9 de marzo 2020
¡Que alguien me explique!
México de-morado
Lo que viviremos hoy será un doloroso recordatorio de que somos una sociedad retrógrada, incapaz de garantizarle a sus mujeres el mínimo respeto y el derecho a la vida.
Por Ramón Alberto Garza
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00No pudo elegirse un mejor color que el morado para impregnar la protesta contra los feminicidios y el respeto por la igualdad de género en las marchas de ayer domingo y el Día Sin Mujeres de hoy.
Porque México está hoy de-morado. Demorado en su lucha por la protección de las mujeres. Vamos muy tarde al encuentro de la promulgación de leyes y a la implantación de auténticos castigos para los acosadores, golpeadores violadores y asesinos del género femenino.
Con 10 asesinatos diarios de mujeres, más el incontable número de agresiones y violaciones, somos una vergüenza global entre las naciones. A golpe de impunidad hemos forjado con la violencia de género uno de las heridas sociales más profundas de nuestra sociedad.
Mexico está de-morado, porque su autoridad no alcanza a entender la dimensión del dolor tan profundo y el miedo permanente que acosa a millones de mujeres de todas las condiciones sociales y económicas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador cometió un grave error al limitar el clamor nacional contra los feminicidios en la acera de los ataques políticos o del complot de sus adversarios.
Los rostros de la pequeña Fátima Cecilia, de la joven Ingrid Escamilla y de Abril Pérez son reales, no son un complot. Y sí, las estadísticas ya estaban ahí, no se gestaron su gobierno, son una herencia maldita, pero todavía –aún en este primer año del sexenio- son crecientes y sin solución.
México está de-morado, porque sus hombres somos incapaces de ir más allá de un grito de indignación, al no entender, mucho menos detener, esas agresiones físicas o verbales que tienen como destino alguna de nuestras hijas, esposas, hermanas o madres.
En el inconsciente colectivo mexicano crecimos festejando el piropo callejero, no pocas veces grosero e insultante, mostrando en las películas de la Época de Oro a mujeres a las que se les rendía culto ante esa falsa virtud de una indigna sumisión.
Era esa malentendida abnegación de madres, esposas e hijas que todo lo soportaban, que todo lo callaban. El dogma en la pantalla, lo mismo del cine que de la televisión, era que las mujeres mexicanas tenían que obedecer ciegamente, sin replicar, la orden del varón. Al mundo las mujeres venían a vivir con resignación una eterna Corona de Lágrimas.
México vive de-morado, cuando fuimos incapaces de hacer de las muertas de Juárez ese gran llamado a la justicia de género. Perdimos desde entonces tres lustros en los que los feminicidios se multiplicaron y se esparcieron como un contagioso virus que sometió en cuarentena de género a toda la nación.
Asomémonos a las cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas que cuantifica en México 3 mil 751 asesinatos por feminicidio entre 2015 y 2019.
A eso debemos de sumar la desaparición –solo en 2019, en un solo año- de 7 mil 654 mujeres y niñas, dos mil 43 de las cuales todavía no son localizadas.
México está de-morado, cuando ante la falta de respuesta de las autoridades, de todos los niveles, las mujeres tienen que salir a exigir lo que por derecho les corresponde y a recordarle a la sociedad lo que significa un día sin ellas.
Lo que viviremos hoy en Un Día Sin Mujeres será un doloroso recordatorio de que somos una sociedad retrógrada, incapaz de garantizarle a sus mujeres el mínimo respeto y el derecho a la vida. Somos vergonzosamente un México de-morado.
Los espíritus de la pequeña Fátima Cecilia, de la joven Ingrid Escamilla y de Abril Pérez serán la luz que ilumine hoy el Día Sin Mujeres.
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