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Peña descarrila a Osorio

Con el reconocimiento de Enrique Peña Nieto del repunte en la violencia que azota al país, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong queda descartado como candidato presidencial del PRI. La honestidad del inquilino de Los Pinos para reconocer el repunte escandaloso de la inseguridad en México, lo descalifica.

Por Ramón Alberto Garza

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Hay que reconocer la honestidad del presidente Enrique Peña Nieto cuando revela en un discurso público que los índices de inseguridad volvieron a los peores días.
El mandatario dijo ayer lunes que “2016 y 2017 han sido años en donde lamentablemente la delincuencia o la inseguridad ha cobrado nuevamente mayores espacios, y donde dejó de
haber violencia en el pasado, nuevamente la vuelve a haber”.
No debe ser fácil para el inquilino de Los Pinos terminar reconociendo que la lucha contra la delincuencia organizada, que comenzó bien en el arranque de su sexenio, acabó
nulificada.
Menos aún cuando el golpe de la incompetencia en ese combate va directamente sobre la secretaría de Gobernación, presidida por uno de los precandidatos presidenciales priistas, Miguel Ángel Osorio Chong.
La lectura pública del mea culpa presidencial sobre el despunte de la inseguridad no deja lugar a dudas que la precandidatura presidencial del secretario de Gobernación ya se descarriló. Sería absurdo que a unos días de que el presidente reconociera el fracaso en el combate a la inseguridad, su responsable fuera premiado con la candidatura a sucederlo. Sería enviar al PRI a un precipicio insalvable.
El pobre resultado de las estrategias de seguridad diseñadas por Osorio Chong, desde que peleó por la unificación de las secretarías de Gobernación y Seguridad Pública, se veía venir desde el arranque del sexenio.

La política interior que maneja Gobernación se unificó a la política de Seguridad Pública, buscando mas que coordinación y eficiencia, el brillo de un miembro del gabinete que desde entonces apostó a que ese poder le daría la candidatura presidencial del PRI en el 2018.

Los recursos presupuestales destinados a abatir la herencia sangrienta del calderonismo fueron ilimitados.

Y eso le abrió las puertas a un solo aspirante para hacer y deshacer con una pobre rendición de cuentas, en nombre de la reclamada seguridad nacional.
Las adquisiciones de tecnologías y equipos fueron escandalosas, desproporcionadas y en innumerables ocasiones cuestionables e inútiles. Remember Pegasus. Hoy el cerebro de la inteligencia nacional que debería ser el CISEN no es mejor que hace cinco años. Naufraga en la mediocridad de reportes que difícilmente son cotejables con la realidad.
Otros recursos destinados a fortalecer las tareas de Bucareli fueron desviados para apuntalar apuestas políticas, como la del partido Encuentro Social, hoy la única garantía de que si el PRI no se la da, Osorio Chong alcance una candidatura plurinominal al Senado que lo blinde por seis años.
Pero en el submundo del crimen organizado, donde se tejen los grandes acuerdos de los capos, sufrió en el sexenio una metamorfosis que devolvió la sangre a las calles de
todo México.
El foxismo y el calderonismo le dieron todas las facilidades a Joaquín “El Chapo” Guzmán para que su Cártel de Sinaloa deplazara de sus territorios a El Golfo, Los Zetas o los Beltran Leyva.

Y en este sexenio, por incompetencia o por complicidad, se forjó un nuevo cártel, Jalisco Nueva Generación, que en su intento desplazar al resto, devolvió la sangre en territorios tradicionalmente sinaloenses, golfos o zetas.
Por eso cuando se escriba la historia final de este sexenio tendrá que admitirse que desde algunas cúpulas del poder se apadrinó el sangriento encumbramiento de Jalisco Nueva Generación.
Ojalá que a la par de la honestidad presidencial para reconocer el repunte escandaloso de la violencia, se investigue hasta sus últimas consecuencias quienes fueron esos padrinos del mal.
Por lo pronto Osorio Chong está descartado de la carrera presidencial priista. Su jefe Enrique Peña Nieto ya lo descalificó.

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