15 de febrero 2024
¡Que alguien me explique!
El retorno de César Yáñez
Cuando se baje el telón del gobierno de la Cuarta Transformación, sin duda, uno de los episodios más ingratos fue el de la marginación de César Yáñez de la primera fila del gabinete lopezobradorista
Por Ramón Alberto Garza
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Cuando se baje el telón del gobierno de la Cuarta Transformación, sin duda, uno de los episodios más ingratos fue el de la marginación de César Yáñez de la primera fila del gabinete lopezobradorista.
Durante 18 años, César Yáñez fue, no solo el hombre de la comunicación de Andrés Manuel López Obrador, sino su fiel escudero, que estaba siempre ahí para darle el consejo, que enderezara lo torcido, que apagara el fuego que generaba en no pocas ocasiones la beligerancia de su jefe.
Moderado, ecuánime, sensible y hombre de diálogo, honesto con los medios y los periodistas, César Yáñez estaba llamado a ser el natural coordinador de Comunicación Social del presidente López Obrador. Una garantía.
Pero sobrevino su boda con una exitosa empresaria que quiso tener la fiesta que toda novia espera, de acuerdo a sus legítimas posibilidades. Y los adversarios de César Yáñez se lanzaron a magnificar los presuntos “excesos”, patrocinando todo tipo de publicaciones, buscando que el entonces nuevo presidente saliera a condenar el evento pagado por la ilusionada novia y marginando a su escudero de su círculo íntimo. Ése sí fue un “compló” operado desde el ala más radical del cuatroteísmo.
Y la extrema izquierda, con su “madrina” por delante, impulsaron a Jesús Ramírez para que ocupara la posición que -por derecho-, por suficientes méritos en tres campañas a cuestas -dos perdidas y la tercera ganada- le correspondía a César Yáñez.
Y Jesús Ramírez se instaló con todos sus complejos -y solo sacándole ventaja a su pedigrí como cercano al escritor Carlos Monsiváis- como el comunicador del presidente que debutaba reciclando la conferencia Mañanera, la misma que se inició con César Yáñez, en los días en que López Obrador era Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.
Bajo la conducción de Jesús Ramírez, aquella Mañanera fue convertida en destilería de amarguras, en el púlpito de los rencores y las insidias, en el epicentro de la polarización nacional entre fifís y chairos, en el horno crematorio de periodistas, empresarios y políticos que eran marcados como adversarios. Y, precisamente, el responsable de dotar al mandatario del carbón, la gasolina y el fuego para avivar la llama todos los días es Jesús Ramírez.
Con César Yáñez, el destino de la comunicación y el ánimo del sexenio infundido desde la conciliación presidencial habría sido otro.
Pero se le relegó a una subsecretaría de Gobernación desde donde sacó la casta y se transformó en diligente embajador de muchos temas que exigían diplomacia, mano izquierda y conciliación.
Lo mandaron a alinear en el juego de las “corcholatas” con Adán Augusto López, su jefe en Gobernación, y sacó adelante la tarea.
Por eso, cuando el martes se anunció que César Yáñez salía de Bucareli para irse a operar en la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, en muchos pasillos de Palacio Nacional y de los cuarteles de la candidata de Morena se escucharon algunos respiros.
Si Claudia Sheinbaum justiprecia la experiencia y el valor que tres campañas presidenciales le otorgan a César Yáñez, tendrá a un excelente interlocutor, no sólo para apagar fuegos, sino lo que es más importante, para evitarlos.
El problema radicará en que Jesús Ramírez presume ser el alter ego de Claudia Sheinbaum, se dice su operador de cabecera, el embajador desde el ala radical que dicta a los de la campaña las pautas de la comunicación que definen el aire que se respira.
La decisión final estará en la candidata, que deberá elegir entre un comunicador intrigoso, que opera desde el clóset, o un comunicador a cielo abierto, que aprovecha el viento a su favor para sacar adelante, no su ego, sino el triunfo de su jefe.
César Yáñez ya lo demostró en 2018. Y de la mano del candidato López Obrador hicieron la hazaña de ganar la primera Presidencia de Morena. ¿Le darán una segunda oportunidad?
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