5 de septiembre 2018
Política
La Broncomafia y su año de Hidalgo
En un acto final de gobierno, "El Bronco" ha tomado control de todas las licitaciones de obra pública del estado
Por Rodrigo Carbajal
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El Bronco podría tener los días contados como gobernador de Nuevo León.
Jaime Rodríguez perdió el control político del estado y enfrentará un Congreso sin aliados que podría poner sobre la mesa su remoción a través de un juicio político.
Sorpresivamente, la prioridad de la administración del Bronco no ha sido armar una defensa jurídica y mediática contra el posible impeachment.
La prioridad ha sido la creación de una red de operadores financieros que coloca al círculo íntimo del gobernador en posiciones que controlan, vigilan y administran las principales licitaciones de obra pública de Nuevo León. Estamos hablando de miles de millones de pesos en el que podría ser el año de Hidalgo del Bronco.
Todo padrino necesita un consigliere. En el caso del Bronco, ése es Jesús Hernández, su operador financiero de cabecera y hombre de todas sus confianzas. Aquí empieza la Bronco-estructura de obra pública: Hernández fue nombrado contralor del estado en julio, apenas unos días después de que Jaime Rodríguez regresó de su campaña presidencial.
Jesús Hernández no sólo es amigo íntimo del gobernador, lo que lo debería inhabilitar en el cargo por conflicto de interés, sino que ha acompañado al Bronco en la ruta del dinero: fue tesorero de García cuando Jaime Rodríguez era alcalde, director de Fiscalización de la Tesorería de Nuevo León, subsecretario de Administración del estado y subsecretario de planeación y finanzas de una Secretaría de Educación que maneja una nómina y un presupuesto de 10,700 millones de pesos al año.
La Bronco-estructura se extiende al nombramiento de un segundo miembro del caporegime: Enrique Torres, su principal asesor de campaña, acaba de volver al estado como Coordinador del Fideicomiso de Proyectos Estratégicos de Nuevo León.
La red de obra pública del Bronco también incluye a la Secretaría de Infraestructura de Humberto Torres, donde uno de los puestos clave es ocupado por un soldado del caporegime del gobernador. La subsecretaría de Planeación Estratégica es ocupada por Godofredo Gardner Anaya, quien fue secretario de Obras Públicas en el municipio de García.
Sin embargo, la pieza más importante de la Bronco-estructura está en el Instituto de Infraestructura Física Educativa y Deportiva de Nuevo León, mejor conocida como ICIFED. Ésta es una de las dos únicas dependencias en todo el estado que conserva sus atribuciones para licitar obra pública sin restricciones administrativas. Su presupuesto anual es de 920 millones de pesos.
¿Y a quién colocó Jaime Rodríguez para dirigir esta institución? Nada más y nada menos que a su ex secretario particular, Nelson Doria Gutiérrez, quien tomó el cargo en febrero de este año.
De acuerdo a fuentes del sector de la construcción en Nuevo León, Doria llegó al ICIFED con un encargo: rescindir unilateralmente la mayoría de los contratos de obra pública que ya estaba casi terminada, elevar el costo de la licitación y asignarlo a nuevas empresas favoritas.
No es una práctica común que las empresas que participan en licitaciones de obra pública demanden al gobierno. Sería el fin de su modelo de negocios. Pero en el caso del ICIFED y Nelson Doria, las arbitrariedades fueron tan evidentes que algunos constructores están tomando acciones legales.
Código Magenta tuvo acceso a los documentos de las demandas promovidas por algunas de estas empresas.
Ahí queda constancia que Nelson Doria ordenó la rescisión de los contratos apenas algunos días después de que tomó posesión en el cargo.
El gobierno del Bronco está relegando a las constructoras que no están cooperando con la nueva dinámica de licitaciones públicas. Fuentes del sector refieren que incluso empresas de gran tamaño e influencia política, como Grupo Garza Ponce, han sido afectadas.
La Bronco-estructura de obra pública revela una profunda hipocresía. El gobernador de Nuevo León llegó al poder gracias a la promesa de que combatiría la corrupción de la administración anterior.
Después de tres años, Rodrigo Medina está libre de prácticamente todo cargo y Jaime Rodríguez está replicando su modelo: licitaciones arregladas, empresas de construcción favoritas, nombramientos a modo para manejar el presupuesto y un largo etcétera que enmarca el fracaso del primer gobierno independiente en México.