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Seguridad

‘La DEA vive de la guerra contra las drogas’

“Mientras más muertos hay en México, paradójicamente, ellos (Estados Unidos) siguen ganando su guerra contra las drogas”, afirma Carlos Pérez-Ricart, investigador del CIDE y autor del libro “Cien años de espías y drogas”, en entrevista con Código Magenta

Por Bernhard Buntru

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Carlos Pérez-Ricart es profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas y acaba de publicar el libro “Cien años de espías y drogas”, que aborda la historia de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) en México.

En temas de seguridad nacional y reducción de la violencia, Pérez-Ricart es uno de los académicos de mayor proyección en el país.

BB: ¿Qué tan cierta -o no cierta- es la siguiente afirmación? “La DEA es la mayor organización de tráfico de drogas del mundo”.

CPR: Empiezas muy, muy provocativo, Bernhard, y me parece bien. No, yo creo que no. Yo creo que no. Hay dos formas de tomar tu pregunta. La primera es asumiendo que la DEA, puede tener, supongo que no va por ahí, pero puede tener algún vínculo con la criminalidad organizada y que puede dedicarse a las tareas de corrupción y de tráfico de drogas. Hay algunos casos, no probados. Entonces no creo que vaya para allá.

Sin embargo, sí es la organización que probablemente promueve el tráfico de drogas precisamente por prohibirla. Es la organización que se dedica a la prohibición de las drogas y que de esta manera incenti va el tráfico de drogas, supongo que va por allá, tu hipótesis.

Y en un sentido es, sí, una organización que es cómplice de todo el negocio de la droga. No sé si la mayor organización de drogas. Pero es interesante la postulación en cuanto a que la prohibición, precisamente es lo que habilita el mercado de la droga en el mundo.

BB: De la manera más general, ¿qué es la DEA, cuál es su misión y luego un poquito más específico, cuáles son sus objetivos específicos en México, cuántos agentes tiene normalmente, etcétera?

CPR: Yo creo que hay que empezar siempre por ahí. Y te agradezco que nos demos el tiempo de plantearle al auditorio todo lo que tienen que saber sobre esto, porque no es de uso común.

La DEA es una organización que se fundó en 1973; Drug Enforcement Administration. Y en un momento en el que dos años después el presidente Nixon llama a la Guerra contra las drogas. Entonces es el brazo armado -o el brazo policial- de la guerra contra las drogas. Es importante entender el contexto, porque se funda en el momento en que se crea esta paranoia de la Guerra contra las drogas y la guerra sería como una suerte, como el brazo, digamos, de esto. pero es una agencia policial del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Por tanto, pertenece, digamos, al ámbito estadounidense. Es una agencia que tiene en su mandato atacar el flujo de drogas ilegales que transitaban en ese momento hacia Estados Unidos y limitar su consumo, así como controlar las sustancias ilegales en ese país.

Lo interesante de la DEA y lo interesante de la Guerra contra las drogas es que parte de sus objetivos los plantea fuera de sus fronteras. Guerra contra las drogas, por cierto, es la sucesión de la Guerra contra la Pobreza de Lyndon Johnson. Es interesante porque un gobierno demócrata traía la idea de Guerra contra la pobreza. Y entonces ya Nixon dice: “No, vamos a la Guerra contra las drogas”.

Y se fundamenta un poco en que el problema de las drogas está fuera de los Estados Unidos y por tanto necesitaban tener a sus agentes fuera de Estados Unidos. Una agencia que se piensa interna, que es interna, que pertenece, no es, no es Interpol, por ejemplo, no lo es. No, no es una agencia que se piensa internacional o transnacional, es nacional, pero que comienza a colocar a muchos agentes y adjudica recursos fuera de las fronteras. Es lo que la hace una relación extraordinaria en todos los sentidos.

