27 de agosto 2024
¡Que alguien me explique!
La herencia maldita
Entre tantas herencias que Claudia Sheinbaum recibirá del presidente Andrés Manuel López Obrador está la de Pemex. La empresa energética más ineficiente y más endeudada del mundo
Por Ramón Alberto Garza
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Entre tantas herencias que Claudia Sheinbaum recibirá del presidente Andrés Manuel López Obrador está la de Pemex. La empresa energética más ineficiente y más endeudada del mundo.
Cuando tomó posesión en 2018, el mandatario prometió que sacaría a la petrolera mexicana de sus crisis de deuda y de producción en la que la metieron los gobiernos del PRIAN. Falló estrepitosamente.
Pemex es otra de las herencias malditas del sexenio de la Cuarta Transformación que se deja con una deuda con bancos de 100 mil millones de dólares, 26 mil millones de dólares más en adeudos a proveedores. Y todo con una producción notoriamente a la baja. Se la entregaron en 2018 produciendo 1.78 millones de barriles diarios y la van a entregar con 1.47 millones de barriles diarios. ¿Y toda la inversión? ¿Y todos los rescates?
La gestión de Octavio Romero fue un fracaso. Para mantener a flote a la paraestatal energética se le tienen que inyectar, desde Hacienda, miles y miles de millones. Los subsidios alcanzan cifras récord. Por eso, Pemex es un lastre difícil de sacar a flote sin una nueva estrategia.
Por eso, la atención de ayer se centró en la designación de Víctor Rodríguez Padilla, un técnico-científico cercano a la nueva presidenta, con el que se buscará revertir el drama de lo que alguna vez fue una de las petroleras más admiradas del mundo y la joya de la corona fiscal de México, entre 1980 y 2006.
Dicen los que conocen de lo que viene, que la nueva presidenta replanteará la estructura de Pemex. La exploración, la extracción y la refinación serán responsabilidad de Rodríguez Padilla. La administración y las finanzas se trasladarán a la Secretaría de Hacienda, en donde el secretario Rogelio Ramírez de la O promoverá un agresivo rescate financiero. Una tarea que, bajo los esquemas tradicionales, se antoja imposible, sobre todo cuando nadie reconoce que el 40 por ciento del combustible que se vende hoy en México es huachicol fiscal -gasolina de contrabando- y que ese cáncer cuyas utilidades alimentan a Morena y a un puñado de corruptos, está hundiendo todavía más a Pemex.
Hay quienes insisten que por ello se estaría acudiendo a quienes en México tienen las alforjas llenas de dinero, como Carlos Slim, a quien el actual y agonizante gobierno le acaba de autorizar un megacontrato para rescatar el yacimiento de gas Lakach.
El dueño de Grupo Carso ya tenía invertidos mil 200 millones de dólares en el 43 por ciento de esa operación. Pero hace apenas unas semanas anunció que se quedaría con el 57 por ciento restante, al inyectarle mil 800 millones de dólares más. Como que vamos rastreando hacia dónde va la “reestructuración”. Pasaremos del hoyo negro de Pemex Internacional, al Huachicol fiscal y ahora a Slimex.
El empresario que domina las telecomunicaciones en México y media docena de países, a quien el candidato López Obrador lo incluía en 2012 como el capo de la Mafia del Poder, se entronizó en este sexenio como el principal contratista del gobierno, ratificó su posición dominante en la telefonía -ya le van a desaparecer la Comisión Federal de Competencia Económica- y ahora será también el principal contratista de Pemex. Sin riesgo alguno, porque él hará la inversión, se la pagarán a precio pactado, aunque las exploraciones o extracciones no sean exitosas. Negocio redondo para que la acumulación de la riqueza sea más insultante.
A todas esas pesadillas en crudo hay que sumar el costo de llevar a plena producción la refinería de Dos Bocas, que con un costo de construcción duplicado a 16 mil millones de dólares se perfila para ser -después del Tren Maya- el segundo mayor elefante blanco de este sexenio.
Y ni qué decir de Deer Park, esa refinería que el gobierno de la Cuarta Transformación compró al 100 por ciento, y que desde que es manejada por Pemex, se le ha desploma do su producción… O quizás la están escondiendo en los envíos del huachicol en barcos que salen de Houston a los puertos de Altamira y Tuxpan.
Por eso decimos que la herencia maldita para Claudia Sheinbaum es una petrolera en franca decadencia, un barril sin fondo que se engulle nuestros impuestos, sin otro mérito que pretender decir que estamos construyendo la autosuficiencia energética. Nada más lejano.
Otro de los cánceres de esta pesadilla llamada Pemex son los descontrolados fondos de pensiones en una industria que privilegia en sus trabajadores el irse a la casa a disfrutar del retiro a los 55 años.
Por eso, no sabemos si felicitar a Víctor Rodríguez Padilla, quien como nuevo titular de Pemex se sacó “la rifa del tigre”.
Y en este mundo de talentos tan versátiles de la Cuarta Transformación, como el presidente no se salió con la suya para ratificar a Octavio Romero en Pemex, tendrá que conformarse con irse a presidir el Infonavit. Después de todo, en seis años, ya debió aprender de chapopote e impermeabilizaciones.
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