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21 de noviembre 2024

10 de abril 2023

¡Que alguien me explique!

La resurrección de Iberdrola

Lo burdo de la maniobra, la compra de los activos mexicanos de Iberdrola ya califica como el potencial mayor escándalo del sexenio, a la par o por encima de Segalmex, y te diremos por qué

Por Ramón Alberto Garza

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Si alguien merecerá, en 2023, el galardón de CEO del Año será sin duda Ignacio Sánchez Galán, el jerarca de la española Iberdrola.

El mérito es de sobra reconocido al pasar de ser el villano crucificado en decenas de Mañaneras por el Sanedrín de la Cuarta Transformación a conseguir una sorpresiva e inesperada resurrección en plena Semana Santa.

Y es que, la corporación líder de los energéticos en España logró la hazaña de venderle a México todos sus fierros viejos de 13 generadoras de electricidad, en la nada despreciable cifra de 6 mil millones de dólares.

El presidente Andrés Manuel López Obrador -en su estilo “engaña bobos”- está calificando esa compra como “una segunda nacionalización de la industria eléctrica”. La primera la promulgó el presidente Adolfo López Mateos.

Pero nada más falso que esa afirmación. De hecho, por lo burdo de la maniobra, la compra de los activos mexicanos de Iberdrola ya califica como el potencial mayor escándalo del sexenio, a la par o por encima de Segalmex, y te diremos por qué.

I.- De la nada, apareció el anuncio de que Iberdrola le vendía al gobierno mexicano sus plantas generadoras, especialmente las del norte-noreste, con lo que alcanzaría la dominancia de 55 por ciento de la generación de energía. ¿Por qué una negociación de esa magnitud se la tenían tan calladita?

Además, es falso que sea una venta al gobierno mexicano o a la CFE. Quien comprará esos activos españoles es un fondo de inversión que lleva el nombre de Mexico Infrastructure Partners, quien financiará la adquisición para que no sea contabilizada como deuda del gobierno federal, no engrose los pasivos de por sí elevadísimos de la CFE y, lo que es más importante, que no tenga que pasar por la aprobación del Congreso para que se las paren como la Ley Eléctrica.

Y aquí viene el primer cuestionamiento. ¿Quién le dio al fondo privado Mexican Infrastructure Partners (MIP) el privilegio de ser designada por dedazo, sin licitación de por medio, el agente que comprará y acabará rentando en un sistema de leasing esas plantas generadoras a la CFE? ¿De a cuánto y por cuánto tiempo es la comisión por la intermediación?

II.- Cuando se conoció que el MIP pagaría seis mil millones de dólares por los activos españoles no se arqueó solo una ceja, ¡sino las dos!

Sobre todo, porque era de sobra conocido que los directivos de Iberdrola venían ofreciendo esos activos por cuatro mil millones de dólares. Es decir, que el comprador mexicano acabó pagando dos mil millones de dólares más. ¿Para quién el copeteado?

Si en lugar de comprarse en cuatro mil se compraron en seis mil, eso significa que el precio del arrendamiento a la CFE será de por lo menos un 50 por ciento más caro de lo que sería en condiciones normales. ¿Tan “facilito” salió Manuel Bartlett para aflojar esos miles de millones de dólares extras?

III.- Con esta operación, el presidente Andrés Manuel López Obrador está repitiendo los vicios de su odiado antecesor, Felipe Calderón Hinojosa.

Cuestión de recordar que el mandatario panista fue quien no solo le abrió de par en par las puertas a Iberdrola e incluso acabó como su consejero cuando dejó la Presidencia. Ese conflicto de interés lo reporta una semana sí y la otra también el presidente López Obrador en sus mañaneras.

Si eso es así, ¿por qué el inquilino de Palacio Nacional le da el negocio de la compra de activos a Iberdrola a MIP, un fondo que tiene entre sus cuatro socios a Mario Gabriel Budebo, quien fuera subsecretario de Hidrocarburos en el cuestionado gobierno de Felipe Calderón? ¿Será que el tamaño del negocio borra los colores y las siglas de los partidos?

IV.- ¿Cuál era la urgencia de dar el albazo de esta “compra” arrancando la Semana Santa, cuando el mundo financiero y de negocios está de vacaciones? ¿Bajo qué parámetros se definió el precio de seis mil millones de dólares? ¿Quién hizo el arbitraje para definir el precio de cada uno de los activos? ¿Así como así, aceptamos dos mil millones “extra” sin chistar?

Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato para obligar a transparentar lo que, a todas luces, se ve como algo que huele muy mal, sobre todo viniendo de las cañerías de la paraestatal que maneja The Bartlett Family.

Y los cuestionamientos son obvios. ¿Acaso con esa compra vamos a aumentar la capacidad de generación de energía eléctrica? La respuesta es un rotundo no.

¿Estamos seguros de que manejando la CFE esas 13 generadoras se va a producir energía más eficiente a precios más baratos y sin cortes esporádicos? La respuesta también es no.

Se están gastando seis mil millones de dólares solo para satisfacer al ego de Palacio Nacional que busca mal emular a quienes sí, de verdad, rescataron la industria eléctrica de manos extranjeras.

Los dos mil millones de dólares de diferencia deben tener una explicación. De lo contrario, estaremos ante una mega transacción que dará todo de que hablar.

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