23 de junio 2025
Internacional
Irán amenaza con el bloqueo al Estrecho de Ormuz: Las consecuencias económicas de la guerra en Medio Oriente
Cuando EEUU lanzó ataques aéreos contra instalaciones nucleares iraníes en junio de 2025, el mundo se preparó para algo más que una escalada militar; se reavivó uno de los temores más profundos de la economía global: un posible bloqueo del Estrecho de Ormuz
Por Redacción Magenta
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Cuando Estados Unidos lanzó ataques aéreos contra instalaciones nucleares iraníes en junio de 2025, el mundo se preparó para algo más que una escalada militar. Esta intervención -que tuvo como objetivo puntos clave en Natanz, Isfahan y Fordow- reavivó uno de los temores más profundos de la economía global: un posible bloqueo del Estrecho de Ormuz, por donde pasa casi una quinta parte del petróleo y gas mundial cada día. Para mercados emergentes como México, las ondas de choque de esta acción no son temblores lejanos, sino vientos económicos inmediatos.
El Estrecho de Ormuz: La puerta petrolera del mundo
La respuesta de Irán fue rápida y estratégica. Su parlamento avanzó para autorizar el cierre del Estrecho de Ormuz, una medida no solo plagada de complejidades logísticas, sino también económicamente autodestructiva para el propio Irán. Sin embargo, el solo simbolismo fue suficiente para sacudir los mercados de materias primas. Como señalaron Belinda Bragg y Sabrina Pagano, del NSI, una firma de consultoría de seguridad nacional en Estados Unidos: “Cerrar el Estrecho tendrá consecuencias económicas negativas significativas a corto plazo para Irán… haciendo que el país sea más vulnerable políticamente”.
Para Teherán, amenazar con cerrar el Estrecho sigue siendo una táctica asimétrica clásica. Un bloqueo total parece improbable; como apuntan numerosos analistas energéticos. La propia economía iraní sufriría gravemente. Aun así, como advierte Fawad Razaqzada (City Index), “no ha habido una interrupción del suministro… todavía. Pero el mercado sabe lo rápido que eso puede cambiar”.
Mercados en alerta
La mera posibilidad de una interrupción provocó un aumento inmediato en los precios globales del petróleo. El Brent subió hasta un 6 por ciento, y firmas financieras como Goldman Sachs calcularon una prima de riesgo de 12 dólares por barril que se incorporó de golpe al precio. “Por ahora no vemos grandes interrupciones, pero actualmente se descuenta una prima de 12 dólares por barril”, explicaron estrategas de Goldman Sachs en una nota reciente, agregando que el Brent fácilmente podría alcanzar los 90 dólares o los 110 dólares en caso de una interrupción significativa del suministro.
Los mercados financieros reaccionaron en consecuencia. Las bolsas de Estados Unidos y Asia cayeron, y activos de refugio como el oro y los bonos del Tesoro estadounidense vieron entradas de capital, mientras los inversionistas recalibraban sus portafolios. Analistas de ING resumieron: “Las consecuencias económicas más probables de los ataques estadounidenses serán una mayor incertidumbre general y un alza en el precio del petróleo”.
Las consecuencias para México
Para países emergentes como México, las implicaciones son relevantes. El país importa aproximadamente la mitad de los combustibles que consume, y los precios domésticos están ligados a los indicadores de referencia internacionales. Un aumento de 10 dólares en el Brent podría encarecer el precio en las gasolineras mexicanas casi un peso por litro, un riesgo significativo en un país donde la inflación apenas empieza a entrar en el rango objetivo del banco central.
La volatilidad en los mercados petroleros también se traslada al mercado cambiario. Cada subida del petróleo presiona al peso mexicano. A medida que crece la aversión al riesgo, el capital suele huir de los mercados emergentes hacia activos denominados en dólares, debilitando más al peso y amplificando el efecto inflacionario.
En ese sentido, mayores tasas significan un mayor costo de la deuda pública y corporativa, especialmente para las obligaciones denominadas en dólares. Los exportadores, en particular del sector manufacturero y automotriz, verían reducida su competitividad por el efecto cascada de los costos energéticos en las cadenas de suministro.
La ruta a seguir
Expertos en política exterior y finanzas coinciden en un punto: los riesgos pueden estar contenidos por ahora, pero el panorama es frágil. Como concluye ING, “la economía global sigue en vilo, vulnerable ante cualquier escalada”. Para México y sus pares, la lección es clara: los choques externos, incluso los que nacen en estrechos lejanos, terminan afectando el corazón de las economías domésticas.
Si la crisis se calma, precios y monedas podrían estabilizarse, pero los eventos de junio de 2025 son un recordatorio contundente de la interconexión -y vulnerabilidad- de los mercados emergentes en un sistema energético globalizado.