17 de noviembre 2025
¡Que alguien me explique!
Los Cuervos del Bienestar
Que nadie se dé por inocente ni por sorprendido. Las decenas de hombres enmascarados que reventaron la marcha de la Generación Z en la Ciudad de México y en otras entidades fueron porros a sueldo de la Cuarta Transformación
Por Ramón Alberto Garza
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Que nadie se dé por inocente ni por sorprendido. Las decenas de hombres enmascarados que reventaron la marcha de la Generación Z en la Ciudad de México y en otras entidades fueron porros a sueldo de la Cuarta Transformación.
Lo que ignoramos es si fueron enviados por el gobierno en turno, el de la presidenta Claudia Sheinbaum, para desacreditar la primera gran protesta nacional contra su gobierno o si esos encapuchados de negro fueron apadrinados desde Palenque, donde se refugia el jefe de la “nomenklatura” de Morena, Andrés Manuel López Obrador, la corrupta élite política que busca debilitar y someter -a cualquier precio- a su sucesora, quien en su primer año de gobierno se dedicó a perseguir -o al menos a no defender- a su hijo, el huachicolero Andy López Beltrán, a su “hermano”, el “barredor” Adán Augusto López y a media docena de altos delincuentes morenistas que saquearon las arcas y pactaron con el crimen organizado.
La represión de la que fuimos testigos el sábado, en el Zócalo de la Ciudad de México y que dejó un saldo de 120 heridos y 40 detenidos, sólo apunta a quienes ayer -cuando eran jóvenes de aquellas disidencias de 1968, de 1971 y de 1986- utilizaron la protesta contra el PRI y contra el PAN para buscar su salida del poder. Hoy son esos mismos “idealistas de izquierda” los que con su autocracia se muestran intolerantes a cualquier disidencia. Claudia Sheinbaum, por sus razones, y Andrés Manuel López Obrador, por las suyas, buscan inhibir la salida de los ciudadanos a las calles. Y si fracasan, promueven la violencia para crear el “Estado de Excepción” que les dé el pretexto para la represión, para suspender garantías. Si en 1968 y en 1971 -con el PRI- utilizaron para esos fines a Los Halcones, en 2025, el nuevo bloque de choque son los “Cuervos del Bienestar”.
Veamos desde esa óptica la historia del sábado pasado, detrás de esos hombres de negro que se transformaron en el epicentro del conflicto, en medio de la pacífica demostración de repudio a lo que sucede hoy en nuestro país.
Presidenta Claudia Sheinbaum. Qué pronto olvidó usted sus días de disidente de izquierda, cuando con su entonces pareja, Carlos Imaz, encabezaban las marchas callejeras del movimiento universitario de 1986. El mismo Carlos Imaz -el llamado Hombre de las Ligas- quien recibió en 2006 del empresario Carlos Ahumada millones de pesos para la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Con qué facilidad se desprendió usted, presidenta Claudia Sheinbaum, del orgulloso legado de sus padres, luchadores ambos del trágico movimiento estudiantil de 1968. Está claro que la banda presidencial ya la instaló del lado de la intolerancia, de la represión que, como joven idealista, como Generación Z de aquel entonces, tanto criticó. Como presidenta condena hoy las mismas prácticas que ayer usted y sus colegas simpatizantes de la nueva izquierda mexicana, utilizaron para protestar por los excesos de poder. Los del PRI y los del PAN.
Ése es el mismo truco barato que utilizó en 1968 el izquierdista Luis Echeverría, cuando como secretario de Gobernación reprimió -con un baño de sangre estudiantil- aquella noche del 2 de octubre en Tlatelolco. Y tres años después -ya como presidente- el mismo Luis Echeverría fabricó la represión del 10 de junio -la del llamado Jueves de Corpus- cuando buscaba deshacerse de su rival priista, el “derechista” Alfonso Martínez Domínguez, entonces regente de la Ciudad de México. Habilitó a sus grupos de choque que pasaron a la historia como Los Halcones, por sus vestimentas de negro. Los enmascarados del sábado, los hombres de negro fueron imitaciones de aquellos. Estos eran los Cuervos del Bienestar.
Las marchas ciudadanas que bajo el sello de la Generación Z se vivieron el sábado en la Ciudad de México, en Monterrey, en Guadalajara, en Uruapan y en una docena más de ciudades, se instalan como la primer gran protesta nacional de repudio a su gobierno. Usted misma pretendió en sus mañaneras desacreditar esa marcha pacífica como un movimiento manipulado de “la derecha”, buscando disuadir a los ciudadanos de que asistieran. Pero falló.
