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22 de noviembre 2024

6 de mayo 2021

¡Que alguien me explique!

El silencio de Slim

En medio de la tragedia del colapso de la Línea 12 del Metro, en uno de los tramos que su constructora tuvo a su cargo, el que se presume como el hombre más rico de México brilla por su ausencia, por su silencio, por la pobreza de empatía. Enmudeció

Por Ramón Alberto Garza

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En más de una docena de oportunidades, el empresario Carlos Slim se ha hecho presente al lado del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Lo ha hecho para anunciar inversiones, firmar obras que le asignó el gobierno de la Cuarta Transformación o incluso para presumir compra de boletos para la rifa no-rifa del avión presidencial.

Pero en medio de la tragedia del colapso de la Línea 12 del Metro, en uno de los tramos que su constructora tuvo a su cargo, el que se presume como el hombre más rico de México brilla por su ausencia, por su silencio, por la pobreza de empatía. Enmudeció.

Si fuera íntegro y responsable, el presidente del Grupo Carso ya habría salido, no solo a dar el pésame a los deudos de quienes fallecieron casi a la media noche del lunes por la trabe colapsada.

Es lo menos que podría hacer cuando se trata de una trabe que fue fabricada por CICSA, el brazo constructor del Grupo Carso.

Con López Obrador de candidato, Carlos Slim era el líder de la llamada Mafia del Poder. Ahora con López Obrador presidente es su constructor favorito. Lo mismo para el Tren Maya que para otras obras insignia de la Cuarta Transformación.

De la presunta responsabilidad de la constructora de Slim, en el drama de la Línea 12, existen distintas líneas que obligan a investigación, sobre todo, en los tramos de Periférico Oriente, Tezonco, Olivos, Nopalera y Zapotitlán, que fueron los que se le asignaron.

La primera es aquella que advierte que, presuntamente, buscó bajar costos y que para ello la constructora de El Ingeniero modificó las especificaciones en el vaciado de columnas, losas y trabes de concreto. Para incluir acero en la estructura.

Las especificaciones originales de la Línea 12 habrían corrido a cargo del despacho de José María Riobóo, el calculista que supervisó en los 90 la construcción de otras líneas del Metro, y también los segundos pisos en la Ciudad de México, en los días en que la metrópoli era gobernada por López Obrador.

La presunta inclusión de varilla en lo que se exigía como concreto acabó por generar una estructura más vulnerable al desgaste y más frágil ante los sismos que se dan en la ciudad capital.

Prueba de ello es que, en el sismo de 2017, durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera, algunas de las trabes fabricadas con acero se vieron afectadas, lo que orilló al gobierno capitalino a solicitar las reparaciones obligadas a la constructora de Slim. Incluyendo la que acaba de colapsar.

Desde los cuarteles del empresario más próspero de México buscan circular otra versión.

Que el desgaste de las trabes se dio por tensiones generadas por la incompatibilidad de los rieles y los rodamientos metálicos -no neumáticos, como se había proyectado- de los trenes que se rentaron para esa Línea 12.

Si eso fuera cierto, ¿podría CICSA o cualquier otra empresa de Slim presentar las pruebas de que ellos protestaron a tiempo y formalmente frente a lo que consideraban una falla que sabían que terminaría, como mínimo, en un descarrilamiento o -como acabó sucediendo- en un colapso de una trabe? ¿O acaso con su silencio fueron cómplices de la tragedia? Eso calificaría como negligencia.

Pero los cuestionamientos sobre la calidad de construcción de la Línea 12 recaen, no solo en la constructora de Slim, sino también en ICA, en esos días todavía liderada por Bernardo Quintana y por Alstom Mexicana, una filial de la firma francesa de energía y transporte.

Todas esas corporaciones -conocidas como El Consorcio- debieron asumir la responsabilidad de que, a unos meses de inaugurada la Línea 12, cuando se detectaron desgastes en los rieles y miles de sujetadores de durmientes fracturados, se suspendiera el servicio en 11 estaciones, en algunas hasta casi dos años.

¿Por qué si los trabajadores del Metro ya habían puesto sus denuncias sobre la fragilidad del tramo de los Olivos, nadie hizo algo por revisar la estructura que terminó colapsada y cobrando 25 vidas?

De hecho, las tres constructoras de la Línea 12 tienen historiales recientes de escándalos en obras ejecutadas en otras latitudes.

Ahí está otro consorcio de Carlos Slim, la española FCC, involucrada desde 2017 en la construcción del Metro de Panamá, donde enfrenta desde hace cuatro años fuertes demandas judiciales en las cortes españolas.

De acuerdo al periodista José Martínez, a FCC se le asocia con esquemas de corrupción similares a los de Odebrecht. Uno de esos litigios, en el Metro de Panamá, tendría que ver con sobredimensionar el suministro de acero necesario para acabar facturándolo al doble de su precio.

En el caso de ICA, durante la construcción de la Línea 12 enfrentaba serias dificultades gerenciales que la colocaron al borde del colapso financiero y la obligaron a reestructurarse de fondo. Finalmente, fue objeto de un severo cambio en su integración accionaria.

El caso de Alstom es todavía más delicado. Al igual que la brasileña Odebrecht, la constructora francesa debió pagar en 2015 una multa de 772 millones de dólares al Departamento de Justicia de los Estados Unidos.

Ello al comprobarse que, en base a corruptelas, logró contratos de plantas eléctricas en Indonesia, Arabia Saudita, Egipto y Bahamas.

Ese es el perfil de las corporaciones que encaran la investigación de la construcción de la trágica Línea 12.

Pero de todas ellas, la constructora de Slim es la que deberá asumir la mayor responsabilidad, por ser la que construyó el tramo de la desgracia.

Continuar guardando silencio será imposible. Enfrentar las consecuencias dependerá de los resultados de un peritaje que correrá a cargo de la empresa noruega DNV. Ojalá exhiba resultados antes de que se dé una nueva tragedia.

Por ahora, Carlos Slim ya tiene un nuevo título: El hombre más silencioso del mundo.

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