El libro trata de 100 años, de espías y drogas, y eso hace implícito que antes, 100 años atrás, había cónsules, agentes del tesoro, había, de hecho, agentes anteriores. Pero la DEA es la que lleva esta idea de la Guerra contra las drogas a una máxima expresión, a otra escala. No hay nada parecido antes. Se podía hablar más o menos de lo mismo en cuanto a las agencias de espionaje que necesariamente estaban presentes fuera de Estados Unidos. Se podía hablar de esto en, digamos, en las agencias relativas al Departamento de Defensa de Estados Unidos, pero nunca una agencia civil que de pronto adjudica muchos de sus recursos y de sus agentes a trabajar fuera de Estados Unidos. Entonces por eso es que es en sí mismo un objeto de estudio fascinante.

Y si ya es fascinante lo que te estoy planteando, imagínate tú cómo lo es para los países vecinos, que además tienen un problema de producción o transporte de drogas, como Colombia y México. Probablemente los dos lugares donde hay más afectados por el trasiego de armas en el mundo.

Entonces, desde 1973 tanto en Colombia como en México lo que vamos a ver es que la DEA tiene una presencia absoluta que llega… siempre se dice (con) alrededor de 50 agentes permanentes. Esos son los agentes acreditados, pero luego hay un montón de agentes que no están acreditados, pero que están por tiempos determinados en territorio colombiano, mexicano o en todo el mundo. Si me das unos minutos más, después, cuando venga la pregunta puntual te explico bien cómo operan estos agentes, pero me importa por ahora dejar claro que opera con un grupo estable de agentes (pero) que luego tiene, digamos, una fuerza operativa mucho mayor. Esos agentes tienen una tarea muy complicada, muy difícil, que es operar y realizar tareas de investigación sin poder arrestar a los sospechosos. Tienen que reunir pruebas. Uno, que pueden ser respuestas pedidas en un juicio en Estados Unidos. O pruebas que le puedan ser útiles a la Policía Nacional, en este caso a la Policía Mexicana o a la Policía Federal., para que después el Ministerio Público y la Fiscalía puedan hacer un caso de delitos contra la salud contra este individuo.

Pero no pueden, a diferencia de lo que sí hacen en Estados Unidos, realizar detenciones. Eso es muy importante porque los agentes de la DEA, cuando están fuera de sus fronteras, se van a ver siempre limitados en su actuar policial y su tarea se va a reducir a intentar buscar información que sirva para una corte estadounidense o, en su defecto, para la Policía Federal, digamos, o el sistema de justicia en el país en el que operan.

También obtienen información para intentar llegar a los peces más grandes, a los peces más gordos e intentar analizar el funcionamiento del mercado de drogas de México. En algunos casos, estos agentes se enfrentan ante muchas resistencias por parte del gobierno de México. En algunos casos estos agentes han cooperado de manera natural e incluso abierta y amparada por policías locales, por gobernadores, por el propio Presidente de la República. Depende mucho la situación, depende mucho el contexto, van trabajando con las diferentes esferas y niveles de gobierno.

BB: ¿Cuál es el perfil de los agentes? ¿Ha cambiado?

CPR: Ha cambiado, ha cambiado. Si pensamos en 1973, 75, 80, vamos a ver un perfil de agentes anglosajones más parecidos a la figura del cowboy, normalmente poco estudiado, poco leído, que va a tener una obsesión con el tema de la droga. Hacia los años 90, hacia los 2000s el perfil va a cambiar drásticamente, se profesionaliza el agente, adquiere reconocimientos, tiene licenciaturas, maestrías. Y vamos a ver que comienzan a hacer también chicanos, mexicanos.

En el caso de México en particular, un agente de la DEA casi nunca va a aparecer el agente de la DEA de Amazon o de Netflix, de Narcos. El agente de la DEA va a ser muy parecido en realidad, en su composición física y en su contexto, al narcotraficante. Es gente que habla los dos idiomas muy bien. Digamos, ese es el skill principal de un agente, el poder hablar al menos dos idiomas porque gran parte de su trabajo va a ser encubierto.

