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¡Que alguien me explique!

García Luna, Fox, Calderón y Slim

Esta es la historia de Genaro García Luna, uno de los personajes más oscuros de la historia moderna de México.

Por Ramón Alberto Garza

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El Solecito se eclipsó. El mítico Diablo con Vestido Azul fue capturado en los Estados Unidos.

El intocable de Felipe Calderón, el protegido de Vicente Fox y de Héctor Slim ya fue tocado por la justicia.

Genaro García Luna fue capturado en Texas y enfrentará un juicio como el protector que fue del Cártel de Sinaloa y de su jefe, Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Nadie se puede dar por sorprendido. Desde el año 2000 hasta el 2012, en que por obra y gracia de los gobiernos panistas fue el gran impostor de la Seguridad Nacional, lo denunciamos en decenas de portadas y reportajes del diario digital e impreso Reporte Indigo, antecesor de Código Magenta.

Pero ni Fox ni Calderón escucharon. O no querían escuchar porque ambas voluntades e intereses fueron secuestrados por los chantajes y las ambiciones de quien se encargó de proteger al capo más poderoso y buscado del mundo.

Su historia como protector de “El Chapo” se inicia en febrero del 2000, apenas dos meses después de que Fox arrancara su fallida presidencia del Cambio.

El capo se les escapó del Penal de Puente Grande, el mismo día en que un subsecretario de Gobernación, Jorge Tello Peón, visito aquella prisión “de alta seguridad”.

Y para investigar la “fuga” se designó al policía Genaro García Luna, quien lo más que pudo decir es que “El Chapo” escapó en el carrito de la lavandería, entre la ropa sucia.

Durante ese sexenio, al amparo de los Fox –Vicente y Marta- García Luna creó la Agencia Federal de Investigaciones. Y siempre operó a sus anchas, porque les conocía demasiados secretos a la pareja de la cabaña acogedora. Secretos que les conoció en sus días como director del CISEN en el sexenio zedillista.

Pero la cúspide de su poderío vino en el sexenio de Felipe Calderón, cuando dos empresarios propusieron como secretario de Seguridad Pública a Jorge Tello Peón.

Un cáncer lo disculpó, pero maniobró lo necesario para colocar en esa estratégica posición a García Luna, quien fue apadrinado por Tello Peón y Héctor Slim, el director de Telmex, en la reunión en la que fue aprobado

Desparecida la fallida AFI que él mismo creó, García Luna prometió que la nueva Secretaría de Seguridad Nacional acabaría con el creciente crimen organizado.

Y se inventó una sangrienta guerra a la que inútilmente llevó al presidente Calderón, enfundado en un traje militar extra large, que pronosticó la dimensión de la catástrofe que vendría.

García Luna le declaró la lucha a todos los cárteles. A los Golfos, a los Zetas, a los de Juárez, a los Amezcua. A todos, menos al Cártel de Sinaloa y a sus franquicias, como los Beltrán Leyva, a quienes luego traicionó.

La guerra calderonista comandada por García Luna no era para librarnos del crimen organizado, sino para entregarle el monopolio de la droga a un solo jefe, a Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Por eso a pesar de que una y otra vez se denunciaban sus montajes y complots criminales -como el de Florence Cassez, el de “El Barbas” Beltrán Leyva o el sus inexplicables residencias y propiedades en la Ciudad de México, en Morelos o en Florida-, siempre salía impune.

El presupuesto del gobierno calderonista se le abrió de par en par para invertir miles y miles de millones en inútiles tecnologías con evidentes sobreprecios.

Como muestra ahí está la llamada Plataforma México que se la entregó a su compañero de cacería, Héctor Slim y a Telmex. Jamás operó como lo prometieron, pero el multimillonario presupuesto se consumió en espionaje privado.

Al final del sexenio calderonista, Carlos Slim le compraría al cuñado presidencial, Hildebrando Zavala, su empresa de tecnología, en cientos de millones de dólares.

Por eso al terminar el sexenio de Calderón, García Luna buscó refugio como asesor en consorcios empresariales, como Carso y Telmex, donde siempre se sintió protegido. Como en casa.

Seis años del gobierno de Enrique Peña Nieto pasaron y a pesar del fétido olor de su historial, paseaba con desparpajada frecuencia por los pasillos de la Secretaría de Gobernación. A pesar de tantas evidencias, sobrevivía intocable, como protegido por un pacto.

Hasta que “El Chapo” fue extraditado para enfrentar un juicio en Nueva York y testimonios como el de otro gran capo, Jesús “El Rey” Zambada, descubrieron ante las autoridades norteamericanas la verdadera identidad de Solecito, el personaje de la serie “El Chapo”, proyectada en Netflix.

En su declaración de noviembre pasado, “El Rey”Zambada declaró que entregó por lo menos 6.5 millones de dólares en propia mano a García Luna.

Tres millones de dólares cuando fue director de la AFI en el sexenio de Vicente Fox y otros 3.5 millones cuando fue Secretario de Seguridad durante el sexenio de Calderón. Eso de un solo cártel.

La denuncia fue suficiente para iniciar las investigaciones que terminaron con su detención de ayer en Grapevine, Texas, y su traslado a una cárcel para enfrentar un juicio en Nueva York.

Ahí, al igual que su protegido durante 12 años –“El Chapo”- García Luna tendrá que responder a las denuncias, los testigos y las evidencias que sin duda lo hundirán. A menos que pacte.

Por lo pronto es una bendita casualidad que el procurador de los Estados Unidos, William Barr, haya visitado el jueves el Palacio Nacional para intercambiar estrategias con el presidente López Obrador, con el canciller Marcelo Ebrard y con el Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo.

Un muy fructífero diálogo ocurrido en el preludio del eclipse de Solecito, el Intocable, el Diablo con Vestido Azul a quien ninguno de sus padrinos imaginaron jamás tras las rejas.

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