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8 de junio 2018

Política

Anaya: Del chico maravilla, al chico pesadilla

Elecciones 2018

El video del presunto hermano de Barreiro deja claro que la relación de poder se está reconfigurando entre las élites. El rompimiento de Ricardo Anaya con el gobierno es total. Este apenas podría ser el primero de muchos mensajes de un grupo político que, en palabras de Diego Fernández de Cevallos, está obsesionado con que el Frente no gane la presidencia.

Por Rodrigo Carbajal

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Desafío al gobierno en turno, rompió la regla no escrita de prometer cárcel para el Presidente y destruyó no sólo la estructura política del PAN, sino también la del PRIAN, esa vieja alianza de facto que, según la tesis del propio Andrés Manuel López Obrador, ha gobernado a México durante las últimas tres décadas.

Son tiempos de reconfiguración al interior de la élite mexicana: ese es el contexto en el que vuelven a emerger el caso Barreiro y las acusaciones de lavado de dinero en contra de Ricardo Anaya.

En la disputa por el poder, ya no caben dos opciones a la derecha de López Obrador. O es Meade o es Anaya.

A días de que se lleve a cabo el tercer y último debate presidencial, el escándalo irrumpe en la opinión pública.

El video, publicado en una página llamada casoanaya.com, termina con una palabra: “continuará”.

Podría ser apenas el primer mensaje de que el caso Barreiro está por tomar nuevos vuelos, que incluso pudieran culminar en un proceso penal.

Y para el círculo cercano de Ricardo Anaya está muy claro de dónde viene el golpe. Diego Fernández de Cevallos y Jorge Castañeda, dos figuras centrales de la campaña del Frente, han dicho públicamente, y de manera enfática, en que la responsabilidad de los ataques yace en el gobierno federal.

Ricardo Anaya es inocente hasta que se pruebe lo contrario. Pero no está exento de crítica. Como lo dijo Alejandro Hope, analista de seguridad de la campaña de Margarita Zavala, el video del presunto hermano de Barreiro no prueba nada, pero sugiere algo. Ese algo debería ser el objeto de una investigación seria e independiente. Y eso, dado el estado de las instituciones, no lo vamos a tener.

El ataque contra Ricardo Anaya lo vuelve a poner en la escena pública y abre la puerta a un último acto de campaña: denunciar un supuesto pacto entre Los Pinos y Andrés Manuel López Obrador.

Al inicio de las campañas, los papeles estaban invertidos: López Obrador representaba la opción anti sistema por excelencia y Ricardo Anaya representaban el Plan B del status quo. Las trayectorias y los grupos políticos de ambos candidatos así lo sugerían.

Ahora, después de que Anaya pidió el voto útil a los votantes de Meade y que incluso se mostró abierto a una alianza de facto con el propio Peña Nieto en algún momento, la narrativa del Frente ha cambiado.

En el War Room de Anaya se piensan como la opción anti gobierno, como la antítesis de una supuesta alianza política entre López Obrador y lo que quedará del PRI después del primero de julio.

Ésta reconfiguración de las élites y del papel que juegan las diferentes fuerzas políticas es la verdadera guerra que está detrás de las campañas.

Si Diego Fernández de Cevallos y Jorge Castañeda tienen razón, entonces debemos esperar más golpes contra Anaya en los próximos días.

Romper la alianza de facto del PRIAN no iba a estar exenta de costos.

La gran pregunta es si Anaya, que, parafraseando a Sabina Berman, está rodeado de mil lobos, va a sobrevivir políticamente de aquí al primero de julio.

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