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21 de octubre 2024

1 de octubre 2018

¡Que alguien me explique!

Momias y huachicol

Guanajuato enfrenta su peor crisis de inseguridad en décadas. A pesar de ello, el nuevo gobernador ratificó en su puesto al Procurador de Justicia y al SS

Por Ramón Alberto Garza

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Guanajuato solía presumir de ser un estado tranquilo, pacífico, muy turístico y con una creciente industria automotriz que lo instalaba en el mapa de las entidades de mas avanzada en México.

Pero de unos años para acá, en especial los últimos seis en los que gobernó el recién salido panista Miguel Márquez, el estado sede de la Independencia y de sus famosas momias, se convirtió en un ejemplo, pero de inseguridad nacional.

Para abrir boca, Guanajuato detenta hoy el segundo lugar nacional en el índice de criminalidad por cada 100 mil habitantes.

En el 2014 el ahora ex gobernador Márquez creó el llamado Programa Escudo, que le costó al erario estatal dos mil 700 millones de pesos. ¿Resultados?

En los últimos cuatro años los asesinatos en esa entidad alcanzan los 5 mil 725.

Subieron de 778 en 2014, a 975 en 2015, a mil 110 en 2016, a mil 435 en 2017 y en los primeros ocho meses del 2018 ya superan el total del 2017. Un Programa Escudo fallido por donde se le vea.

Sin duda por eso hoy, el 83 por ciento de los guanajuatenses considera que es inseguro vivir en ese estado, en donde la criminalidad se elevó por la confrontación de dos cárteles: el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Santa Rosa de Lima.

Pero mas allá de las drogas, la disputa de esos grupos criminales es por el robo de combustibles, mejor conocido como huachicol.

Guanjuato tiene el privilegio de ser, junto con el estado de Hidalgo, la capital nacional del huachicoleo. En el 2017 se detectaron mil 852 tomas clandestinas de robo de combustible.

Y esa disputa entre los Jaliscos y los Santa Rosa tiene asolados a los pobladores de Celaya, Salamanca, Irapuato, León y los Apaseos, El Grande y El Chico.

Solo para dar una idea del nivel de violencia, dos jefes policíacos fueron asesinados en los últimos meses. Uno, Jesús Salgado Martínez, director de Seguridad Pública de Apaseo El Grande. El otro, J. Santos Juárez Rocha, director de Seguridad Pública de Celaya.

Por eso decepcionó el nuevo gobernador de Guanajuato, el panista Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, quien apenas la semana pasada tomó posesión de su encomienda.

El desencanto vino, porque al anunciar su gabinete, ratificó en sus cargos a dos “demonios” que cocinaron el infierno de inseguridad que vive el estado.

Uno es el Procurador de Justicia, Carlos Zamarripa Aguirre, y el otro, el secretario de Seguridad Pública, Alvar Cabeza de Vaca.

Ambos continuarán despachando como si hubiesen entregado las mejores cuentas, cuando por incompetencia o por complicidad son los responsables del drama criminal de Guanajuato.

La indignación contra el nuevo gobernador alcanza el extremo de que el Consejo Coordinador Empresarial de León se mostró abiertamente desencantado y protestó abiertamente la ratificación de esos dos ineptos funcionarios.

Pero no pasaron dos días sin que los huachicoleros guanajuatenses le dieran su caladita al estrenado y cuestionado gobernador.

Ocho muertos y diez heridos en una confrontación en la que el Ejército mexicano intentaba capturar en Apaseo El Grande a José Antonio Yépez Ortiz, alias “El Marro”, líder del Cártel Santa Rosa de Lima.

Un brillante arranque de sexenio para un estado panista que, junto con otra entidad albiazul, Puebla, puntean como los campeones nacionales del robo criminal de combustibles.

¿Cómo responderá el nuevo gobernador de Guanajuato a quienes al ratificar a Zamarripa y Cabeza de Vaca ya lo instalan como cómplice de las momias del huachicol? O se los sacude, o alguien se lo va a terminar de sacudir.

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