soltero.
La única respuesta que Leonardo Serrano encontró frente a su reveladora denuncia fue un recordatorio de que el Artículo 34 del reglamento estudiantil prohibe a alumnos y egresados del Tecnológico de Monterrey hablar mal de su Alma Mater.
Por eso decimos que las revisiones debieron hacerse en su momento, y la negligencia existe desde el momento en que no se atendió oportunamente la denuncia de fondo.
Los directivos del Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México, en lugar de rectificar la construcción de los puentes, se concretaron a poner un letrero que decía “No subirse en caso de un sismo”.
¿Y si a los que ya estaban arriba o abajo del puente cuando se dio el temblor, como sucedió con las cinco inocentes víctimas?
Ese letrero con esa advertencia era una muestra palpable de que se conocía la fragilidad de la estructura.
Lo más lamentable es que considerada como una institución educativa de clase mundial, que prepara ingenieros de primer nivel, se haya dado en sus propias instalaciones un colapso estructural de esa magnitud, aún a pesar de las oportunas voces de alerta.
Vale el airado reclamo si se considera que por dos muertos en el trágico socavón del Paso Exprés de Cuernavaca quemamos en leña verde al gobierno federal y se exigió la renuncia del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza. En el Tecnológico de Monterrey fueron 5 muertos y 40 heridos, y…. ¿Porque es institución privada no existe responsabilidad?
Solo falta que la rectoría del Sistema Tec, tan proclive a promover disciplinas como las Ciencias de la Felicidad, apure el paso frente a la tragedia y despliegue un diplomado en Negligencias o en Ciencias de la Infelicidad. Quizás los padres que hoy lloran la ausencia de sus hijos, se los agradecerían.
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