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21 de noviembre 2024

28 de agosto 2024

¡Que alguien me explique!

Presidente ‘Masiosare’

El presidente Andrés Manuel López Obrador está fabricando una guerra diplomática con Estados Unidos y Canadá, que podría escalar a niveles inimaginables

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Andrés Manuel López Obrador está fabricando una guerra diplomática con Estados Unidos y Canadá, que podría escalar a niveles inimaginables.

En su Mañanera de ayer, el mandatario anunció una pausa en las relaciones de nuestro país con las embajadas de nuestros dos principales socios comerciales, poniendo en resigo un intercambio comercial superior al trillón de dólares al año. Mil millones de millones.

Su reclamo es que los gobiernos de Estados Unidos y Canadá se están entrometiendo en las decisiones soberanas de México, al censurar las reformas al Poder Judicial. Nada más falso.

Nuestros dos principales socios comerciales tienen miles de millones de dólares de inversiones en México. Las hicieron hace años, bajo ciertas reglas del juego, con un sistema judicial que ahora se quiere degradar, con elecciones de jueces, magistrados y ministros por popularidad, no por conocimiento.

Y de suceder eso, las reglas del juego cambiarían. El sistema de procuración de justicia se volvería poco confiable y las inversiones multimillonarias se pondrían  en riesgo. Ellos están en todo su derecho a exigir que no se modifiquen las reglas del juego bajo las que decidieron elegir a México para invertir por encima de cualquier otra nación. Y con el anunciado nearshoring, que anticipa otros tantos miles de millones de nuevas inversiones, el sonido de la alarma es doble.

Para que tengan una idea del drama, entre 1999 y 2023, los Estados Unidos invirtieron en nuestro país más de 300 mil millones de dólares. ¿Alguien cree que ese nivel de inversión se va a someter al arbitrio de jueces incapaces, sin experiencia, ideologizados y al servicio del partido y del gobierno en turno?

Pero el presidente López Obrador, o no le entiende, o no quiere entender, o no le conviene entender, porque trae su juego personal. En estos momentos, lo que mejor le sirve al inquilino de Palacio Nacional es invocar el “mas si osare un extraño enemigo” de nuestro Himno Nacional para justificar su “guerra”, denunciando que los socios y vecinos del norte quieren “profanar con sus plantas” nuestro suelo.

López Obrador necesita esa “guerra” porque después de la entrega, traición o captura de Ismael “El Mayo” Zambada tiene la certeza de que se le vienen días muy negros. Para él y para sus hijos, aliados -por tolerancia o por complicidad- a los intereses del Cartel de Sinaloa. Y el presidente López Obrador quiere fabricar un conflicto que le dé capacidad de negociar con los norteamericanos. Quiere frenar la exhibición de cualquier testimonio de “El Mayo” y “Los Chapos” como protector del narcotráfico. Con todas las consecuencias que eso acarrearía para lo que será su muy tormentoso séptimo año.

Su sucesora, Claudia Sheinbaum, fue enviada a declarar que los Estados Unidos no tendrían por qué oponerse a la elección de jueces, magistrados y ministros de la Corte, porque allá tienen ese mismo sistema de elección popular. Falso.

Alguien tendría que decirle a la futura presidenta que debían informarla mejor, porque los jueces federales, los magistrados, no se diga los ministros de la Corte estadounidense, pasan primero por el cedazo de la Barra de Abogados que avala sus conocimientos. Y ya, con ese sello de garantía, los elegidos entran al filtro del Senado para su selección y aprobación. Sólo los jueces menores, los de barrio, son los que son electos por voluntad popular.

Pero aquí, la verdad no importa. Lo que el presidente López Obrador quiere sembrar en el inconsciente colectivo es que los norteamericanos y canadienses están violando la soberanía mexicana, para tener un punto de negociación. Salvarse él, aunque se hundan los restos de la República.

Por eso se ven también los bandazos de un embajador como Ken Salazar, quien primero avaló la reforma, luego desde Washington le pidieron que la condenara y ahora, desde Washington, envían notas diplomáticas buscando sacarle la vuelta al conflicto con el inquilino de Palacio Nacional.

Pero ya no son solamente los organismos financieros internacionales y los más influyentes analistas extranjeros los que condenan la intentona de reforma  Judicial. Ya salieron también las grandes corporaciones, el Comité de Relaciones Exteriores de Estados Unidos y los organismos europeos. Lo que era una llama de inquietud se está tornando en un incendio en el bosque. Y en los momentos en que viene el relevo del guardabosques.

En las redes sociales circuló ayer una comparación del caótico final del gobierno de José López Portillo y el de Andrés Manuel López Obrador. Crisis, manotazos, estatizaciones, desconcierto. Nada qué comparar. El error de López Portillo fue económico, el de López Obrador es ideológico. López Portillo acabó estatizando la Banca para salvar el sistema nacional de pagos. López Obrador está dando el coletazo de esta “guerra judicial” para salvarse a sí mismo.

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