13 de septiembre 2024
¡Que alguien me explique!
Sinaloa en guerra
Con Joaquín “El Chapo” Guzmán y “El Mayo” Zambada recluidos en prisiones norteamericanas, Sinaloa entró en una sangrienta espiral por el control de su territorio. Hoy está en pie de guerra
Por Ramón Alberto Garza
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Se veía venir desde el momento en que Ismael “El Mayo” Zambada se entregó -o como dice él, fue traicionado- y puesto a disposición de las autoridades de los Estados Unidos.
Con Joaquín “El Chapo” Guzmán y “El Mayo” Zambada recluidos en prisiones norteamericanas, Sinaloa entró en una sangrienta espiral por el control de su territorio. Hoy está en pie de guerra.
En una esquina están los lugartenientes de Zambada -“El Mayo Flaco” y “El Chapo Isidro”-. En la otra, los dos hijos mayores de Joaquín “El Chapo” Guzmán, los de su primer matrimonio: Iván y Jesús Alfredo Guzmán Salazar.
El drama que se vive en lo que puede ser considerada la capital del narcotráfico, la catedral de la producción del fentanilo alcanza ya una docena de enfrentamientos entre los dos cárteles en disputa, una guerra civil que ya arroja 107 homicidios desde que el 25 de julio “El Mayo” pisó el suelo americano.
Hasta hace unos días, el morenista Rubén Rocha -acusado de proteger a los cárteles sinaloenses- negaba con contundencia que el estado que gobierna se reportara en disputa y fuera de control. La realidad lo alcanzó y ya no se puede tapar a Badiraguato con un dedo.
Después de los 9 muertos y 14 desaparecidos del jueves, el mandatario sinaloense reculó. Y decidió, no sólo suspender clases en todo el estado, sino cancelar la celebración del Grito de Independencia.
Aunque ese “alarmismo” no lo comparte su jefe, el presidente López Obrador, quien en la mañanera del jueves salió una vez más a acusar a los medios de comunicación de exagerar lo que pasa en los dominios de “El Chapo” y de “El Mayo”.
Lo que el inquilino de Palacio Nacional quizás no se atreve a revelar es que, tras la entrega de “El Mayo”, en su gobierno se recibió un mensaje. El capo estaría exigiendo que se capturen -vivos o muertos- a los dos hijos de “El Chapo” que hoy le disputan a los suyos el control territorial del más poderoso cártel del planeta.
Si se cumple su petición, “El Mayo” sería benévolo con sus revelaciones sobre sus inconfesables pactos de protección con el gobierno del presidente López Obrador. Si no se cumple esa petición, el capo lo tomaría como una señal de que el régimen agonizante está inclinando la balanza hacia quienes hoy considera que son sus enemigos. Por eso, de dientes para afuera, el inquilino de Palacio Nacional quiere minimizar esa incipiente guerra civil.
Pero en 17 días el mandatario se va a Palenque y el conflicto que le heredará a su sucesora, Claudia Sheinbaum, será una de las primeras batallas que se librarán en el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Sobre todo, cuando a partir del primero de octubre, el responsable de la Seguridad Nacional será Omar García Harfuch, a quien se le encomendará una coordinación desde su dependencia de las tareas de la Defensa, la Marina y el Centro Nacional de Inteligencia. No será la primera vez.
Ya antes lo intentaron Genaro García Luna, el intocable secretario de Seguridad calderonista y Miguel Ángel Osorio Chong, el poderoso secretario de Gobernación del peñismo. Ambos tenían agendas políticas personales alineadas a los intereses de sus “cárteles favoritos”.
García Luna -de la mano de “El Chapo”- buscó ser en dos ocasiones el secretario de Gobernación. Una, cuando se desplomó el jet en el que murieron Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos. La otra, cuando se desplomó el helicóptero en el que murió José Francisco Blake. Falló en sus dos intentos.
Osorio Chong fue más ambicioso. Creía que podía ser el candidato priista a la Presidencia en el 2018, para suceder a Enrique Peña Nieto. Pero los expedientes de su incapacidad o de su complicidad para frenar en sus seis años la emergencia del Cártel Jalisco Nueva Generación, levantaron más de una ceja en los círculos militares y de inteligencia de los Estados Unidos. Y acabó vetado, envuelto en el paquete de impunidad que Peña Nieto negoció con López Obrador.
El punto en común de ambos -García Luna y Osorio Chong- es que cada uno en su tiempo pretendió crear una Federación de cárteles para garantizar una pax narca con la intención de acabar con la desbordada violencia. Los dos fallaron. Y el baño de sangre fue creciente.
La política de “Abrazos, No Balazos” del sexenio de López Obrador favoreció descaradamente al Cártel de Sinaloa. Y hoy sus dos principales capos, “El Chapo” y “El Mayo”, están recluidos como testigos protegidos en Estados Unidos, listos para confesar lo inconfesable.
El drama en esta transición es que lo último que tendrá Omar García Harfuch es tranquilidad para debutar con cualquiera que sea su estrategia. Las circunstancias de la reconfiguración de los cárteles tras la era Chapo-Zambada le impondrán una agenda.
Con Sinaloa en el epicentro de la disputa de esa lucha intestina -dentro del mismo cártel de Sinaloa- será un obstáculo difícil de superar para la nueva presidenta y su Secretario de Seguridad. Sobre todo, si el Cártel Jalisco Nueva Generación sale a reclamar para su expansión los territorios en disputa.
Y por lo que se intuye tras el concierto de “Los Cinco Tenores” -El Chapo, El Mayo, Ovidio, El Chapito y García Luna- el desenlace será difícil de pronosticar. Sobre todo, para quien en esos días ya estará descansando en Palenque.
Por cierto, una pregunta curiosa: ¿De qué hablaron el presidente López Obrador y Omar García Harfuch en su encuentro -sin Claudia Sheinbaum presente- en el despacho presidencial de Palacio Nacional? ¿Ahí también se dio la transmisión del bastón de mando?
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