18 de enero 2023
¡Que alguien me explique!
La otra “Mejía”
Destapar a Armando Guadiana Tijerina como candidato de Morena para gobernador de Coahuila le significó a Ricardo Mejía Berdeja un duro golpe en la mejilla
Por Ramón Alberto Garza
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“Al que te golpeé en una mejilla, ofrécele también la otra”
Lucas 6:29
Destapar a Armando Guadiana Tijerina como candidato de Morena para gobernador de Coahuila le significó a Ricardo Mejía Berdeja un duro golpe en la mejilla.
Pero el que fuera subsecretario de Seguridad Nacional al parecer decidió no poner en práctica el evangelio de San Lucas. Y lejos de poner la otra “mejía”, optó por la Ley del Talión: Ojo por ojo, diente por diente.
Y al grito de “las encuestas no son la Biblia”, Ricardo Mejía abandonó Morena para ser postulado por el Partido del Trabajo. Enfrentará a Guadiana y también al favorito Manolo Jiménez, de la Alianza Va por México que integran el PRI, el PAN y el PRD.
Dos teorías se tejen en torno a la inesperada “rebeldía” de Ricardo Mejía.
Una, que más allá del resultado de las encuestas, la deserción morenista de Ricardo Mejía obedeció a que no quiso aceptar las condiciones del manejo de los dineros electorales ni el reparto de posiciones que le pretendía imponer Mario Delgado, el presidente nacional de Morena.
Al parecer, las propuestas eran poco transparentes y en algunos casos demasiado impositivas y sin márgenes de negociación.
Ricardo Mejía habría rechazado lo que se le colocaba sobre la mesa y decidió abandonar el Partido en el Poder, a pesar de todo el tiempo y el presupuesto personal que le había invertido a su precampaña.
El segundo en relevancia dentro del sistema nacional de seguridad se sintió burlado después de tanta exposición mañanera que acabó como ramplón manoseo político.
Las “formas” fueron frías, tajantes. Incluso, el presidente López Obrador se quejó en su conferencia mañanera que Ricardo Mejía no se despidió de él personalmente. Simplemente le envió una nota y se fue a buscar la postulación por el PT.
La otra teoría advierte que podríamos estar ante una atrevida jugada política diseñada desde Palacio Nacional para tener en Coahuila dos candidatos -Guadiana y Mejía- para enfrentar a Manolo Jiménez.
La idea sería que ya hacia el final de la campaña, dos semanas antes de la elección, quien fuera adelante en las encuestas declinara en favor del otro. Todo con tal de que Morena tenga la posibilidad -aunque sea remota-, de arrebatar uno de los dos únicos estados que quedan bajo control del PRI.
El principal argumento que sustenta esta tesis es que Alberto Anaya, el eterno líder del Partido del Trabajo, no da un paso al frente sin que lo autorice el presidente Andrés Manuel López Obrador. Después de todo, el PT es un partido aliado -algunos dirían satélite- de Morena.
No luce sencillo que, violando su alianza con Morena, Alberto Anaya le diera con tanta facilidad el “sí” a la candidatura “rebelde” de Ricardo Mejía.
Bajo ese supuesto se buscaría que el candidato petista se presentara como un renegado de la Cuarta Transformación, un anti-AMLO, que podría capturar algunos votos de clase media que le serían naturales al aliancista Manolo Jiménez.
Incluso que, si por cualquier razón, la candidatura morenista de Armando Guadiana no prendiera o se descarrilara por algún carbonífero escándalo, siempre estaría Ricardo Mejía listo para recuperar lo perdido.
Sea la tesis de la rebeldía o la tesis de la comparsa, está claro que aquí el candidato del PT a la gubernatura de Coahuila no quiso poner la otra “mejía”.
Y la esperanza para el gobierno de la Cuarta Transformación sería un escenario similar al de San Luis Potosí en 2021, cuando un cuestionado candidato rebelde -Ricardo Gallardo Cardona- acabó postulado por el Partido Verde y por el PT.
Y aunque oficialmente no es morenista, hoy despacha como gobernador satelital al servicio de la Cuarta Transformación.
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