20 de diciembre 2024
Opinión
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Los Tacones De Marcela
Cerramos 2024 con tintes “echeverristas” de 1970. Sumergidos en reformas constitucionales a modo, gobernados en un Estado sin derechos humanos básicos como la educación, la salud y la seguridad. Embriagados de dádivas cuatroteístas que hacen olvidar el nepotismo descarado con el que reina el actual gobierno. Tan sólo en el sexenio del ex presidente López […]
Por Marcela Garza Barba
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Cerramos 2024 con tintes “echeverristas” de 1970.
Sumergidos en reformas constitucionales a modo, gobernados en un Estado sin derechos humanos básicos como la educación, la salud y la seguridad.
Embriagados de dádivas cuatroteístas que hacen olvidar el nepotismo descarado con el que reina el actual gobierno.
Tan sólo en el sexenio del ex presidente López Obrador, el gasto en programas sociales aumentó en un cien por ciento.
Hoy, el mexicano se queda sin casa, sin salud, sin educación, sin seguridad, pero con seis mil y ocho mil pesos en la bolsa. Los seis mil como pensión mensual de los adultos mayores y los ocho mil cuatrocientos ochenta pesos, para ser exactos, para los jóvenes construyendo el futuro.
Hay que querernos un poquito más, no regresemos al pasado corregido y aumentado, veamos hacia el futuro, soñemos con un nuevo México, uno en el que se gobierna por el bien del ciudadano, no por el bien de unos cuantos.
Los programas sociales son el placebo de una sociedad que sigue pudriéndose de raíz.
Es hora de escribir una nueva página.
Una que no esté basada en el “echeverrismo” o en el “amloísmo”, que para fines prácticos es lo mismo.
Hoy podemos decir que el echeverrismo no es una referencia exclusiva al mandato del ex presidente priista, Luis Echeverría.
Tampoco esa frase del viejo PRI hace alusión solamente a los años hegemónicos del partido tricolor.
Porque, seamos sinceros.
Hoy Morena, reinada por un amloísmo de cuarta, es igual o peor que el echeverrismo de los setentas, aunque estemos por cambiar de página a 2025.
Los tiempos de la Cuarta Transformación se parecen tanto a “El Cuarto Movimiento de nuestra sinfonía histórica”, como llamaba a su gobierno Echeverría.
De hecho, López Obrador es considerado como un alumno del populismo que practicaba el autoritario priista en los setentas.
Ambos con aires de mesías, “rescatando” al pueblo “bueno y sabio” con triquiñuelas que benefician a ellos, a sus familias y a sus siervos de nación.
Utilizando una guerra sucia en contra de los movimientos de oposición.
Gobernando en lugar de seis años por doce, con gobiernos títeres autoritarios disfrazados de democráticos y transformadores.
En el caso de AMLO, con un bastón de mando para la presidenta actual Claudia Sheinbaum.
En el de Echeverría, con una elección basada en el “dedazo” a José López Portillo.
Entre 1970 y 1982, a ojos de Echeverría, se vivió la “apertura democrática”.
Digo a ojos de Echeverría, porque esa apertura iba de la mano de un autoritarismo basado en una fuerza mezclada con poder y no en una voluntad libre y pacífica.
De hecho, en este periodo, más específicamente en 1972 se promulgó la ley del Infonavit, es por la que ahora el gobierno quiere pasar de administrador a posesionario.
Actualmente, el gobierno busca controlar 2.4 billones de pesos de los trabajadores.
Ni Echeverría se atrevió a tanto.
Vaya demagogia populista, por aquello de “por el bien de todos, primero los pobres”, cuando a todas luces se ve que primero es el PLAN C de Corrupción del ex presidente, aún en funciones desde su rancho La Chingada (si es que está ahí) López Obrador.
Bueno, y ya que andamos en modo PRIMOR, dicha frase, la de “primero los pobres”, fue copiada por AMLO de un priista, Enrique González Pedrero, gobernador de Tabasco de 1983 a 1987.
Por eso, no me extraña que se destape la cloaca de perversidades, incluso internas, por aquello de la pelea entre Ricardo Monreal y Adán Augusto, gallos de AMLO y priistas de corazón.
Y que, aparte de quitarnos la salud -que por cierto la falta de atención médica y medicamentos causa el 20 por ciento de las muertes en nuestro país-, la educación, más de 4 millones de niños, niñas y adolescentes no asisten a la escuela y 600 mil están en riesgo de dejarla, la casa con eso de las estrategias a modo de adueñarse del Infonavit.
Nos quitan la paz con la fallida estrategia de “abrazos, no balazos”.
El echeverrismo y el amloísmo se rigen por los mismos antivalores políticos y de gobierno.
La impunidad y el nepotismo que andan por la libre.
AMLO y Andy.
Luisa María Alcalde y Bertha
Guadalupe Taddei y la familia Taddei en Morena.
Manuel Bartlett y su hijo Bartlett Jr.
Nepotismo oligárquico.
Si habíamos avanzado a una transición democrática, después de Echeverria, hoy estamos regresando al periodo anterior de dicha transición.
Vivimos en un país “de cuarta”, en el que la que se sienta en la silla presidencial, hasta ahora, es presunta cómplice de la falta de gobierno democrático.
Nuestro país se merece ir hacia adelante, no hacia atrás.
Es hora de escribir una nueva página.
¿Cómo es posible que los mexicanos de los setenta alzaban más la voz que los de hoy, en casi 2025?