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19 de abril 2025

25 de marzo 2019

¡Que alguien me explique!

Revocación, mucho ruido

Quienes atacan la iniciativa de revocación de mandato dicen que el presidente quiere aparecer en la boleta electoral del 2021

Por Ramón Alberto Garza

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Un ruido excesivo rodea la iniciativa de revocación de mandato propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El modelo no es nuevo. Se aplica en otros países para que los ciudadanos refrenden o retiren del poder a sus gobernantes, dependiendo de si le cumplen o no con sus gobernados. El pueblo da, el pueblo quita.

El debate hoy dice que el presidente López Obrador busca la revocación de mandato porque quiere aparecer en la boleta electoral del 2021 y beneficiar con su inmensa popularidad a los candidatos de Morena. Es demasiada presunción.

Quienes atacan la iniciativa asumen que la popularidad presidencial conservará los niveles del 85 por ciento que tiene ahora.

Y tienen pánico no solo que se repita el control de la Cámara de Diputados, sino que para entonces media docena de gubernaturas se “morenicen”.

Si así es, bien para México. Significará que en sus primeros tres años de gobierno el presidente López Obrador habrá cumplido sus promesas y el país irá bien. Solo así los electores le refrendarían su voto.

Pero, ¿y si para el 2021 poco o nada se avanzó y domina el desencanto por lo incumplido? Pues la revocación de mandato le pedirán al mandatario que convocara a nuevas elecciones. Eso ya estaría legislado.

Olvidan los que se inventaron el cuento del plan macabro de la disfrazada reelección, que mucho tenemos que aprenderle a la historia.

Desde el gobierno de Zedillo, pasando por los de Fox, Calderón y Peña Nieto, ningún presidente habría logrado que los ciudadanos lo refrendaran en el poder. Habrían perdido la consulta de revocación de mandato en su elección de medio sexenio.

Por ejemplo, instalado en Los Pinos no por su popularidad, sino por el luto de la muerte del candidato Colosio, en 1994 Zedillo asumió la presidencia con una mayoría de 300 diputados del PRI.

Tres años después, en la elección intermedia de 1997, el PRI perdió por primera vez el control del Congreso. Apena retuvo 239 diputaciones. Perdió 62. Sin existir revocación de mandato, el partido en el poder era rechazado en las urnas.

En el 2000 la esperanza del cambio con Vicente Fox le dio al PAN  224 diputados, que sin alcanzar la mayoría le dieron a los azules una enorme ventaja legislativa. Aquella apoteosis azul era como la que se vive hoy con el furor morenista.

Pero el desencanto sobre la pareja presidencial Fox-Sahagún se reflejó en las urnas. En la elección intermedia del 2003 el PAN foxista apenas logró 153 diputados, 71 menos que en la elección en la que por primera ocasión se instaló en la presidencial.

Si la intermedia de Fox fuera revocación de mandato, al vaquero lo habría bajado del caballo.

Calderón repitió la fórmula. Cuestionado su triunfo en medio de un fraude electoral –precisamente contra el entonces perredista López Obrador- el PAN logró en la elección presidencial del 2006 sentar a 206 diputados, 53 mas que en las intermedias de Fox.

Pero la debacle fue mayúscula en el 2009, cuando el PAN se desfiguró alcanzando solo 143 diputaciones contra un PRI que con 237 -131 asientos mas que tres años antes- recuperaba su añejo poder. Y ni hablamos de la debacle panista en las gubernaturas.

Con Peña Nieto victorioso en la presidencial del 2012, se instalaron 241 diputados del PRI en el Congreso.

Pero tres años después, el desencanto los redujo a 203, con el desencanto generalizado hacia los partidos tradicionales que también perdieron escaños. Morena, el Verde y Movimiento Ciudadano se alzaron como las nuevas esperanzas.

Lo que intentamos exhibir es que el electorado no es tonto y frente al desencanto político cobra fracturas. Lo números hablan. Ninguno de los últimos cuatro presidentes habría pasado la prueba.

Que bueno que el presidente López Obrador vaya en 2021 por la revocación de mandato.

Lo mejor que le podría pasar a México sería que no se repitiera el desencanto de los últimos cuatro sexenios. Pero nada está escrito. Y al igual que a sus cuatro antecesores, si no da resultados lo pueden desconocer.

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