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14 de diciembre 2025

12 de diciembre 2025

Opinión

#LosTaconesDeMarcela | Venezuela casi LIBRE; México “secuestrado”

Los Tacones De Marcela

María Corina Machado no llegó a pronunciar su discurso como Premio Nobel de la Paz, porque tuvo que “escapar” de su país; pero con las primeras líneas que recitó su hija Ana en su representación se confirma que hoy México pasa por lo que Venezuela pasó años atrás

Por Marcela Garza Barba

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El miércoles en la mañana encendí la televisión y lo primero que vi fue el discurso escrito por María Corina Machado, en palabras de su hija Ana Corina Sosa.

María Corina no llegó a pronunciar dicho discurso al ser la Premio Nobel de la Paz, porque tuvo que escapar, literalmente, de Venezuela y evadir controles militares para llegar por cielo, mar y tierra (literalmente) hasta Oslo, Noruega.

Con las primeras líneas que recitó Ana, con un inglés perfecto y una pasión democrática ejemplar, tuve para comenzar a llorar al sentir que hoy México pasa por lo que Venezuela pasó años atrás.

Un “al diablo con las instituciones” promovido desde la época chavista.

Un “huachicoleo” al estilo Maduro.

Un “divide y vencerás” con una justicia a modo, mientras “a mis hijos y su clan” no los tocas.

Y un Cártel de los Soles en poder de la nación.

No tengo ni qué reemplazar a un Hugo Chávez ni a un Nicolás Maduro por un Andrés Manuel López Obrador, ni el nombre de los cárteles, ni el reemplazo de cada institución… la historia se cuenta sola.

Países así necesitan ayuda y hoy Estados Unidos ayuda a recuperar la democracia en Venezuela.

Venezuela casi libre, México “secuestrado”.

María Corina y los suyos despertaron el faro democrático en Venezuela y Estados Unidos ya actua junto con ellos.

En México vamos tarde.

Hoy, María Corina sale al público tras dos años de confinamiento por ser una opositora incómoda del régimen de Nicolás Maduro.

Gracias a la ayuda de Estados Unidos y unos tantos venezolanos, María Corina escapó por Curazao en una embarcación y bajo la supervisión de aviones militares estadounidenses.  

Machado y dos personas de su confianza lograron pasar diez puestos de control militar sin que fueran reconocidos.

Un jet privado en Miami los llevó hasta Oslo.

Haciendo el bien, huyendo de un gobierno autoritario y opresor que hoy tiene a más de mil presos políticos, entre ellos, la mejor amiga de María Corina.

María Corina no llegó a tiempo para recibir el Premio Nobel de la Paz.

Tampoco para dar su discurso.

Pero, en su lugar, habló su hija Ana Corina Sosa.

Las palabras escritas por María Corina en la voz de su hija no defraudaron, al contrario, enaltecieron al movimiento y todo lo que representa su madre María Corina.

Ese faro de luz democrático.

¿Les suena familiar?

Como bien dicen María Corina y Ana…

“La libertad no es algo que esperamos, sino algo en lo que nos convertimos”.

México, como Venezuela, NO es libre.

Aunque Venezuela nos lleva la delantera y ya huele a aires de libertad, gracias al apoyo incondicional del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

México hoy vive secuestrado por el terror… por el temor, al igual que Venezuela, la diferencia es que ese terror y temor comenzaron en 1991 en Venezuela, en México bastaron siete años para transformar la poca democracia que respirábamos en un autoritarismo morenista, sofocando con reformas a modo a los tres poderes y a la fiscalía.

Hoy, México está secuestrado por el terror de las desapariciones, de los homicidios, de los coches bomba.

Secuestrado por el terror del crimen organizado, del huachicoleo, del nulo sistema de salud y de educación.

Secuestrado por el temor a caminar de noche por una calle, a que le paguen treinta mil pesos a un adolescente por disparar a quema ropa, por el temor a las nulas instituciones, al aniquilado Estado de Derecho.

Los mexicanos vivimos en modo supervivencia, gracias al gobierno del ex presidente López Obrador y de la presidente Claudia Sheinbaum; gracias a la estrategia de “abrazos, no balazos” que aún sigue vigente en nuestro país.

El que diga lo contrario, seguramente vive de mañaneras, de irrealidades ensalzadas con dádivas del bienestar a conveniencia. 

Porque ¿cómo explicar que sigan criminales de cuello blanco en el círculo íntimo de la secta morenista?

Familiares y amigos del ex presidente López Obrador manejando los tentáculos de la corrupción y la criminalidad.

Lo mismo que sienten María Corina y Ana por Venezuela, lo sienten millones de mexicanos hoy, por México.

Si no, pregúntenles a las madres buscadoras, a los agricultores, a los transportistas, a los abogados y jueces que sí estudiaron una carrera.

A los estudiantes y la Generación Z, a las Grecias Quiroz y los líderes empresariales.

A los dueños de medios de comunicación que se sienten amedrentados por un sistema que, o estás con ellos o eres el enemigo.

A los médicos, a las enfermeras, a los niños sin clases, a las madres que no tienen en dónde dejar a sus hijos, mientras llevan el pan a la mesa.

Se nos ha arrebatado la democracia, no podemos ser espectadores, sino agentes de cambio.

Nunca hemos tenido un gobierno perfecto.

Pero con todo y la época tiranosáurica del PRI, México respiraba democracia.

Había instituciones, balance de poderes, impartición de justicia.

Sí, en efecto, el gobierno del pasado -tricolor o azul- no era perfecto, se acercaba más a una democracia que el guinda de ahora.

Así como en Venezuela, la Suprema Corte, la fiscalía en manos del régimen.

Los hijos de presidentes y ex presidentes haciendo de las suyas, con tráfico de influencias y negocios en lo oscurito.

Y ahora Estados Unidos, al ataque de los cárteles terroristas.

¿No vamos camino a SER un Venezuela?

¡En el espejo de María Corina nos miramos!

El tiempo lo dirá; ojalá que no, porque a nadie se le desea dos años de confinamiento.

Vivir días en la cárcel por hablar con la verdad.

Huir del país que amas por miedo a represalias dictatoriales.

No abrazar a tus hijos ni a tus seres queridos.

Y menos viajar, arriesgando tu vida para recibir el Premio Nobel de la Paz.

Mis respetos para María Corina, Ana Corina y toda su familia.

Para Edmundo González y para los venezolanos que apoyaron.

Una lucha que comenzó el día que María Corina cuestionó al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

Y siguió por años después hasta llegar por lancha a Curazao y luego por avión a Oslo, Noruega para recibir el Premio Nobel de la Paz.

No llegó al discurso, sí llegó a saludar al balcón y hasta se saltó unas vallas.

Hoy, María Corina sigue luchando por aquellos silenciados, perseguidos políticamente, madres buscadoras, agricultores, transportistas, empresarios, doctores, maestros.

María Corina lucha por quitarle a Venezuela las cadenas de Maduro y junto con Edmundo González, presidente electo lo están logrando.

Me pregunto.

¿Y las María Corinas de México?

¿Dónde están?

URGE un faro de luz democrático que traiga paz a los mexicanos, así como a los venezolanos.

México no quiere SER Venezuela.

México quiere ser LIBRE y no “secuestrado”.

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