28 de febrero 2024
¡Que alguien me explique!
Pemex e Iberdrola: ¿negocios de quién?
En ambos casos, Pemex e Iberdrola, nadie ganó, excepto los privados, y está claro que el negocio fue para los intermediarios que, desde las entrañas del gobierno de la 4T, facilitaron y autorizaron semejantes operaciones
Por Ramón Alberto Garza
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Cuando Andrés Manuel López Obrador tomó posesión como presidente, prometió que se iniciaría el rescate por la autosuficiencia energética de México.
Y emprendió una guerra abierta contra las reformas estructurales efectuadas en los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, a quienes acusó de entregar la riqueza petrolera y eléctrica a los extranjeros.
Ya pasaron cinco años y el tan proclamado plan de autosuficiencia fue todo un fracaso, que está quebrantando las arcas nacionales. Sólo algunos botones de muestra.
Pemex registró, en el pasado mes de enero, la más baja producción de crudo desde 1979, en los años previos al boom petrolero. Una estrepitosa caída por estrategias mal diseñadas y dispendio de un billón 500 mil millones de pesos de pseudo inversiones opacas, sin licitación, incluyendo la refinería de Dos Bocas.
¿Sabía alguien, por ejemplo, que hace unos meses estuvimos a nada de que se paralizara la mitad de lo que queda, del total de la producción petrolera del país, porque los mayores proveedores de servicios extranjeros a Pemex iban a hacer un paro de labores por falta de pago a sus servicios, que acumulaba casi un año?
Schlumberger, Halliburton, Bechtel y Baker Hughes, entre otros, se convocaron para anunciar que el primero suspendería sus servicios y que la única petición era que, para que la presión causara efecto, ninguno de los restantes tres se hiciera cargo de lo que se suspendía.
Todos apoyaron la moción. Bueno, todos, excepto Baker Hughes. Sí, la firma donde trabajaba el directivo que le “rentó” la Casa Gris de Houston a José Ramón López Beltrán, y a su esposa, Carolyn Adams.
La salida del gobierno de la Cuarta Transformación para cubrir esos adeudos y no suspender la extracción de crudo fue la de condonarle a Pemex el pago de impuestos para que esos recursos se destinaran a cubrir lo que estaba vencido con los proveedores extranjeros. Los cientos de proveedores mexicanos, esos tendrán que esperar. Pagos congelados y que le hagan como puedan. Hasta después de las elecciones. Si algo dejan.
Traducido a la hoja de resultados, al arrancar este gobierno, Pemex aportaba 15 pesos de cada 100 a las finanzas nacionales. Hoy, cinco años después, esa aportación apenas rebasa un peso de cada 100. ¡Vaya rescate!
Le metimos todos los miles de millones, para nada alcanzó el relanzamiento, se produce mucho menos crudo, menos gasolinas y diésel y ya el Erario no recibe impuestos de Pemex. Y para colmo continuamos con una deuda petrolera estratosférica que nos convierte en la empresa petrolera más endeudada del planeta. ¿De quién fue el “negocio”? ¿De Nahle?
Quizás también fue un excelente negocio de los cientos de huachicoleros que, como los hermanos Carmona Ángulo -Sergio y Julio-, se dedicaron a contrabandear combustibles de Texas sin pagar impuestos, cubriendo su cuota de protección a Ricardo Peralta, al partido Morena y a su dirigente Mario Delgado. Ahí sí, las finanzas están muuuy sanas.
Y ni qué decir de la compra de las 13 plantas generadoras de electricidad al grupo español Iberdrola. Seis mil 200 millones de dólares desembolsó esta semana el gobierno de la Cuarta Transformación, para no elevar ni un solo kilowatt-hora la capacidad de generación de energía eléctrica.
El comprador es un fondo privado, el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), que fue refaccionado desde otro fondo privado, Mexico Infrastructure Partners, que fue apuntalado para reunir los miles de millones de dólares para esa compra, por la llamada Banca de Desarrollo del gobierno lopezobradorista. De nuevo, la pregunta: ¿Qué ganamos? ¿Quién ganó? ¿De quién fue el negocio?
En ambos casos, Pemex e Iberdrola, nadie ganó, excepto los privados, y está claro que el negocio fue para los intermediarios que, desde las entrañas del gobierno de la Cuarta Transformación, facilitaron y autorizaron semejantes operaciones.
Y mientras tanto, que los miles de proveedores nacionales -pequeños o medianos- aguanten. Ahí, no hay negocio.
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