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21 de noviembre 2024

24 de junio 2020

Opinión

La Tapadera Azul

Si el PAN original -el de los principios- quiere tener alguna posibilidad de ser competitivo en las elecciones de 2021, tiene que dar un fuerte golpe en la mesa.

Por Ramón Alberto Garza

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Es muy difícil que México prospere hacia la modernidad mientras sus actores políticos velen por sus propios intereses muy personales, los de sus líderes, por encima del interés común.

Falsos son los discursos de que vamos a acabar con la corrupción, de que se va a encarcelar a los saqueadores, de que se van a buscar a los mejores hombres y mujeres para sacar al buey de la barranca.

Tomen como ejemplo lo que sucede hoy en Nuevo León, a solo once meses de que se den las elecciones para elegir al nuevo gobernador y renovar el Congreso local.

Sentenciados por un tribunal federal como dos delincuentes que merecen castigo, Jaime “El Bronco” Rodríguez y su secretario de Gobierno, Manuel González, sobreviven por inconfesables contubernios con algunos partidos políticos.

Poco hay que discutir. El gobernador y su Gabinete están confesos de haber desviado no solo dinero del Erario estatal, sino tiempo de cientos de funcionarios, para apoyar a “El Bronco” en su fallida campaña presidencial del 2018. Existe la obligación judicial de que sean castigados.

Pero como el promotor de la destitución es Samuel García, el celo político del resto de los partidos acaba por concluir que “no hay que hacerle el caldo gordo a Movimiento Ciudadano”. Se les pavimentaría el camino rumbo al 2021.

Con ese pretexto los legisladores locales del PAN, comandados por Carlos “Chale” de la Fuente están dedicados a boicotear cualquier iniciativa de la Comisión Anticorrupción del Congreso de Nuevo León, que preside el legislador emecista Arturo de la Garza.

El PAN de Nuevo León, bastión blanquiazul de donde emergieron personajes de la talla de Pablo Emilio Madero, Luis Santos de la Garza, Rogelio Sada, Fernando Canales, José Luis Coindreau, Fernando Elizondo Barragán, Tere García de Madero, Cana Fernández y Humberto Treviño Landois, hoy es manejado por una mafia sin escrúpulos.

El padrino de esa mafia que desplazó los principios por las componendas es Raúl Gracia, oscuro personaje de los acuerdos bajo la mesa, que tiene como escuderos a Zeferino “Chefo” Salgado y al legislador Victor Pérez.

Si quieren ver la calidad moral de los personajes, baste buscar en los archivos sus sospechosas investigaciones en el asesinato de Hernán Belden, o los nexos de “Los Chefos” con casineros como José Rojas Cardona o Jorge Hank Rhon. Hasta un helicóptero les regalaron.

Es la misma mafia que se encargó de sepultar los ideales tradicionales del PAN en Nuevo León para instalarse como traficantes de influencias y de plazas en San Pedro, San Nicolás, Santa Catarina, sus enclaves históricos. Acabaron perdiendo su mejor enclave, San Pedro.

Por eso cuando ahora aparecen como los salvadores de El Bronco y su Gabinete nada extraña. Fieles a su reputación de vendedores de favores, son los esquiroles a sueldo para impedir que los legisladores de Nuevo León cumplan la exigencia del Tribunal Federal Electoral.

Curioso que además de Movimiento Ciudadano, sean el PRI, Morena, el PES y hasta el PT los que empujan en favor del castigo –aunque solo sea la destitución de Manuel González- y los del PAN ponen su pecho para proteger con una simple multa a los corruptos.

Tan demeritado está ese PAN en Nuevo León, que hoy no tienen de facto un solo candidato que pueda ser competitivo para buscar la gubernatura en el 2021.

Y solo una pasarela con el llamado viejo PAN, el que en los 70, 80 y 90 logró las épicas victorias para conquistar toda el área metropolitana de Monterrey e incluso la gubernatura, podría rescatar la posibilidad de convencer a un candidato decente, incluso en alianza con otros partidos.

Los legisladores de Morena y el PT salvaron cara en la última fallida votación, cuando se opusieron abiertamente o se abstuvieron de votar por un castigo muy light para El Bronco y su Secretario de Gobierno. Pero las tentaciones están sobre la mesa.

Hasta ahora los corruptos confesos del llamado “gobierno independiente” van ganando la partida tomados de la mano del PAN. Con argucias, difiriendo votaciones o impidiendo quórums. Pero el tiempo se les agota.

Si el PAN original, el de la mística y los principios, quiere tener alguna posibilidad de ser competitivo en las elecciones 2021, tiene que dar un fuerte golpe en la mesa.

Solo así podrán rescatar lo que tanto les costó construir de las manos de ambiciosos personajes bipolares de clóset, que operan más como una mafia a la que ya se le conoce como “La Tapadera Azul”.

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