11 de junio 2021
¡Que alguien me explique!
Kamala en chino
Para los analistas más versados, fueron dos los asuntos que alcanzaron el nivel de elevado reclamo del gobierno de los Estados Unidos hacia nuestro país. Ambos relacionados con China
Por Ramón Alberto Garza
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Que nadie se pierda en tantos papeles de los protocolos que se difundieron tras la visita de Kamala Harris a México.
Por supuesto que la posición oficial en los comunicados de ambas cancillerías es la de una reunión cordial, cálida, efusiva, de “good neighbors”, entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y la vicepresidenta de los Estados Unidos.
En la realidad, más allá de los obligados temas de migración, el tratado comercial, la agenda laboral y los programas de ayuda, están temas que acaban confundiéndose entre tanta agenda, o de plano no se dan a conocer por la dimensión política o económica que implican.
Para los analistas más versados, fueron dos los asuntos que alcanzaron el nivel de elevado reclamo del gobierno de los Estados Unidos hacia nuestro país. Ambos relacionados con China.
Uno es el de la producción y tráfico de Fentanilo, ese opioide no natural, de fabricación en laboratorio, que está inundando el mercado de las drogas norteamericano y cobrando unas 80 mil vidas por año.
Esa trágica cifra es mayor que todos los crímenes con arma y todos los muertos por accidentes automovilísticos en la Unión Americana. Un auténtico conflicto de salud nacional.
La preocupación de las autoridades norteamericanas es que, aceptando que México ya se instaló como la mayor nación productora del fármaco sintético, no sienten que la intensidad del combate al Fentanilo está a la altura del drama que significa.
Sobre todo, cuando Lázaro Cárdenas, Manzanillo y Guaymas están habilitados como los principales puertos por los que se trafican ilegalmente los precursores químicos que vienen de China.
La postura de exigencia para elevar el nivel de combate contra el tráfico de esta droga fue expuesta por la vicepresidenta Harris en su conferencia de prensa, solo por si a los mexicanos se les olvidaba hacerla pública en los puntos prioritarios tratados en la agenda.
El tema adquiere -desde el 6 de junio-, doble relevancia, porque esos puertos en Michoacán, Colima, Sinaloa y Sonora acabarán controlados por gobiernos de Morena, que se hicieron en la última elección de todos los estados del Pacífico, exceptuando Jalisco.
El otro tema caliente de la agenda, este sí que no fue tan público, es el de la exigencia del gobierno norteamericano para que México se aleje de las tentaciones de instalar la nueva tecnología 5G de Internet, para la red nacional de voz, datos e imágenes.
Con avances más significativos en esas tecnologías que dominarán el llamado “Internet de las Cosas” y con 1.5 trillones de bonos del Tesoro norteamericano en su poder, China se dispone a implantar su red 5G en países estratégicos, con el beneficio agregado de que ninguna nación tiene que desembolsar un centavo. Ellos, los chinos, lo financian a largo plazo.
Ya Estados Unidos logró detener los acuerdos de China con países como Reino Unido, Alemania, España e Italia, a los que se aprestaba a instalar su tecnología. Algunos incluso ya tenían acuerdos firmados.
Las presiones norteamericanas ante los temores de que con el manejo del “big data” se gestara una red mundial de sofisticado espionaje controlado por China, terminaron disuadiendo a los europeos de aceptar el acuerdo.
Ahora, los reflectores del 5G se movieron hacia América Latina, en particular hacia Brasil, Argentina y México.
La preocupación es que los argentinos ya dieron “el sí” y se teme que México esté ya sentado en la mesa para negociar con los proveedores chinos y con la banca de desarrollo de aquella poderosa nación.
Una probadita de la enorme preocupación por el tema la dio el ex embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, cuando hace unas semanas se reunió con los embajadores norteamericanos acreditados en todo el mundo.
Cuando se le preguntó al embajador Landau que cuál había sido su tarea más difícil en México, no vaciló en decir que ir con Carlos Slim, el jefe supremo de Telcel, para disuadirlo de subirse con los chinos a su tecnología 5G.
“Una de las peores experiencias que tuve fue decirle a Carlos Slim que no debía hacer el negocio del 5G con Huawei”.
Pues la recomendación del embajador Landau con Slim se amplía, ahora del gobierno norteamericano para el gobierno de la Cuarta Transformación. La relación, pues, está en chino.
Ni aunque nos lean la Kábala nos libramos de Kamala.
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