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18 de octubre 2024

9 de octubre 2024

¡Que alguien me explique!

García Harfuch, Súper Secretario

Si no fuera porque su título oficial es el de Secretario de Seguridad, lo que vimos ayer con Omar García Harfuch fue el desplante de atribuciones y de poder de un Secretario de Gobernación

Por Ramón Alberto Garza

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Si no fuera porque su título oficial es el de Secretario de Seguridad, lo que vimos ayer con Omar García Harfuch fue el desplante de atribuciones y de poder de un Secretario de Gobernación.

La presentación de la Estrategia de Seguridad Nacional fue el escenario perfecto para enmarcar lo que parece ser un cambio de rumbo del fallido “Abrazos, No Balazos”, por una estrategia para el combate de lo que ahora se da en llamar los “generadores de violencia”, es decir, de los capos y sus secuaces.

De arranque, hay que reconocer que el de ayer martes fue un día muy poco afortunado para este evento estelar del nuevo gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.

García Harfuch salió a delinear los ejes de su plan, en medio de un gran espasmo nacional. Apenas dos días antes apareció asesinado y decapitado el alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, quien cumplía su primera semana al frente del Ayuntamiento de la capital del fallido estado de Guerrero, una entidad dominada por un clan político familiar morenista que liderea el senador Félix Salgado Macedonio y que hoy gobierna -eso es un decir- su hija Evelyn Salgado Pineda.

El alcalde de Chilpancingo no fue la única víctima del crimen organizado. Los cárteles que se disputan aquella Tierra Caliente asesinaron también, nueve días antes, al designado Secretario de ese mismo Ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia, es decir al segundo de abordo del alcalde asesinado. Y también ultimaron a Ulises Hernández Martínez, quien se perfilaba para ser el Secretario de Seguridad en Chilpancingo. Las tres posiciones clave de la capital de un Estado, asesinados impunemente por el crimen organizado.

Y, hasta hoy, las reacciones son tibias, por decir lo menos. La presidenta Claudia Sheinbaum se mostró poco conmovida. Dijo que analizaban atraer el caso al ámbito federal y aclaró que Chilpancingo no figura entre las cinco ciudades con mayor violencia. Que le expliquen esas “estadísticas” a las tres viudas y a los huérfanos de los tres funcionarios asesinados.

García Harfuch se concretó a decir que el alcalde asesinado no había pedido protección -lo que contrasta con la versión de sus allegados- y se dejó correr la  insinuación de que Arcos Catalán fue solo, sin custodios, a reunirse con algún cártel -se presume que serían “Los Ardillos”- cuyos líderes ya habían sido filmados pactando con la alcaldesa anterior, Norma Otilia Hernández.

Lo que evidenció el asesinato y decapitación del alcalde de Chilpancingo es el drama que se vive en más de la mitad del territorio nacional. Es la herencia maldita en Guanajuato, Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, Chihuahua, Sonora, Jalisco, Baja California y Guerrero. Es la estela de la fallida estrategia de “Abrazos, No Balazos” fabricada por Andrés Manuel López Obrador para esconder sus complicidades con el Cártel de Sinaloa.

Pero, por lo expuesto ayer martes por García Harfuch, está claro que la nueva estrategia tiene sus puntos a favor, comenzando porque ya se anunció que van por el combate frontal hacia los que ahora son calificados como “generadores de violencia”. Pero para lograrlo hay que empoderarlo. Y para eso se le amplían sus funciones.

García Harfuch coordinará los servicios de inteligencia de todas las agencias locales y federales del gobierno, incluyendo las Fuerzas Armadas. Es decir, será al mismo tiempo el “Audomaro Martínez” del nuevo sexenio.

García Harfuch dirigirá, también, un gabinete especializado en combate al crimen organizado, que estará integrado por la UIF, la Procuraduría Fiscal, Pemex Logística y el SAT. Eso significa que, por sí solo, el nuevo Secretario de Seguridad sustituye las funciones de lo que en el arranque del anterior sexenio fue conocido como el Grupo de Judicialización y que desapareció en medio de disputas de sus integrantes.

Una novedad que habrá que ver cómo funciona es la que advierte que García Harfuch tendrá el derecho de veto sobre todas las secretarías de seguridad de los gobiernos estatales. ¿En dónde estarán entonces las lealtades?

Y también será García Harfuch quien lleve la relación con las agencias de seguridad de Estados Unidos que, hasta ahora, se reservaba en la Fiscalía General de la República. Está nueva estrategia incluye un aparatado especial de combate al tráfico de fentanilo, el mayor dolor de cabeza en el combate a las drogas en Norteamérica.

Y buscando una estrategia diferenciada, el nuevo Secretario de Seguridad anunció que para dar resultados inmediatos se enfocarán a atacar la crisis en ciudades con altas tasas de homicidios por cada 100 mil habitantes. Ahí se incluyen Colima (173.2 homicidios por cada 100 mil habitantes), Tijuana (86.6), Acapulco (85.3), Celaya (68.3), Cajeme (67.4), Ciudad Juárez (64.1) Tlajomulco de Zúñiga (42.9), Chihuahua (38.9), León (36.9) y Benito Juárez (34.6).

Y que la nueva Secretaría de Seguridad se aplicará sobre regiones con características especiales, comenzando por la zona fronteriza de Chiapas, en la que convergen grupos paramilitares con la guerra de cárteles. También sobre la zona limonera de Michoacán, en donde está incrustado el pueblo de Aguililla, la tierra de El Mencho. Y a última hora -faltaba más- se agregó a Sinaloa, que originalmente no estaba contemplada en la estrategia original.

García Harfuch tiene claro que esto requiere de un mayor control del sistema federal penitenciario, además de la construcción de capacidades de policías locales de proximidad y de la generación de inteligencia para su utilización en la judicialización de carpetas de investigación. Estos tres elementos no estaban presentes en la política de seguridad del gobierno de López Obrador.

Por lo pronto, tendremos que ver cómo se adaptan a esta estrategia las secretarías de la Defensa, de Marina, la Guardia Nacional y el Centro Nacional de Inteligencia.

Lo dicho, el poder que mostró García Harfuch ayer martes es sólo comparable al que en su momento se le dio a Miguel Ángel Osorio Chong, cuando desde su despacho en Bucareli controlaba la Secretaría de Gobernación y la Secretaría de Seguridad. Hoy será a la inversa, pero será lo mismo.

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