7 de mayo 2024
¡Que alguien me explique!
Encuestas a revisión
El gran debate, después del debate, es la manipulación que se pretende hacer a través de encuestas sobre la percepción de quién ganó: si Xóchitl Gálvez o Claudia Sheinbaum
Por Ramón Alberto Garza
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A Nuevo León se le reconoce como una de las entidades que tiene la menor aprobación al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero, a pesar de ello, un reconocido medio de comunicación reveló en su última encuesta que el apoyo presidencial en esa entidad alcanza el 81 por ciento. Es decir, que los neoleoneses están 15 puntos por arriba de la aprobación nacional que ronda el 66 por ciento. ¿De verdad lo creen?
El gran debate, después del debate, es la manipulación que se pretende hacer a través de encuestas sobre la percepción de quién ganó: si Xóchitl Gálvez o Claudia Sheinbaum.
La mayoría de las encuestadoras, por lo general poco conocidas, daban hasta un 40 por ciento de ventaja a Sheinbaum, cuando las encuestas serias exhibían lo que de verdad ocurrió: que la candidata de la oposición superó a la del partido oficial.
Hace unos días, en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, Max Cortázar presentó cifras contundentes de la impericia o manipulación en las encuestas.
El coordinador de comunicación de Xóchitl Gálvez exhibió que encuestadoras como Covarrubias fallaron por 20.6 puntos sus predicciones en la alcaldía de Tlalpan; por 20.3 en la Miguel Hidalgo; por 18.5 en Coyoacán; por 18.1 por ciento en la Cuauhtémoc y 12.6 en Magdalena Contreras. Todas esas fallas favorecían a Morena, que perdió.
Lo mismo sucedió con la encuestadora Enkoll que, en la última elección de Coahuila, en la que barrió Manolo Jiménez, se equivocaron “nada más” por 26 puntos que se le regalaban a Morena. Lo mismo en Durango, en donde su error fue de 22.8 puntos. Ni qué decir de las alcaldías capitalinas. En la Álvaro Obregón fallaron por 47 puntos; en la Cuauhtémoc por 45; en Magdalena el equívoco fue de 26 puntos y en Azcapotzalco por 16. Todas, de nuevo, en favor de Morena.
Y a pesar de que los resultados fueron diametralmente opuestos a los que pronosticaron, ninguna consecuencia para quienes, por descuido profesional o por abierta manipulación, difundieron sondeos errados. Ninguna amonestación del INE.
Diferente de lo que sucedió con encuestadoras como Massive Caller que, a contracorriente de los famosos 24 puntos de ventaja que otras encuestas le daban a Delfina Gómez en la última elección del Estado de México, esa casa encuestadora tuvo un margen de error de solo 2.1 por ciento, contra el resultado final que acabó con una ventaja de apenas 8 puntos.
Lo mismo pasó con México Elige, que su margen de error apenas fue de 1.9 por ciento sobre el sorpresivo resultado final de Edomex. Y Trending Poll apenas mostró un sesgo de 0.1 (punto uno) por ciento mientras que Áltica registró solo 0.7 (punto siete). ¿Y a esas encuestadoras más acertadas, alguien les reconoció sus méritos?
Fallidas, manipuladas, compradas, cuchareadas o acertadas, cada contienda electoral es lo mismo. Aparecen nuevas encuestadoras de cero, sin que nadie le ponga lupa a su historial de aciertos y errores. Y así van por la vida, encuestando impunemente. Incluso los que se dicen profesionales, expertos y confiables.
Tres elecciones recientes, muy controvertidas todas a nivel mundial, revelan que este virus de las encuestas increíbles ronda al planeta entero.
En Argentina, los sondeos de opinión pronosticaban el triunfo del peronista Sergio Massa… al final ganó el opositor Javier Milei con 55 por ciento de los votos, gracias a una participación del 76 por ciento del electorado.
En Turquía, el poderoso partido oficial del tirano Recep Erdogan -al que todas las encuestas daban como seguro ganador en las elecciones municipales- fue derrotado por el frente opositor que dominó todas las grandes ciudades turcas. Erdogan se vio obligado a anunciar que renunciaba a buscar su reelección.
Y en Portugal, en su más reciente elección legislativa, las encuestas pronosticaban que el partido en el poder, el Partido Socialista, ganaría con el 31 por ciento de los votos contra 13 por ciento de la derecha. El resultado fue que la opositora Alianza Democrática derrotó a la izquierda, y ahora controla el Congreso portugués.
Está claro, pues, que las encuestas no tienen, ni en México ni en muchos otros países, el grado de certeza y confiabilidad que se desearía. Por lo tanto -y hasta que el INE no califique la efectividad de las casas encuestadoras- sólo sirve para engañar al pueblo ignorante. Sobre todo, en una sociedad en donde la mitad de sus ciudadanos tienen miedo a responder a la pregunta de por quién van a votar.
La única encuesta válida, la que cuenta, es la del 2 de junio en las urnas. Y ahí sí, hay que promover por el bien de la democracia que todos “contestemos”, acudiendo a votar.
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