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10 de agosto 2020

Opinión

Oceanografía y Marta Fox

¿Aparecerá el caso Oceanografía y sus tráficos de influencias durante los sexenios del PRIAN en el expediente y las denuncias de Emilio Lozoya? Sin duda.

Por Ramón Alberto Garza

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Ahora que el gobierno de la Cuarta Transformación le está dando su exorcismo a Pemex, no estaría nada mal que se revivan la investigación de los nexos de la controvertida empresa Oceanografía con Marta Fox y sus hijos Manuel y Jorge Bribiesca.

Para nadie es un secreto que la primera dama del foxismo fue la mayor traficante de influencias durante el fallido Sexenio del Cambio. Era La Jefa, como la bautizó en su exitoso libro la periodista argentina Olga Wornat.

Por su famosa cabaña acogedora, dentro de Los Pinos, desfilaban todos los días políticos, empresarios, contratistas, y líderes sindicales. Para comprar y vender favores a la esposa de Vicente Fox.

Sin exagerar podríamos decir que el poder de la oficina presidencial se opacaba frente a todos los arreglos que se pactaban en lo oscurito de aquella cabaña acogedora.

Uno de los personajes favoritos de la Señora Marta, como se le conocía a la dueña del poder, fue Amado Yáñez, el dueño de Oceanografía.

La naviera era una empresa creada el 27 de enero de 1980 por Amado y Darío Yáñez Correa. Hizo sus primeros trabajos para Pemex en 1996, pero eran menores. Sin mayor pena ni gloria.

Sus finanzas eran tan precarias, que al arrancar el sexenio de Fox -en abril del 2000- se le presentó una solicitud de embargo por parte del SAT. No podía pagar un adeudo de 21 millones de pesos. Algo sucedió, que el 20 de abril del 2001 vino “de arriba” la orden de cancelar el embargo.

A partir de ese momento, la buena fortuna se le presentó a la naviera de Amado Yáñez. En enero del 2002 declaraba un capital de 1.5 millones de pesos; meses después, lo elevó a 126 millones de pesos.

El hada madrina de ese cuento de miles de millones en contratos fue Marta Fox, quien les abrió las puertas de Pemex a Manuel y Jorge Bribiesca, y a su hermano Guillermo Sahagún, para que se convirtieran en los “coyotes” de Oceanografía.

La magia de ese tráfico de influencias le otorgó 54 contratos por más de 5 mil millones de pesos a la naviera, que pagó las pactadas comisiones a los hijos y al hermano de la Señora Fox.

Manuel Bribiesca mismo se declaró confeso en una entrevista que le otorgó al periodista Miguel Badillo, director de la revista Contralínea.

-¿Tú y tus hermanos negociaron en Pemex que otorgara contratos a empresas privadas?, preguntó entonces Badillo.

Y el hijo de la primera dama respondió: “Te debo decir que sí; mi hermano (Jorge) y mi tío (Guillermo) llamaron a Pemex para que le dieran un contrato a Oceanografía. Eso sí, siempre con apego a la legalidad, mediante concurso. Esa empresa dedicada a trabajos petroleros, mi hermano y mi tío conocen bien a los dueños. Así que nada tiene de malo que soliciten en Pemex que se tome en cuenta a Oceanografía para este contrato (160 millones de dólares)”.

El escándalo fue tan descomunal, que en el 2005 -un año antes de que concluyera el sexenio de Vicente Fox- la Cámara de Diputados integró una Comisión Especial para el Caso Oceanografía.

Los legisladores concluyeron que “Manuel y Jorge Bribiesca, y su tío Guillermo Sahagún, gestionaban ante la Dirección de Pemex, cuyo titular era Raúl Muñoz, que la paraestatal le adjudicó contratos a Oceanografía, propiedad del empresario Amado Yañez, a cambio de comisiones”.

Pero las presiones políticas y las transacciones de favores hacia el interior del Palacio Legislativo obligaron a darle carpetazo al caso en marzo del 2006, a unos meses de la elección presidencial que llevaría al poder a Felipe Calderón. Ni el PAN ni el PRI querían escándalos que le dieran combustible al discurso anticorrupción del candidato perredista, Andrés Manuel López Obrador.

Con el nuevo sexenio se prolongaron los contratos para Oceanografía y las comisiones para los hermanos Bribiesca y el tío Sahagún. Después de todo había que pagarle a Oceanografía el favor de haber sido un financiador clave para la campaña presidencial de Felipe Calderón.

No fue difícil que con tantos miles de millones en contratos de Pemex durante 10 años del panismo, Amado Yañez pudiera transitar al sexenio de Enrique Peña Nieto aceitando el tráfico de favores en la Torre Mayor de Pemex.

Hasta que el cuento de hadas se topó con los caprichos de Emilio Lozoya Austin, quien en medio del escándalo de los préstamos de Citi Banamex, acabó por presionar a Amado Yáñez para ceder Oceanografía a otros interesados más afines al sexenio peñista. Lo demás es historia.

¿Aparecerá el caso Oceanografía y sus tráficos de influencias en los sexenios del PRIAN en el expediente y las denuncias de Emilio Lozoya Austin? Sin duda.

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