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13 de marzo 2025

19 de septiembre 2017

¡Que alguien me explique!

Los filósofos del Hoyo 19

En el bar conocido como Hoyo 19 los empresarios, políticos y ejecutivos que practican el golf, intercambian opiniones

Por Ramón Alberto Garza

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El golf suele ser un deporte muy efectivo para cultivar las relaciones públicas.

En esos verdes campos, en el trayecto entre un hoyo y otro, los jugadores platican, debaten, proponen, arreglan el
mundo, y en no pocas ocasiones se cierran negocios.

Privados y públicos.

Pero en muchos de esos campos existe un hoyo en donde se renuncia a los palos de golf y se alzan las copas, para reseñar la sobremesa tras los 18 hoyos de juego. Es un bar al que se le conoce como El Hoyo 19.

Y para los empresarios, políticos y ejecutivos que practican el golf, el tiempo que pasan en ese Hoyo 19, suele ser el
que rinde mejores dividendos.

Sobre todo porque es ahí, con un whisky o un tequila en la mano, entre chistes y madreadas, el intercambio de
opiniones florece y los rostros acartonados se relajan.

Es entonces cuando se discuten los temas de fondo.

Sean de negocios privados o públicos. Sean políticos o sociales.

Y es en esas conversaciones, en donde se va forjando, juego tras juego, toda una corriente de pensamiento entre aquellos que practican el golf.

El Hoyo 19 se convierte así en el abrevadero del pensamiento coloquial de una clase que lo tiene todo, hasta el tiempo para jugar hasta dos y tres veces por semana, sin que se afecten sus ingresos ni su estilo de vida.

Los filósofos del Hoyo 19 suelen ser una elite que habla mucho y profundiza poco. Que escuchan al líder de la manada y adoptan sus frases cliché como dogmas de fe, para repetirlas en las juntas de consejo, en las reuniones sociales o en las comidas políticas.

Hasta que a fuerza de ser repetidas, esas frases se vuelven un mantra social, un evangelio al que no se le debe trasgredir ni con el pétalo de un cuestionamiento.

Y ese evangelio, en muchas ocasiones superficial, validado por quienes pautan publicidad en los medios tradicionales de comunicación, acaba por permearse como la Biblia en diarios y revistas, frecuencias de radio o pantallas de televisión.

Y es ahí donde se da el destemplamiento social. Cuando visiones poco profundas, de opiniones a bote pronto de
unos cuantos, chocan de frente con las visiones que viven en las calles aquellas mayorías que a diario luchan por la sobrevivencia.

En Estados Unidos, para los filósofos del Hoyo 19, Hillary Clinton sería la incuestionable sucesora de Barack Obama. A Donald Trump no lo hacían ni en las boletas.

Se equivocaron.

Los filósofos de los Hoyo 19 en los clubes de golf de Nuevo León despreciaron en 2015 la lectura política de un casi iletrado candidato independiente, que acabó pulverizando sus pronósticos sobre quien sería el próximo gobernador.

Fallaron estrepitosamente.

Y como suele suceder frente a cada elección presidencial, y la del 2018 no será la excepción, los filósofos del Hoyo 19 reincidirán en profetizar un México a la medida de sus pensamientos y de sus intereses. Pero eso será falaz.

Con la diferencia de que hoy, sus opiniones inoculadas a través de medios que cada día pesan menos, se toparán con un juego mas popular y estratégico que el golf: el del campo digital de las ponderosas redes sociales.

Y será entonces que la opinión que contará será la que se vote al instante, a través de un “like”, del “retweet”, el “Whatsapp” o el “Facebook”. Ya no mas la que se dé con el whisky o el tequila en la mano, filosofando entre el verdor, desde el Hoyo 19.

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