2 de octubre 2018
¡Que alguien me explique!
Peña Nieto e Ildefonso
El presidente Enrique Peña Nieto no podría tener mejor regalo de cierre de sexenio que el final feliz en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
Por Ramón Alberto Garza
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El presidente Enrique Peña Nieto no podría tener mejor regalo de cierre de sexenio que el final feliz en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
Rebautizado por la administración Trump como el U.S.M.C.A (United States Mexico Canadá Agreement), lo que parecía imposible –el visto bueno de Canadá- se pactó literalmente en el último minuto. A la medianoche del 30 de septiembre.
México ya estaba arriba, con el acuerdo que se anunció en Washington, desde la misma Casa Blanca, el 28 de agosto. Pero Canadá había quedado en suspenso.
A las 12 de la noche del pasado domingo, los secretarios de Comercio de Estados Unidos y de Canadá, Robert Lighthizer y Chrystia Freeland, emitieron un comunicado para anunciar la buena nueva. Las tres naciones norteamericanas alcanzaban finalmente el deseado acuerdo.
Lo curioso del comunicado de apenas cinco líneas, es que, al final, los ministros norteamericano y canadiense expresaron textualmente:“Queremos agradecer al Secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, por su cercana colaboración a lo largo de los pasados 13 meses”. Con esa singular línea, cierran el histórico comunicado.
Un reconocimiento así, de quienes lideraron la ardua tarea de empatar agendas comerciales que lucían incompatibles, solo se da cuando el mérito es inobjetable. Y está claro que Ildefonso Guajardo jugó un rol crucial para el nuevo acuerdo.
No es gratuito. De los tres negociadores en jefe, uno por cada país, el todavía Secretario de Economía era el único que conocía a profundidad los detalles del original Tratado de Libre Comercio.
Guajardo mismo fue un negociador activo dentro del equipo original que en torno a Jaime Serra Puche y José Ángel Gurría alcanzaron en 1994 el primer acuerdo comercial de Norteamérica.
El mexicano conocía mejor que sus contrapartes los puntos y comas, los escondrijos y las oportunidades de mejora de lo que entonces se firmó.Por eso pudo ser tan útil y asertivo en sus propuestas.
Y por más que otros personajes, como Luis Videgaray, intentaron adueñarse de la negociación, hoy está claro por el comunicado final que a quienes le reconocieron oficialmente el mérito de los 13 meses de trabajo fue a Guajardo. Así de sencillo.
Y ese es un gran logro para el presidente Enrique Peña Nieto, quien en medio de la tormenta comercial, sin duda se vio envuelto en una serie de contrapropuestas e incluso intrigas palaciegas. Pero que por encima de todo siempre mantuvo su apoyo y su confianza a su secretario de Economía.
La dupla Peña Nieto- Guajardo acabó por ser un efectivo trabuco que, arriesgando su anticipada firma en solitario con los Estados Unidos, propiciaron el ablandamiento de los canadienses quienes, dicho sea de paso, la tenían más complicada por sus tiempos electorales.
Sea como fuere, el sexenio que cierra en medio de severos cuestionamientos en los temas de inseguridad, corrupción, manejo de recursos públicos e incluso debates sobre las finanzas nacionales, exhibe excelentes cuentas en materia de comercio internacional. Una cereza en un pastel muy batido, pero al final del día, cereza.
Sin duda que la faena de Ildefonso Guajardo tendrá que rendirle excelentes frutos profesionales, cuando el 30 de noviembre concluya su encomienda en la Secretaría de Economía.
En un mundo tan escaso de liderazgos efectivos y sin protagonismos, talentos que acreditan el reconocimiento abierto de sus pares de naciones más desarrolladas, no deben desperdiciarse.
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