Un agente de la DEA de calle, digamos ya un analista de inteligencia menos -hay varios, digamos tipos- pero digamos que el agente de calle, el que va buscando información, tiene que escribir -en un capítulo del libro dice “No se necesita ser Sherlock Holmes”. No, no sé tiene que ser Sherlock Holmes ni se requiere ser muy inteligente ni muy capaz, pero sí necesitas tener capacidades para ser un agente encubierto que luego te va a permitir obtener información que de otro modo no obtendrías.

BB: Ahora en el discurso presidencial se le antagoniza a la DEA, se le señala de muchos abusos, se le señala de operar sin control. ¿Qué tan verídicos son estos señalamientos? ¿Son justificadas estas críticas desde el gobierno actual al actuar de la agencia estadounidense en México? ¿Tienen sustento?

CPR: Yo creo que sí, Bernhard. Y es muy importante porque una de las cosas que intenta hacer este libro es también una historia crítica del actuar de los agentes en México.

Si un agente de la DEA tortura. Si un agente de la DEA asesina secuestra, mata. No hay, no hay forma, no, no, no, no, no hay una autoridad, autoridad que pueda dar cauce a ese caso en particular o que puede impartir justicia. Son gente que ya está fuera de la ley. Y estar fuera de la ley no ha sido óbice para que dejen de cometer ciertos actos, ciertos abusos.

El libro da cuenta de casos extraordinarios, de secuestros, de tortura, de conspiraciones, de ejecuciones extrajudiciales y de casos en que los propios agentes participan. Lo dicen en sus propias memorias. Es muy increíble. Hay uno de estos agentes, Broyles -que es el creador de esta operación leyenda- que describe cómo mientras él iba en un helicóptero un general del ejército aventaba gente al mar, encubría ejecuciones masivas y no pasaba nada, o parecía que no pasaba nada, ¿de acuerdo? En ese sentido, es incorrecto que las acciones de esos agentes no estén reguladas.

Yo soy realista y entiendo la condición geográfica en la que se encuentra México, no es una matriz inexorable. Estás no solamente frente al mayor poder hegemónico en la historia de la humanidad, sino también como el mayor consumidor de drogas del mundo.

Es natural que haya estas dinámicas, lo que no puede ser es que no haya intentos por regularla.

Y durante muchos años, nuestros presidentes y otros gobiernos adoptaron la agenda de Estados Unidos, la agenda de seguridad de Estados Unidos como si fuera nuestra. Y ese es el principal problema, Bernhard, porque, porque no es lo mismo, no puede ser lo mismo, la prioridad para Estados Unidos que para México.

Vuelvo rápidamente al tema. En ese sentido, sí me parece adecuado que haya una revisión y me parece adecuado que haya resistencias frente al actuar de estos agentes en México.

BB: Hay una estrategia que ha impulsado la DEA, que es la estrategia kingpin. Y tú tienes una frase: “Por lo general, las métricas de la DEA no han significado otra cosa que el fracaso de México». ¿Pudieras ahondar en eso?

CPR: Hacia ahí iba, justamente. Y es una cosa que repito mucho, porque me parece que concentra parte de todo lo que he venido pensando durante una década. Y en esta frase las métricas de la DEA son el fracaso de México, la encuentro bien representada. ¿Qué quiero decir? ¿A qué me refiero? La DEA vive de las confiscaciones, la DEA vive de las detenciones, la DEA vive de la guerra contra las drogas. Porque esas métricas que luego le presentan a sus legisladores, a partir de las cuales se pagan pensiones, recursos, patrullas, drones, tecnología, sistemas.

Esas métricas que le convienen presentar ante su autoridad. En Estados Unidos son precisamente las métricas de fracaso de México, en el sentido de que la búsqueda por superarlas tú dejas un cochinero en nuestro país.

Mientras más muertos hay en México, paradójicamente, ellos siguen ganando su guerra contra las drogas, porque eso es una métrica de que están consiguiendo el objetivo que está matando al enemigo sin entender que el enemigo se reproduce como la hiedra en nuestro país, porque las condiciones así, lo así lo mueve, así está en el contexto, y en el contexto mexicano tú no puedes asumir que matando a un líder de drogas o desarticulando una red vas a dejar de tener droga en Estados Unidos.

