6 de enero 2021
¡Que alguien me explique!
EU, en el caos
Estados Unidos vive la peor crisis política de los tiempos modernos, quizá de las dimensiones del asesinato de John F. Kennedy y de su hermano Robert, del caso Nixon-Watergate o del fallido ‘impeachment’ a Bill Clinton
Por Ramón Alberto Garza
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El domingo pasado, diez ex secretarios de la Defensa de los Estados Unidos dieron carpetazo al debate sobre el triunfo del demócrata Joe Biden, exhortando a una transición pacífica del poder. Y alertaron sobre adversarios que buscan aprovechar la confusión.
El lunes, el presidente Donald Trump fue exhibido en un audio exigiendo a las autoridades electorales de Georgia que le encontraran 11 mil 780 votos que le dieran la victoria en ese estado. Amenazó a los funcionarios y, por la gravedad del ilícito, se abre de nuevo la posibilidad del ‘impeachment’.
“Esto es lo que quiero hacer. Solo quiero encontrar 11 mil 780 votos, que es uno más de los que tenemos… La gente de Georgia está enojada, la gente del país está enojada y no hay nada de malo en decir que has recalculado”.
“Bueno señor presidente, el desafío que tiene es que los datos que tiene son incorrectos”.
Un día antes de las elecciones extraordinarias en Georgia, el inquilino de la Casa Blanca se fue a hacer campaña abierta a favor de sus candidatos. Del resultado depende si los Republicanos conservan o no el control del Senado.
“Mañana, toda nuestra nación cuenta con el pueblo de Georgia. En cierto modo, el mundo cuenta con la gente de Georgia. Está en juego el destino de nuestro país, está en tus manos. Debe lograr una victoria republicana tan grande que los demócratas no puedan robarla o hacer trampa”.
En el mismo acto, el presidente Trump presiona al Vicepresidente Mike Pence para que desconozca el resultado del Colegio Electoral que sesionará hoy miércoles para certificar la victoria del demócrata Joe Biden.
“Espero que Mike Pence nos apoye, tengo que decírselo… Por supuesto, si él no lo logra, no me agradará tanto”.
Y en medio de esas 48 horas de sobresaltos, el presidente Trump eleva sus niveles de egocentrismo, narcisismo y megalomanía para insistir en que peleará para desacreditar lo que él considera una elección fraudulenta. La que él perdió. Lo cual significa que no será fácil que deje la Casa Blanca.
Estados Unidos vive la peor crisis política de los tiempos modernos, quizá de las dimensiones del asesinato de John F. Kennedy y de su hermano Robert, del caso Nixon-Watergate o del fallido ‘impeachment’ a Bill Clinton.
Por primera vez se asoma en la sociedad, que era el ejemplo global de la democracia, la sombra de un golpe de Estado técnico.
La terquedad y la obstinación tienen al presidente Trump en la negación más absoluta sobre su derrota y su consecuente salida de la Casa Blanca. A partir de esa depresión política, y sus consecuencias mentales, todo puede suceder.
Los próximos 14 días serán los más frágiles en una situación de tensión política extrema, creada precisamente por quien algún día juró que defendería la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica.
Hasta el inicio de la semana, solo se debatían los arrebatos del presidente Trump. Pero la filtración de su amenazante conversación con el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, obligándolo a “encontrar” miles de votos para modificar el resultado de la elección, fue la crisis que derramó el vaso.
Y el hecho acabó por dividir a un Partido Republicano en el que hasta ahora 104 congresistas y 13 senadores apoyan las ideas golpistas del presidente Trump. El resto se desmarca. Pero la nación está dividida.
No es gratuita la carta de los diez ex secretarios de la Defensa. Temen que, en medio de la confusión, y exacerbado por su ego, el presidente Trump invoque sus poderes para neutralizar la transición del 20 de enero, obligando al Ejército a salir a las calles para impedir vandalismo y caos.
Quien articula desde dentro o desde fuera de los Estados Unidos esta exaltación de ineptitudes sabe que la nación está dividida, que el clamor de victoria de unos es el canto de guerra de los otros. Una guerra civil podría asomarse.
Y la gota que derramaría el vaso sería que el Vicepresidente Pence hiciera eco de la petición del presidente Trump e invocara poderes, que en la realidad no tiene, para crear un conflicto con los resultados de cinco estados. Entonces, God Bless América.
Ese caos, o el aborto del mismo, tendrá que suceder entre hoy y lo que resta de la semana.
Si tienen éxito, veremos lo inédito en la nación más poderosa del planeta. Si fracasa, la última salida del presidente Trump será la de renunciar para darle paso al Vicepresidente Pence que, con sus poderes, buscaría otorgarle el perdón tanto al inquilino de la Casa Blanca como a su familia.
El mantra ‘trumpista’ es: si no me puedo quedar en la Casa Blanca, tampoco quiero acabar en la celda de una cárcel. De ese tamaño es el drama. De esa dimensión será el desenlace.
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