Los contingentes fueron multitudinarios. Fueron decenas de miles de mexicanos de bien, que están cansados de la corrupción, de la extorsión, de los desaparecidos, de un mal gobierno incapaz de salvaguardar con 14 de sus soldados la vida de un alcalde como Carlos Manzo, quien por ser frontal y contestatario a sus políticas acabó victimado en la plaza pública. O de Bernardo Bravo, el líder de los limoneros de Apatzingán, a quien los cárteles le arrebataron la vida por denunciar la imparable extorsión.
En su corazón, presidenta Claudia Sheinbaum, usted esperaba que las manifestaciones del pasado sábado fueran un rotundo fracaso. Pero no fue así. A pesar de la instalación de muros de acero rodeando el Palacio Nacional y de la provocación de movilizar -como siempre- a la CNTE para ocupar por anticipado el Zócalo, su cometido no se cumplió. Los ciudadanos tomaron la explanada del corazón de la Nación. Las imágenes de los sombreros de Carlos Manzo y del anime japonés “One Piece” se adueñaron de las calles.
Lo que vimos el sábado fue el desfile de una ciudadanía que, con desbordado y justificado hartazgo contra su gobierno y el de su antecesor, se desplazó pacíficamente por las calles y avenidas de todo el país. Sin líderes visibles, sin políticos oportunistas que sacaran tajada, sin acarreos pagados. Y esa espontaneidad coloca a Morena y a los suyos en estado de alerta, contra la pared.
La corrupción, la impunidad, el mal manejo de las finanzas nacionales y de las quebradas empresas estatales, la fuga de capitales y la creciente deuda pública, ya son intolerantes. Pero más indignante aún es la confirmación de la existencia de un “Narcoestado” que protege a la delincuencia y combate a los ciudadanos que reclaman su libertad para manifestarse. Usted misma, presidenta Claudia Sheinbaum, lo reconoció en su mañanera cuando renunció públicamente a combatir a esos cárteles.
Después de décadas de hacer suyo el mérito de la generación del 68, el de los jóvenes que buscaron un cambio democrático, usted acabó por imitar al presidente del 68, a los represores Halcones del 71, con sus Cuervos del Bienestar.
Por eso fueron necesarios los enmascarados del Bloque Negro, que llegaron con los rostros cubiertos, con vestimentas oscuras -como los intereses que los financiaron- para derribar los muros de acero que protegían al Palacio Nacional y que sirvieron de escaparate para pintar la palabra “narcoestado”.
Buscaban el brote violento, la reacción de la policía, el lanzamiento de gases lacrimógenos, que terminaran por dispersar a los pacíficos manifestantes. Igualito que en el 68, copia calca del 71.
Y en el colmo del descaro, al final del día, el parte dado por los jefes de la policía de la morenista Ciudad de México fue que las víctimas fueron los policías, no los ciudadanos. Ahora resulta que los “patos ciudadanos”, que acudieron con familias, con adultos mayores a una cita ciudadana pacifica, le tiraron a las “escopetas uniformadas”, atrincherados, en la fortificación, apertrechadas con gases y macanas. Los victimarios colocados en el escaparate de la conferencia de prensa como víctimas. Truco barato. ¿Acaso fue coincidencia que las sedes de la violencia del sábado -además de la Ciudad de México- fueran Colima y Jalisco, enclaves de los cárteles que sobreviven?
Bien haría, presienta Claudia Sheinbaum, en dedicar sus mejores servicios de inteligencia, no a denostar ni a exponer a menores de edad que promovieron esa manifestación pacífica, sino a pedirle a su secretario Omar García Harfuch, que le investigue quién o quiénes patrocinaron el Bloque Negro, a esos Cuervos del Bienestar, que con su represión dieron las imágenes de una manifestación gaseada, con heridos, violenta. Tal como usted misma lo telegrafió desde las mañaneras, ¿será adivina?
Sin necesidad de utilizar esos talentos de adivina, usted sabe, presidenta Claudia Sheinbaum, que tiene tantos adversarios en el pueblo agraviado, dolido, pero sobre todo en Morena.
Sus opciones hoy, frente al creciente descontento, se limitan a dos. O abre los ojos y acepta la realidad del “fuego amigo”, o le van a crear -de la mano de los cárteles- las condiciones para adelantarle su revocación de mandato. O incluso mandarla a casa -por motivos de salud- acosada por el “estrés emocional” de una Nación que tiene meses que se le viene escapando entre las manos. Voltee a revisar el severo descenso en sus niveles de popularidad.
Y ese sí que sería “un regalazo” para quienes desde La Chingada buscan que quienes despachen en Palacio Nacional sean abyectos y obedientes empleados, que no se salgan del guion que les impone con sus oscuras herencias el “MoNarco” Macuspano, don Fentanilo Primero, Príncipe del Nuevo Reino del Huachicol y Duque de los Abrazos, Sin Balazos.
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