Y durante muchos años, insisto, el gobierno mexicano ha adoptado esas métricas como señal de éxito de su propio gobierno. Cuando ves, están completamente yuxtapuestas, completamente yuxtapuestas. México debería dejar de pensar en esas métricas y la métrica esencial que deberíamos asumir tendría que ver con la reducción de la violencia homicida en México. Eso no importa. Eso no está en los cálculos del área. Al contrario. Mientras más muertos tengas, mientras más confiscaciones tengas. Mientras más detenidos tengas, a ti te va mejor pero el país le va peor. Es lo que quiero sintetizar con esta frase.

BB: ¿Cómo se explican las detenciones, o intentos de detenciones de líderes? Si critican tanto esta estrategia, ¿le tienen que dar por su lado a Estados Unidos o cómo se explica que sigan estas estrategias que no han dado resultado?

CPR: Mira, el tema de la seguridad pública es un tema complejísimo. Tu auditorio, además, entiendo que tienes un auditorio muy especializado en Código Magenta que entiende estas discusiones. No pretendo caricaturizar el problema porque es complejísimo, entonces no hay una respuesta.

Seguramente los policy makers tienen ante sí muchísimos inconvenientes cuando toman decisiones. Me queda perfectamente claro. Pero sí creo que hay un derrotero, un camino al cual hay que avanzar. Por lo menos en el corto y mediano plazo, al concentrar tus acciones de desarticulación centrada en las organizaciones más violentas. No las que más exportan droga o más se apropian de mercados ilegales, sino en las más violentas, en las que mayor daño producen a la sociedad. A veces hay que desarticularlas definitivamente. Esa debe ser tu prioridad. Eso en el corte y en el mediano plazo.

Porque hay que partir del principio realista de que otras organizaciones se van a hacer cargo del mercado de la droga. Eso es inevitable. Lo que estoy proponiendo es que nos enfoquemos en combatir principalmente a los que mayor laceran a la sociedad. Y yo creo que sí hay un derrotero, sí hay un camino. Si se tiene la inteligencia como Estado, capaz para digamos en un plano cartesiano que te permite dedicar recursos a un lado y justamente al que más, digamos, a las organizaciones que más daño hacen concentrar ahí recursos. Y en el mediano y en el largo plazo transitar hacia el mejor sistema de regulación de la droga que te permita atender también el enorme problema de salud que suponen las drogas.

Pero para ello se requiere lo que yo llamo una política criminal nacional en el que estén enfocadas las energías y los esfuerzos del gobierno federal y de los gobiernos locales en torno a este mismo proyecto.

Ha faltado inteligencia, ha faltado coordinación y ha falta también un plan a mediano y largo plazo a nivel región América del Norte. No podemos pensar en avanzar hacia la regulación de drogas y la regulación de mercados ilícitos solamente desde una perspectiva nacional.

E insisto esto en el mediano y largo plazo. En el mediano o en el corto plazo, pensar cómo hacer que los mercados ilegales que ya vas a tener sean menos violentos. Porque es falso que los mercados ilegales necesariamente te traigan dinámicas violentas. El mundo, el globo, está repleto de casos en donde hay un funcionamiento casi perfecto de mercados ilegales y no tienes, digamos, la visibilidad de la violencia y la magnitud de la violencia que es el vacío o que tienes en el norte de México. ¿Hay maneras de coordinarse? Hay maneras de diálogo y formas de diálogo, incluso con el crimen, que te permiten reducir los niveles de violencia. Yo estoy obsesionado ya con ese tema y con generar, digamos, entramados y entramados que te permitan reducir la violencia al máximo.

Una frase más, Bernhard, la DEA no puede estar más en contra de eso. Los objetivos de las métricas de la political economy, la economía de la guerra contra las drogas no puede estar más lejano ante esa expectativa, ante ese objetivo.

