10 de marzo 2025
¡Que alguien me explique!
Sheinbaum sola, el resto… juntos
Los jerarcas de Morena no estaban pendientes de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien se supone es su Jefa Suprema. Estaban más pendientes de arroparse en la foto con Andrés López Beltrán, el mesías del 2030. Ella sola, ellos juntos
Por Ramón Alberto Garza
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La escena de ayer domingo en el Zócalo de la Ciudad de México no podía ser más reveladora: por un lado, la presidenta Claudia Sheinbaum, caminando sola en su entrada al templete. Y en ese mismo momento, a unos metros, Andy López Beltrán acaparando a Adán Augusto López, a Ricardo Monreal, a Luisa María Alcalde y a Manuel Velasco para tomarse la foto. Ella sola, ellos juntos. La presidenta en un carril y los “morenos” en otro. Así o más claro de cómo y desde dónde se está manejando el poder en México. Así o más claro del desprecio que existe desde el apellido y la descendencia de los López Obrador por la primera mujer presidente.
Por supuesto que dirán que fue un descuido, una “pestañeada” de nada más y nada menos que los líderes morenistas en el Senado, en la Cámara de Diputados, en Morena y en el “rebelde” Partido Verde. Falso. Vean detenidamente las imágenes y a la inquilina de Palacio Nacional no le gustó la escenita del desprecio. No se paró a saludar a ninguno, por más que le extendieron la mano y se le querían acercar. Sólo un “hola”, de lejecitos.
Lo único cierto es que los jerarcas de Morena -con Andy en punta- no estaban pendientes de la presidenta, quien se supone es su Jefa Suprema. Estaban más pendientes de arroparse en la foto con Andrés López Beltrán, el mesías del 2030.
Las oportunas imágenes sólo vienen a confirmar el divorcio que se está viviendo entre la inquilina de Palacio Nacional y su partido Morena, que con la rienda de Andy buscan acaparar más poder que la sucesora de su papá, el antecesor “retirado” en Palenque.
Ese divorcio entre el que se fue y la que llegó fue evidente en la designación del Gabinete. Veintisiete posiciones -las más clave- para los incondicionales del presidente saliente y sólo 17 posiciones -las de menos peso, a excepción de Seguridad- para ser ocupadas por la gente de la presidenta entrante. El viernes ya renunció el primero que le heredó su antecesor: Rogelio Ramírez de la O.
Ese divorcio también fue muy claro cuando, en contra de la voluntad de la misma presidenta Sheinbaum y de los legisladores morenistas, desde Palenque vino la orden de ratificar a una repudiada Rosario Piedra Ibarra al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. El único que la quería ratificar era Andrés Manuel López Obrador, y así fue. Adán Augusto lo operó sin chistar.
Ese divorcio se volvió a ratificar con la disputa entre Adán Augusto López, el líder morenista en el Senado y Ricardo Monreal, el líder morenista en la Cámara de Diputados. El tabasqueño que opera ciega e incondicionalmente para su paisano de Macuspana, intentó desconocer al legislador zacatecano, quien obedeciendo una orden presidencial le iba a ajustar el presupuesto a la Cámara Alta. Adán no se portó tan “augusto” y trató de desconocer a Monreal. Lo acusó de corrupción apuntando a casos que eran cosa juzgada. Los “balazos” acabaron en “abrazos”.
Ese divorcio volvió a exhibirse cuando la presidenta Sheinbaum envió la iniciativa contra el nepotismo, con fecha de inicio del 2027. Pero “la rebeldía” del Partido Verde, con Manuel Velasco al frente, pudo más y la aplazaron hasta el 2030. Ahora resulta que los juniors verdes tienen más poder que la presidenta Sheinbaum y que Morena, juntos. La realidad es que todo aquello fue un burdo montaje para cumplir las órdenes desde Palenque: nada que estorbe el camino de Andy rumbo al 2030.
Lo que el acarreo morenista al Zócalo de la Ciudad de México evidenció ayer sólo acabó por confirmar lo que es un secreto a voces. La bicefalia de poder en un México que debería ser gobernado desde Palacio Nacional, pero que, de hecho -hasta hoy- obedece a la narrativa que se dicta desde Palenque.
Y el cargo de conciencia les pesó a los desafiantes. Adán Augusto López envió por sus redes un mensaje: “Presidenta Claudia Sheinbaum, le ofrezco una disculpa, en la emoción del momento nunca escuchamos que usted ya estaba en el corazón de la Patria”.
Manuel Velasco abiertamente se disculpó: “Estoy reunido con el senador Adán Augusto López y con el diputado Ricardo Monreal. Le ofrecemos una disculpa a nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, ya que, en la emoción del evento de unidad en el Zócalo, no escuchamos cuando llegó y pasó junto a nosotros”.
Luisa María Alcalde, en su calidad de presidenta de Morena, también envió un mensaje en redes que, entre otras cosas, decía: “… Un descuido en el protocolo que no debió pasar no disminuye ni opaca el cariño que hoy el pueblo entero expresó en la mayor plaza pública del país”.
Ricardo Monreal reconoció que “al inicio del evento en el Zócalo, el entusiasmo que se desbordaba nos contagió y no advertimos que la presidente Claudia Sheinbaum pasaba en ese momento por donde estábamos. Le expresó mi disculpa sincera. Su mensaje a la nación fue excepcional y nada ni nadie minimiza”.
El único de los desafiantes que no acusó recibo fue Andrés López Beltrán.
Por lo demás, costoso el acarreo sólo sirvió para que la presidenta Sheinbaum acabara por lanzar loas al presidente Donald Trump y a su antecesor Andrés Manuel López Obrador.
El sabor equivocado que dejó la verbena de ayer domingo en el Zócalo de la Ciudad de México fue dejar sembrada en la mayoría silenciosa y poco informada de los mexicanos que el caso de los aranceles ya está cerrado. Que es cosa juzgada y en favor de México y de Canadá. Nada más falso frente al siempre imprevisible hombre de la Casa Blanca. Un error festejar así, lanzando fuegos artificiales cuando todavía no vamos ni en el medio tiempo.
Curiosa y críptica la cita de la presidenta Claudia Sheinbaum de que está dispuesta a entregar “la vida misma” por México.
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