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21 de julio 2020

Opinión

De Epstein a Lozoya

Bien harían la Fiscalía y la familia del ex director de Pemex en revisar y reconsiderar los protocolos de cuidados médicos de Emilio Lozoya Austin.

Por Ramón Alberto Garza

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Cuando en Estados Unidos se destapó el escándalo del multimillonario Jeffrey Epstein, los mundos político, financiero y del entretenimiento vivieron un terremoto.

Los personajes presuntamente involucrados en abusos sexuales a mujeres menores de edad eran de tan elevado perfil que el juicio al financiero y a su asistente, Ghislaine Maxwell, serían una hecatombe para esos poderosos.

La lista incluía desde el actual presidente Donald Trump, el expresidente Bill Clinton, el príncipe Andrés de Inglaterra, el fundador de Victoria’s Secret, Leslie Wexner y el genio de Hollywood, Woody Allen.

Y conforme se iban deshojando las terribles historias del tráfico sexual, crecían los temores de que Epstein terminaría mal. “No alcanzará a llegar a la Corte. Sabe demasiado”, decían los afectos a las teorías de la conspiración.

Pero el 10 de agosto de 2019 las profecías de lo imposible se hicieron realidad. El controvertido financiero fue hallado muy oportunamente “ahorcado” en la celda de una prisión preventiva en Nueva York. Se cumpliá con ello la insultante frase de “muerto el perro, se acabó la rabia”.

Pocos dieron crédito a la historia del suicidio. De hecho, el primer reporte preliminar de su autopsia, del Dr. Michael Baden, revelaba una dislocación vertebral a la altura del cuello, una lesión que dijo era difícil de alcanzar con la horca. El patólogo forense se inclinó más por un homicidio.

Viene el recordatorio del trágico Caso Epstein, porque el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo ayer lunes que temía por la vida de Emilio Lozoya Austin.

Y no es para menos. Aquí lo decíamos apenas el viernes pasado. El ex director de Pemex –como Jeffrey Epstein- es un hombre que sabe demasiado.

No se trata de ninguna teoría de conspiración. Algo intuirá el inquilino de Palacio Nacional cuando en La Mañanera de ayer sacó a relucir sus temores.

«Ojalá la Fiscalía lo considere porque es autónoma. Pero que a ese señor lo cuiden. Dicen algunos, no, no está en la cárcel, está en el hospital. Pues hay que cuidarlo. No solo por su salud, que también merece eso como cualquier ser humano. Sino cuidarlo físicamente.

«Ayer estaba yo planteando el de que no es porque esté en un hospital se le deje solo o con poca vigilancia. Hay que cuidar al señor, porque según la información que se tiene, ya incluso hizo una primera declaración que presentó formalmente a la Fiscalía, en donde ya empieza a mencionar a personalidades, a políticos y del manejo de dinero», expresó.

No es difícil adivinar que si el presidente López Obrador sabe que ya existe una primera declaración y alerta, que ya salieron a la luz los nombres de personalidades políticas y de dineros – ya conocerá entonces algunos detalles de lo revelado por Lozoya Austin.

«Entonces leí también, porque me entero por los medios, que se filtró esa declaración. Ya se tiene, ya casi es de dominio público, ya hasta la están publicando y al parecer es real, es cierta”, dijo.

“Entonces, lo que él va a decir -si cumple con el compromiso que tiene con la Fiscalía- pues van a ser revelaciones trascendentes, muy fuertes”

-¿Podría estar en riesgo su vida?, le cuestionó una reportera. Y el mandatario no titubeó…

«Y podría, cómo no. Y hay que cuidarlo”, respondió.

Después de escuchar los muy legítimos temores del presidente López Obrador sobre la seguridad de Lozoya Austin, vienen los lógicos cuestionamientos de procedimiento.

¿Por qué el ex director de Pemex está internado en un hospital privado en donde más allá de una guardia, nadie sabe o puede intervenir en los procedimientos médicos o quirúrgicos que garanticen un debido proceso médico?

Si existe muy entendiblemente el temor por la vida de Lozoya Austin ¿no sería más seguro que el informante fuera trasladado al mejor hospital militar –que son de excelencia- y que hasta ahí acudieran los médicos de confianza de la familia?

No se trata de exhibir teorías conspiratorias, pero si en La Mañanera del presidente López Obrador el río suena, es porque agua lleva.

Bien harían la Fiscalía y la familia del ex director de Pemex en revisar y reconsiderar los protocolos de cuidados médicos de Lozoya Austin. Es tanto lo que está en juego, que la tentación para quienes hoy tiemblan debe ser mucha.

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