[hurrytimer id="116852"]
1 de junio 2025

22 de diciembre 2020

¡Que alguien me explique!

Otro florero

Es triste y deplorable el anuncio hecho ayer lunes por el presidente Andrés Manuel López Obrador al designar a la maestra Delfina Gómez como la nueva secretaria de Educación en el gobierno de la Cuarta Transformación

Por Ramón Alberto Garza

COMPARTE ESTA HISTORIA

Es triste y deplorable el anuncio hecho ayer lunes por el presidente Andrés Manuel López Obrador al designar a la maestra Delfina Gómez como la nueva secretaria de Educación en el gobierno de la Cuarta Transformación.

Nada personal contra una mujer que, dicho sea de paso, se forjó en la cultura del esfuerzo y muchos méritos debe tener para pasar de ser maestra de primaria, a alcaldesa de Texcoco, diputada federal, senadora, súper delegada en el Estado de México y ahora a ser la Educadora de la Nación.

Pero su perfil más político -nada técnico- no da para llenar el hueco dejado por Esteban Moctezuma, quien se marcha a Washington para enmendar la plana como embajador de  México ante los Estados Unidos.

¿Es Delfina Gómez la mejor carta que pudo reclutar el presidente de una nación que está urgida de hacer una revolución dentro de su sistema educativo?

¿El futuro de 36 millones de estudiantes se pone en las manos de una mujer que puede presumir un historial político que incluye perder frente a Alfredo del Mazo la gubernatura del Estado de México, pero que no puede exhibir cartas credenciales que la acrediten con algún mérito para ocupar la oficina del ilustre José Vasconcelos?

Está claro que la designación presidencial de Delfina Gómez es un acto más de gratitud, de amiguismo, de camaradería partidista, pero que al final del día serán otros los que manejen el sistema educativo nacional.

Ninguna diferencia de la decisión peñista de instalar a su amigo, el politólogo Aurelio Nuño, al frente de la Secretaría de Educación para cuajar la llamada Reforma Educativa. Nada cambió de entonces a la fecha. Aunque en La Mañanera se insista que “las cosas ya no son como antes”.

¿Podría la Maestra Delfina lidiar con personajes como Luciano Concheiro Bórquez, subsecretario de Educación Superior y hermano de la socióloga Elvira Concheiro Bórquez, cuestionable nueva tesorera de la Federación, ambos de abierta filiación comunista?

¿No será acaso que la nueva secretaria de Educación hará el mismo triste papel de “florero” que el secretario de Salud, Jorge Alcocer?

¿Será que al más puro estilo Hugo López-Gatell, quien actúa como el ministro de Salud de facto, la educación en México será de verdad manejada entre otros por Luciano Concheiro Bórquez, quien hace meses escandalizó cuando hizo una apología del comunismo como el camino para reemplazar el modelo neoliberal

“Festejar el comunismo desde nuestro país nos parece esencial en este momento, si lo que pretendemos es transformar nuestra lacerante realidad… debemos proponeros el comunismo como sociedad emancipada de toda explotación del ser humano y destrucción de la naturaleza”.

Pero ya es signo de los tiempos de la Cuarta Transformación el deshacerse del talento que puede hacer algo, para instalar en posiciones clave a militantes con méritos de lucha, pero con escasa experiencia y mucho menos visión para encarar el reto.

Comenzamos con Irma Eréndira Sandoval, la secretaria de la Función Pública, y sus hermanos Pablo y Netzal Sandoval, quienes operan en el Programa Social de Guerrero y el Instituto de la Defensoría. Sin menospreciar a su marido, John Ackerman, ideólogo de la Cuarta Transformación.

Apunten también a Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo y a su hermana, Bertha Alcalde, ejecutiva del área del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Ni qué decir de Graciela Márquez, antes secretaria de Economía y pronto titular del INEGI, y a su esposo Gerardo Esquivel, quien fuera subsecretario de Hacienda y fue enviado como subgobernador del Banco de México.

O qué dicen de Manuel Bartlett, el director de la CFE, que tiene a su sobrino Rodrigo Abdalá como delegado de los Programas del Bienestar en Puebla, de donde fue gobernador el secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid.

Y el más reciente, la designación de Elvira Concheiro Borquéz como tesorera de la Federación, hermana de Luciano Concheiro Bórquéz, subsecretario de Educación Superior de la SEP.

Ni qué decir de los candidatos que desde Morena se perfilan por méritos genéticos. David Monreal, hermano de líder del senador Ricardo Monreal, aspira a ser el candidato a gobernador por Zacatecas. Y Amílcar Sandoval, hermano de Irma Eréndira Sandoval, busca la candidatura a la gubernatura de Guerrero. Y esperen las listas para las candidaturas de diputados.

Pero ya nos dijeron, una y otra vez, que “ya nada es como antes”.

Por eso no extraña la designación de una política como Delfina Gómez en una posición tan crucial como la Secretaría de Educación.

Porque los técnicos como Alfonso Romo, Esteban Moctezuma, Alfonso Durazo, Javier Jiménez Espriú, Jaime Cárdenas, Germán Martínez, Carlos Urzúa o Guillermo García Alcocer -más los que se acumulen en las próximas semanas- están siendo desplazados por militantes, activistas  o compañeros de lucha, que no se atreverían a darle la contra a quien los instaló en esa posición. 

Volvemos pues a los días en que las posiciones clave, donde se exige la confianza, son ocupadas no por los mejores hombres y mujeres, sino por los mejores amigos, militantes y afines a la causa. Aunque algunos sean solo sean para instalarse como “floreros” de la Cuarta Transformación.

Publicidad
Publicidad
Publicidad