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21 de noviembre 2024

30 de enero 2019

¡Que alguien me explique!

La siembra y la cosecha

Andrés Manuel está extirpando los cánceres que postran a México y que en otros sexenios, mandatarios recetaron solo aspirinas, cobrándolas como quimioterapia

Por Ramón Alberto Garza

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Suben de tono en estos días las voces que le reclaman al presidente Andrés Manuel López Obrador lo que llaman sus radicales acciones en los primeros 60 días de su gobierno.

Solo ayer martes, la degradación de Fitch Ratings a la deuda de Pemex -que se colocó a un escalón de ser “papel chatarra”-  generó una ola de condenas.

Porque esas voces dicen que el castigo “es por lo mal que el nuevo gobierno está manejando el ataque al huachicol y la escasez de gasolinas”.

Son las mismas voces que censuraron la suspensión del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México o las que reclaman la pasividad del nuevo gobierno frente al bloqueo de la CNTE a los ferrocarriles del sur.

Pero para evaluar, opinar y juzgar correctamente, veamos quién sembró la mala semilla y quién paga la pobre cosecha.

La siembra del nuevo aeropuerto de Texcoco fue aplazada en el sexenio de Fox. Calderón también dijo “Yo paso”. Y urgidos de fondos electorales, el gobierno de Peña Nieto aceleró en su último año una obra que venía con un sobrecosto del 50 por ciento.

La cosecha de ese nuevo aeropuerto la asume el presidente López Obrador, quien pagando el precio de una opinión contraria, suspende lo que considera el foco más grande de corrupción e impunidad de los últimos sexenios. Y a la extirpación de ese “cáncer” le llaman “capricho”.

La siembra de la semilla del huachicol se plantó en el sexenio de Calderón y floreció como plaga en el de Peña Nieto. Saquear combustibles se volvió una productiva industria criminal que les dejaba a los huachicoleros de cuello blanco y a sus cómplices sindicales unos 60 mil millones de pesos al año.

La cosecha fue descubrir que la ordeña de ductos era un operativo bien montado, desde adentro de las refinerías. Y el nuevo gobierno por fin decidió enfrentar a esas mafias que hicieron de Pemex su negocio personal. El desabasto temporal solo es una hemorragia menor en una difícil operación para extirpar ese cáncer.

La siembra de los bloqueos de la CNTE a las vías del ferrocarril no se debe a las dos quincenas que se les deben a los maestros. Durante el sexenio anterior y con el padrinazgo de Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Miranda, la rebeldía magisterial fue acallada con miles de millones de pesos entregados a sus líderes a cambio de su silencio.

La cosecha a esos bloqueos obedece a que el presidente decidió dejar de comprar la paz. Y canceló el chantaje que sangraba las arcas nacionales.

Quizás aquella mano que años atrás mecía sus carteras la paz comprada es la misma que hoy les patrocina el plantón para fabricar una crisis. Frente a esta provocación al Estado de Derecho, con inteligencia y sin caer en la represión, el gobierno morenista está obligado a actuar.

La siembra en la baja de la calificación a la deuda de Pemex tiene su semilla en el dispendio calderonista de los días en que el petróleo cotizaba a 100 dólares por barril. Pero sobre todo en los préstamos por mas de 40 mil millones de dólares, que en los días de Emilio Lozoya duplicó la deuda de la paraestatal.

La cosecha de esa baja calificación se da porque las finanzas de Pemex colapsaron. Y esa no es culpa del presidente López Obrador.

La inacción y el saqueo de los últimos sexenios orillaron a México a importar el 70 por ciento de sus gasolinas y del 60 por ciento del gas.

Y ahora tendremos que importar hasta el crudo ligero para surtir las obsoletas refinerías, para las que ya no existe abasto de crudo suficiente.

Por eso decimos que para poder opinar tenemos que ver quien plantó y regó la mala semilla de lo que hoy pobremente se cosecha.

No podemos culpar al “doctor” López Obrador, quien por fin se decidió a extirpar los cánceres que postran a México, sin acusar a aquellos doctores negligentes que durante sexenios recetaron solo aspirinas, cobrándolas como quimioterapia, cuando lo que urgía era una operación que siempre aplazaron.

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