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3 de diciembre 2024

14 de mayo 2019

Expedientes

Fabio Covarrubias: el hombre que defraudó a Pemex

Fertinal: El Fraude

El beneficiario del fraude de Fertinal tiene un largo historial de negocios al amparo del poder. Su nombre no aparece en la lista de Forbes, pero se trata de un personaje central para entender cómo una generación de empresarios que emergió con las privatizaciones de los noventa sigue dominando la escena política mexicana

Por Rodrigo Carbajal

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Fabio Covarrubias es el hombre que está al centro del fraude de Fertinal, un desfalco a Pemex de 635 millones de dólares operado por el círculo cercano de Emilio Lozoya y que habría involucrado un soborno a un alto ex funcionario del gobierno de Enrique Peña Nieto.

¿Pero, realmente quién es este empresario que defraudó a Pemex vendiéndole una compañía en quiebra? ¿Y por qué es tan importante? Ésta es la segunda parte de una investigación especial de Código Magenta:

Su nombre no aparece en la lista de Forbes, ni tiene la resonancia mediática de los apellidos Slim, Azcárraga o Baillères. Tampoco es parte del Consejo Mexicano de Negocios.

Pero eso no importa. Fabio Covarrubias es la representación por excelencia del empresario mexicano que ha hecho negocios a partir de sus conexiones políticas.

Su historia es la de toda una generación de empresarios que se beneficiaron de las privatizaciones en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, que fueron rescatados por el FOBAPROA en la administración de Ernesto Zedillo y que hicieron grandes negocios al amparo del poder cuando el PRI regresó a Los Pinos con Enrique Peña Nieto.

Para muchos, Fabio Covarrubias es, junto con William Karam, el dueño de Hidrosina, uno de los herederos de Carlos Cabal Peniche, el banquero que tuvo que huir de la justicia mexicana por el quebranto de Banco Unión, que a la postre fue rescatado por el FOBAPROA.

Aunque Fabio Covarrubias fue consejero y vicepresidente de este banco, el Estado mexicano no siguió un caso judicial en su contra. Todo lo contrario, lo mantuvo como uno de los empresarios favoritos del sistema. Después de todo, éste fue el beneficiario de una de las privatizaciones más importantes llevadas a cabo por la administración de Carlos Salinas de Gortari: la de Fertimex.

Fabio Covarrubias ganó la subasta pública de una de las dos partes del monopolio de producción de fertilizantes porque el concurso estaba apadrinado. Presentó una oferta en asociación con Rogelio Montemayor, uno de los hombres más cercanos al entonces Presidente Salinas y quién se convertiría en director de Pemex en el sexenio de Ernesto Zedillo.

De la noche a la mañana, Fabio Covarrubias se volvió uno de los empresarios más importantes de México. Desde entonces, este personaje ha sido el accionista mayoritario de Fertinal, una de las dos compañías en las que se dividió Fertimex.

Esto marcó el inicio de una larga trayectoria empresarial subsidiada con dinero público.

En 1998, apenas seis años después de la privatización, Fertinal se declaró en quiebra. Fabio Covarrubias había transformado una compañía con el poder de mercado de un duopolio en una empresa insolvente.

Fertinal tuvo que ser rescatada por el IPAB, el organismo público que sustituyó al FOBAPROA. A la fecha, el nombre de Fabio Covarrubias sigue siendo parte de la lista de pasivos del IPAB.

Sorpresivamente, la carrera empresarial del dueño de Fertinal no terminó con la quiebra. La clase política mexicana le extendió un salvavidas. En 1999, en contra de la opinión de los consejeros independientes de Bancomext, el banco de desarrollo del Estado mexicano le otorgó un crédito de 50 millones de dólares a Fertinal para sanear la compañía. Ésta no sería la primera ni la última vez que el gobierno mexicano utilizaba dinero de los contribuyentes para salvar a una empresa de Fabio Covarrubias.

Fast forward al sexenio de Enrique Peña Nieto. Pemex llegó a un acuerdo con Fabio Covarrubias para adquirir Fertinal en 635 millones de dólares, pese a que ambas partes sabían que la empresa estaba quebrada. Eso fue, de facto, el segundo rescate público de la compañía.

Todo ocurrió en el último tramo de la administración de Emilio Lozoya. En junio de 2015, Pemex y Fertinal firmaron un memorándum de entendimiento pactando la transacción. Se acordó iniciar un proceso de due dilligence. En septiembre, la asamblea de accionista de Fertinal decretó el reparto de un dividendo de 51 millones de dólares, el mecanismo a través del cual se habría repartido el soborno que habría hecho posible la adquisición. Finalmente, en diciembre, se firmó el contrato de compra-venta y los socios de Fertinal acordaron el canje de acciones con Pemex.

En ese sentido, la relación de Fabio Covarrubias con la administración de Enrique Peña Nieto no fue muy distinta a la que tuvo con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari o con el de Ernesto Zedillo.

Este caso exhibe que, un cuarto de siglo después, la misma generación de empresarios que surgió a partir de las privatizaciones de la década de los noventa sigue dominando la escena política mexicana. Fabio Covarrubias es parte de esta generación.

La magnitud del fraude, los 635 millones de dólares pagados por Pemex a los accionistas de Fertinal, son prueba de ello.

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