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20 de junio 2025

27 de febrero 2023

¡Que alguien me explique!

Marea rosa y blanca: llamado a la Corte

La manifestación rosa y blanco de ayer en todo México dejó de ser una protesta en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador y su capricho de acotarle atribuciones y capacidades al árbitro electoral

Por Ramón Alberto Garza

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Triste y desesperanzador es cuando al menos la mitad de los ciudadanos de una Nación dejan de creer en su líder, desconfían de su presidente.

La manifestación rosa y blanco de ayer en todo México dejó de ser una protesta en contra de Andrés Manuel López Obrador y su capricho de acotarle atribuciones y capacidades al árbitro electoral.

Los cientos de miles de mexicanos que marcharon en 116 ciudades de México y del extranjero ya no esperaban convencer al inquilino de Palacio Nacional para que recapacitara sobre su intentona de Plan B sobre el Instituto Nacional Electoral. Saben que eso es una causa perdida.

Por eso los exhortos, las propuestas, los discursos se centraron en un solo objetivo: hacer un llamado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que frene la afrenta inconstitucional.

Los discursos oficiales de Beatriz Pagés y de José Ramón Cossío en el Zócalo fueron en ese sentido.

La esperanza de los mexicanos que libremente marcharon descansa hoy en los once ministros de la Corte que son el último dique de contención contra una ilegalidad que, de pasar libre, pondría en peligro la democracia en nuestro país.

La elección de la ministra Norma Piña como presidenta del máximo órgano judicial, aunado al marcaje de su distancia frente al presidente López Obrador, dejan bien abierta la puerta para que la Corte recupere el equilibrio que algún día la caracterizó.

Y diga lo que diga hoy en su mañanera, el inquilino de Palacio Nacional, desprecie a quien desprecie, insulte a quien insulte, está claro que frente a la mentira reiterada, su palabra pierde fuerza y su investidura pierde respeto.

Aún con su desdén político, el presidente López Obrador tendrá que reconocer que la llama que nació en aquella marcha del 13 de noviembre creció y se avivó todavía más.

Y por más que hable del pueblo bueno y sabio que presume que lo apoya, él sabe en el fondo que es un pueblo bueno, sí, pero cooptado también por la dádiva mensual y, sobre todo, ignorante de los detalles que significan los draconianos recortes al INE.

Pero la gran mayoría de quienes marcharon ayer, quienes llenaron lo mismo el Zócalo de la Ciudad de México que la Macroplaza de Monterrey, sí tienen conciencia clara del daño que se le estaría infringiendo a la democracia con la reducción de miles de empleados a un INE que -todavía en las condiciones actuales- nada a contracorriente para sacar adelante unas elecciones decorosa.

Los que marcharon ayer son los que están convencidos que la lucha del gobierno de la Cuarta Transformación contra la corrupción es una gran farsa. Y el presidente lo sabe. Segalmex, la CFE, Pemex, Dos Bocas, el Tren Maya, el Banco del Bienestar, tienen cimientos corruptos.

Los que marcharon ayer son los que saben que la prometida transparencia presupuestal es otra de las grandes pifias de un gobierno que esconde sus cuestionados presupuestos detrás de los uniformes verde olivo. Este gobierno prefiere elevar los presupuestos de sus sectores autoritarios y recortar los de aquellos que promueven y custodian la democracia.

Los que marcharon ayer son los que están convencidos que tenemos el más pobre gabinete de gobierno del que se tenga memoria, porque casi todos los que valían la pena ya se fueron, porque los que se quedaron son los que están dispuestos a tolerar todos los desplantes y caprichos de un presidente que en privado los insulta y los sojuzga con exigencias hasta la ignominia.

Los que marcharon ayer son los que saben que en la medida en que se debilite al Instituto Nacional Electoral se fortalecerá el aparato paralelo que, con la ayuda del crimen organizado, está financiando las campañas, principalmente las de Morena, en más de una docena de estados en los que ya co-gobiernan. Y eso se reflejará, sin duda, en las elecciones presidenciales del 2024.

Por eso decimos que el presidente López Obrador volverá hoy a las andadas, al decir que respeta las marchas por la libertad de expresión, pero que quienes participaron en esa marea rosa y blanca son mexicanos manipulados por los conservadores, por los fifís, por sus adversarios. Él sabe que no es así.

Y su tarea entre hoy y el día en que la Suprema Corte emita su último fallo sobre el Plan B y el INE, será atacar a los ministros buscando bajarles la guardia en un intento por doblarlos. Se equivocará. La marea rosa y blanco hará lo suyo.

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