27 de junio 2017
¡Que alguien me explique!
Espías, hijos y yernos
El caso de espionaje del gobierno contra periodistas y activistas con el software Pegasus podría dar un giro de verdad inesperado
Por Ramón Alberto Garza
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Si de verdad se investiga, el caso del espionaje del gobierno a periodistas, activistas y abogados de derechos humanos podría tomar un curso de verdad inesperado.
Porque hasta ahora todos estamos centrados en ubicar cuál es la dependencia que adquirió el malware conocido como Pegasus, y quien de todas la que lo compraron le habría dado el uso inadecuado.
Hasta ahora las pesquisas de investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad apuntan a los nexos de distintas instancias del gobierno federal que habrían comprado el software a Balam Seguridad Privada S.A. de C.V..
Curiosamente la empresa fue constituída en mayo del 2012, cuando ya estaban corriendo las campañas presidenciales.
Y lo admirable es que en solo dos años se convirtiera en empresa líder para surtirle sus equipos de inteligencia y seguridad a medio gobierno federal y otra media docena de estatales.
La empresa es propiedad de Rodrigo Ruiz, sobrino de Guillermo Ruiz de Teresa, actual coordinador de Puertos y Marina de la SCT y ahijado político de Emilio Gamboa Patrón.
Pero los que están investigando por esos rumbos quizas andan bien despistados. Porque si bien es cierta la relación entre Rodrigo y su tío Guillermo, alguien tendría que ver si los picaportes de las dependencias no fueron abiertas por otras manos mas familiares.
Como por ejemplo la de algunos hijos o yernos de encumbrados secrertarios de Estado, que son los auténticos compadres de Rodrigo Ruiz.
Son familiares consanguineos, en línea muy directa, con aquellos personajes de primer nivel que tienen o tuvieron en los últimos cuatro años jugosos presupuestos para la compra de equipos y software de inteligencia.
Aquellos que conocen de la industria, sobre todos quienes están relacionados con el selecto mercado de la inteligencia israelí que maneja Asaf Zanzuri, saben muy bien de quienes estamos hablando.
Son juniors que aprovecharon que sus padres están o estaban en posiciones de privilegio, al primerísimo nivel, para influir en la compra de los programas como Pegasus, que acabaron por ser un auténtico fracaso fracaso.
Obvia decir que la intermediación no era una acción desinteresada, mucho menos un apoyo para sus mentores o suegros. Nada de eso.
La pavimentación del camino hacia el Olimpo oficial, tanto para NSO Group y para Hacking Team, iba revestida de jugosas comisiones devengadas por las firmas de contratos multimillonarios a los que nadie les ponía “pero” alguno.
Sobre todo porque además de ir muy bien apadrinados, por ser alta tecnología propietaria, eran territorio infranqueable para los licitadores. Era como venderle trucos de magia a quien se admiraba cuando le sacaban el conejo del sombrero.
Uno de los epicentros de esas investigaciones “familiares” podería encontrarse en la Procuraduría General de la República y sus recomendaciones a procuradurías estatales para adquirir el mismo malware.
Pero también valdría la pena indagar que lazos consanguineos influyeron para la compra de Pegasus en otras secretarías de Estado en las que Rodrigo Ruiz utilizó a otros compadres.
Y si ya en investigaciones de inteligencia andamos, vamos también transparentando la compra de drones con valor de cientos de miles de dólares que acabaron pagándose en millones de dólares y que hoy están inservibles.
Si de verdad el presidente Enrique Peña Nieto quiere desafanarse de una vez por todas de la sombra de corrupción que pesa su gobierno, esta es su oportunidad. Que la tome y la exhiba.
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