Lo que estoy diciendo -y lo propongo en el libro también- es que incluso en Estados Unidos, la DEA funciona como una suerte de Deep State, para que el público lo entienda, como un un enclave autoritario dentro del Estado, una burocracia autoritaria dentro del Estado que impide la reforma de drogas e impide muchísimas cosas más, pero que es uno de los principales obstáculos para que Estados Unidos avance hacia un programa, hacia un proyecto de reforma de drogas en su conjunto. Lo está comenzando a hacer desde el esta de los estados, desde lo local, aún cuando en la Federación sigue habiendo oposición. Y eso es bien interesante, porque tienes 20 o 22 estados ya, regulando no solamente la marihuana, sino otras drogas, y luego tienes escala federal y escala internacional, una política prohibitiva que no hace ningún sentido.

Esa desconexión entre lo que pasa a nivel local y a nivel federal internacional en Estados Unidos, ¿quién se hace cargo de eso? Mientras allá lo tienes legal, tienes esta gente… en lugar de estar trabajando en Colorado o en Washington los tienes trabajando en México, intentando erradicar -o haciendo que se erradiquen- plantíos de mariguana y amapola.

Bueno, eso a mí me parece hipócrita, francamente, y me parece que hay que denunciarlo. Y Estados Unidos como país tiene que hacerse cargo de, digamos, de esa falta de coherencia en su política de drogas.

BB: ¿Cuál es el futuro de la DEA, ya no en Estados Unidos, pero en Latinoamérica? ¿Qué será de la DEA en 10 años -digamos- en América Latina?

Es muy interesante lo que va a pasar. Es muy interesante porque la nueva elección de gobierno reformistas, de gobiernos de izquierda en la región puede ofrecer una oportunidad para que los gobiernos se deslinde no solamente de la dea, sino de la política de drogas de Estados Unidos. Por eso yo veo con mucho optimismo lo que está pasando en Colombia con el caso de Gustavo Petro.

Cierto es que cuando se tuvo la oportunidad hace 15 años, digamos, con los primeros gobiernos progresistas en la región, no se avanzó en esta dirección. También porque como escribo en el libro, el prohibicionismo -y el prohibicionismo en general- ya es parte también constitutiva del propio Estado latinoamericano, no es culpa de Estados Unidos. La DEA no va, no voy a llegar a decir que el que la DEA mayor culpable de absolutamente lo que pasa en este país. Eso sería mentirle al público y eso es falso. Cierto es, sin embargo, que conviene deshacerse de su influencia para que adoptemos una política autónoma y avancemos hacia la reforma de drogas, que yo creo que ahorita es una posibilidad, en una posición única de lograrse con gobiernos progresistas en Honduras, en México, en Perú, en Argentina, en Colombia y próximamente en Brasil.

BB: ¿Algo que creas valioso agregar que no te haya preguntado?

CPR: Agradezco la lectura que has hecho del libro, Bernhard. Invito a la gente a que lo lea, a que lo discuta, porque en el fondo lo que estoy apostando aquí o la apuesta aquí es a tener una discusión mucho más sana sobre lo que puede ser una política de drogas en el futuro. Una discusión que presente grises también sobre la relación entre México y Estados Unidos, que no asuma que hay buenos y malos y una discusión basada en la historia -histórica- en el sentido de saber qué es nuevo y qué es viejo. No me parece que tengamos siempre claridad sobre lo que es nuevo y viejo en un proceso. A veces pensamos que todo es nuevo, cuando en realidad muchas de las cosas o de los procesos y eventos que vemos hoy son también repeticiones con sus variaciones del pasado. Entonces, bueno, una invitación en general, a tener discusiones más sanas sobre el tema de drogas, sobre la relación con Estados Unidos y sobre el papel de la historia en la política contemporánea.

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Entrevista realizada el martes 30 de agosto de 2022.

La transcripción de la entrevista fue editada para mayor claridad.

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