29 de julio 2024
¡Que alguien me explique!
Mayo-Chapito: Pacto, no traición
Con la presunta “entrega” de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín “El Güero” Guzmán López estamos ante una jugada política de tres bandas que impactará y modificará, en el corto plazo, el futuro de Estados Unidos y de México
Por Ramón Alberto Garza
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En política no existen ni las coincidencias, ni las casualidades. Una lectura rápida de los últimos sucesos relacionados con los cárteles mexicanos y el gobierno de los Estados Unidos deja en evidencia que el final de un gran pacto está en juego, a punto de cerrarse.
Sólo bajo esa óptica se puede entender que se adelantaran las liberaciones de Osiel Cárdenas, el traslado de Ovidio “El Ratón” Guzmán López y que sorpresivamente “se entregaran” Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín “El Güero” Guzmán López. Todo en la misma semana.
Estamos ante una jugada política de tres bandas que impactará y modificará, en el corto plazo, el futuro de Estados Unidos y de México. Lo que en lenguaje de inteligencia se le califica como un “game changer” o “cambio de jugada”.
Primer Banda – PACTO, NO TRAICIÓN
La primera banda de esta estrategia es que, desde Estados Unidos, alguien con el control del tablero diseñó desde hace meses la entrega de los jefes mundiales del mortal fentanilo, la droga que le arrebata la vida a 140 mil norteamericanos al año.
Nada de que “los traicionaron”. Nadie logró en cuatro décadas aprehender a “El Mayo” Zambada. ¿Por qué entonces, ese viejo lobo de mar le iba a creer ingenuamente al hijo de su compadre “El Chapo”, con quien tenía disputas por el control del Cártel de Sinaloa? La historia es otra.
- “Confíen en nosotros”, les habrían dicho a ‘El Mayoʼ y a ‘El Chapitoʼ. “Vean cómo a tu hijo, ‘El Vicentilloʼ Zambada y a tu hermano Ovidio ‘El Ratón’ Guzmán ya les cumplimos. Los extraditamos, pasaron unos años en prisión, cooperaron como testigos protegidos. Uno ya está libre y el otro en camino de recuperar su libertad”.
- “Ustedes hoy tienen dos opciones. Pactar igual que sus familiares, por su voluntad, y al igual que ellos salir libres en unos años para disfrutar algunas de sus ganancias, pero dejando sobre la mesa las grandes fortunas y, sobre todo, los secretos de sus alianzas de protección política en México. Su otra opción es esperar unos meses a que Kamala o Trump sean electos, asuman el poder y desde el Pentágono vengan por ustedes para liquidarlos. Su elección es simple: se quieren vivos y protegidos o con el eterno epitafio a cuestas y el destino de la muerte marcado”. La propuesta era indeclinable.
El sentido común y de sobrevivencia se impuso. “El Mayo” y “El Chapito” volaron presumiblemente desde Hermosillo -la tierra gobernada por Alfonso Durazo, el ex secretario de Seguridad- hasta El Paso. Alguien dice que fueron por ellos a Sinaloa, con escala en Hermosillo. Y hasta que se inventaron que iban en un vuelo con un piloto que ya le desmintió a la periodista Peniley Ramírez que él no trasladó a nadie. Pero eso es lo de menos.
Los recibieron en El Paso agentes del FBI y, sin duda, cada uno ya estará compareciendo bajo la etiqueta de testigo protegido.
Segunda Banda – BIDEN LE GANA A TRUMP
La segunda banda de esta jugada es que, con ese golpe, el gobierno saliente de Joe Biden y los demócratas -ahora abanderados por Kamala Harris- le arrebataron a Donald Trump y a J.D. Vance la agenda de los cárteles mexicanos y del fentanilo.
Los republicanos prometían que llegando acabarían -al estilo Rambo- con los impunes jefes de los cárteles que ya se adueñaron de México. Y frente al electorado norteamericano ya se pintaban los rostros para declarar la guerra. Con las entregas negociadas de “El Mayo” y “El Chapito”, los demócratas se les adelantaron sin disparar un tiro y pueden presumir que resolvieron la crisis. Sin fanfarronerías, sin violencia.
La victoria y las medallas son de Joe Biden, y ya operan en favor de la candidata demócrata Kamala Harris. Dejaron a los republicanos radicales sin discurso sobre México y las drogas. Sin duda, ya hay fila en la frontera de otros capos solicitando el mismo trato y veremos en próximos meses otras “entregas”. Nadie con un Trump tan amenazante quiere traer la guadaña a cuestas.
Tercera Banda – AMLO CONTRA LA PARED
La tercera banda de esta jugada es más compleja, pero es la más trascendente. Más allá de aligerar la guerra contra el narcotráfico, lo que el gobierno de Biden espera con estas entregas pactadas es que, al igual que “El Vicentillo” y que Ovidio Guzmán López, “El Mayo” y Joaquín Guzmán López pongan sobre la mesa las evidencias suficientes para demostrar sus complicidades con el gobierno de la Cuarta Transformación y en particular con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Quizá en esos pactos que ya estaban concretado, antes de la elección presidencial mexicana del 2 de junio, está la respuesta al por qué desde Estados Unidos nadie salió a frenar o a cuestionar la elección de Claudia Sheinbaum. Porque sabían que más temprano que tarde tendrían toda la información de primera narco-mano para inhabilitar el futuro del presidente López Obrador, no sólo como el mesías tropical de Macuspana, sino como el bastón de mando del llamado Grupo de Río, que unifica las naciones de izquierda en América Latina. Y con ello reducir los márgenes de negociación para su sucesora.
Con las revelaciones que den los capos pactados se tendrían suficientes elementos para sentar en el banquillo, no sólo al mandatario mexicano, sino a algunos de sus más cercanos familiares y colaboradores del primer círculo, incluyendo algunos altos mandos militares.
Cuestión de voltear a ver lo que ya sucedió con el ex presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, quien gobernó entre 2014 y 2022, y acabó acusado en Estados Unidos por sus vínculos con el narcotráfico. Hoy purga una condena de 45 años en una prisión de Brooklyn, Nueva York. Y es sólo uno de los 34 hondureños extraditados tras aquella investigación. Toda una limpia.
Por eso, no hay que buscarle tres pies al gato, ni andar tejiendo garabatos. Lo que acaba de suceder con la entrega de “El Mayo” y el otro hijo de “El Chapo” -y que es un sacudimiento sistémico- es el primer paso del Estado Profundo norteamericano, no sólo para frenar el mortal tráfico de fentanilo, sino para recuperar la agenda latinoamericana. Para frenar las injerencias de Rusia y de China en nuestro país y en el continente.
México, con sólo el Río Bravo de por medio, no puede ser otra Venezuela. No en el patio “next door”.
Quizás sea el momento en que los brillantes publicistas de la Cuarta Transformación les manden a “El Mayo” y al “Chapito” una de aquellas famosas camisetas que decían: “Un verdadero hombre nunca habla mal de López Obrador”.
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