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13 de octubre 2020

Opinión

La vergüenza de las remesas

El fondo del debate es si el presidente López Obrador debe de presumir y lanzar declaraciones de júbilo porque nos llegan más remesas.

Por Ramón Alberto Garza

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Uno de los debates más frecuentes que los economistas de su tiempo sostenían con el presidente Vicente Fox era que la cifra de las remesas no era asunto de gobierno como para ser presumido en un informe.

Las remesas son los envíos que desde el extranjero –y en particular desde los Estados Unidos- envían nuestros compatriotas mexicanos, quienes al no encontrar oportunidades en nuestro país tienen que emigrar para buscar en otra nación el sustento básico para los suyos.

Fox fue el primer presidente que de manera regular salía a presumir cómo los envíos de remesas se elevaban trimestre tras trimestre, como si ese fuera un gran logro de su gobierno.

Lo que en realidad reflejaba esa cifra era que crecía la dependencia de millones de familias mexicanas, cuya supervivencia estaba fincada en la exportación de la miseria.

Es decir, el mexicano que no podía encontrar trabajo en México aceptaba un reducido salario que se le ofrecía en los Estados Unidos, porque era su última salida digna para sobrevivir.

De lo ganado, la mitad para sobrevivir como “mojado” y la otra mitad para dedicarla al sustento de los padres, la esposa o los hijos.

Incluso Fox creyó defender a nuestros trabajadores migrantes –generadores de esas remesas- cuando dijo que nuestros paisanos hacían ”trabajos que ni los negros querían hacer”.

Vienen estos recuerdos a colación, porque de nuevo otro presidente, Andrés Manuel López Obrador, utiliza el crecimiento de las remesas como si se tratara de un gran logro del gobierno de la Cuarta Transformación.

Durante sus últimas Mañaneras, el inquilino de Palacio Nacional viene insistiendo en que las remesas de los migrantes mexicanos son uno de los factores que están amortiguando la crisis económica creada por la pandemia, sobre todo en las clases más necesitadas.

Y sin duda tiene razón. Por supuesto que es mejor recibir esas remesas en medio de la crisis, que dejar en el desamparo de lo básico a millones de mexicanos que perdieron el empleo.

Pero lo que no explica el presidente López Obrador es el origen de ese incremento de las remesas, que en el primer semestre de este año -con cuatro meses de pandemia- alcanzaron los 19 mil 75 millones de dólares.

Esta cifra es 10.5 por ciento superior a la que se dio en los primeros seis meses del 2019 y significa el segundo ingreso más importante de divisas, solo por debajo de las exportaciones automotrices, pero por encima de las petroleras y el turismo.

En el primer semestre del 2020 se recibieron 56.75 millones de envíos de remesas contra 53.75 millones en 2019. Es decir, se dieron 3 millones de envíos de remesas más. La mayoría por transferencia electrónica.

Sumado a eso, el promedio en el primer semestre del 2020 fue de 336 dólares por cada envío, mientras que en el 2019 alcanzó los 321 dólares.

En síntesis, en el primer semestre del 2020, comparado con el 2019, se mandaron 3 millones más en remesas y el promedio de envío por cada remesa subió casi un 5 por ciento.

Lo que el gobierno debería explicar –para entender el repunte- es que desde que se inició la pandemia millones de migrantes mexicanos en Estados Unidos comenzaron a recibir un cheque de ayuda del gobierno norteamericano.

La entrega de esos cheques se viene dando por igual a quienes tenían empleo o no lo tenían, y alcanzaba hasta los mil 200 dólares. Los migrantes mexicanos con años de trabajo en los Estados Unidos también lo recibieron. Y de ahí que los envíos se incrementaran en cantidad y en volumen total de las remesas.

Pero el fondo del debate es si el presidente López Obrador –como en su tiempo sucedió con su antecesor Fox- debe de presumir y lanzar declaraciones de júbilo porque nos llegan más remesas.

Eso hoy, como en los tiempos del entonces Gobierno del Cambio, es presumir al mundo que exportamos mano de obra barata, no solo con la maquila, sino con el trabajo pobremente pagado de quienes se fueron de México por falta de oportunidades.

Bien por nuestros compatriotas héroes, que como buenos padres, madres, hijos o hijas, se preocupan por enviar mensualmente su ayuda a la familia que los espera en México.

Mal por los gobiernos y sus mandatarios, que hacen de las remesas un timbre de orgullo, cuando lo que se está “presumiendo” es que quienes las generan son más productivos que toda la industria petrolera y todas las divisas que genera el turismo en nuestro país.

Por favor, aceptemos en silencio el trabajo del sudor de nuestros migrantes, pero como gobierno, dejemos de saludar con el sombrero de la miseria ajena.

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