22 de mayo 2018
¡Que alguien me explique!
El Post debate
Después del segundo debate presidencial 2018, las cúpulas de los partidos están nerviosas. Y no es para menos.
Por Ramón Alberto Garza
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Después del segundo debate presidencial 2018, las cúpulas de los partidos están nerviosas. Y no es para menos.
Las elecciones están a 40 días y nadie, aún el puntero, se sienten todavía en absoluta e indiscutible zona de confort.
A pesar de tener la piel dura por sus dos campañas anteriores, los ataques desde todos los frentes desencajan a Andrés Manuel López Obrador.
Adversarios políticos, empresariales, mediáticos e intelectuales, operan horas extras, usando todos los recursos a su alcance, para repetir la siembra de miedos que no solo lo frene, sino que le reste simpatizantes al llamado “Peligro para México”.
Pero su ventaja de 20 puntos luce difícil de remontar por la ruta tradicional. Tendrían que alinearse muchos astros de los partidos y los candidatos rivales para frenar el momento del candidato de Morena.
Y aunque la actuación de José Antonio Meade fue muy superior a la del primer debate, la disputa del pasado fin de semana en Tijuana solo vino a apuntalar a Ricardo Anaya como el segundo lugar, descubriendo la urgencia de reforzarlo si lo quieren ver de verdad al tú por tú en la recta final.
Por eso, desde distintos frentes corporativos, de la política y de los negocios, se mueven los hilos buscando que al menos Margarita Zavala y en el momento oportuno Jaime “El Bronco” Rodríguez acaben haciendo causa común con Anaya o con Meade.
Eso dependerá de lo que arrojen las encuestas post debate. Si Anaya repunta, como lo hizo tras el primer debate, no le será difícil pactar las alianzas que le reduzcan la distancia con el puntero. Sobre todo si López Obrador se estanca más o retrocede.
Si por el contrario, las encuestas arrojan que el debate fortaleció a Meade, acercándolo a Anaya, las esperanzas no morirán y las presiones se elevarán sobre Margarita y “El Bronco”.
El anuncio de que el calderonista Ernesto Cordero se suma a la campaña del priista-no priista, es apenas un anticipo en esa dirección.
Pero la diferencia en las alianzas con Anaya es que el candidato de Por México al Frenteacortaría su distancia con López Obrador, mientras que en las alianzas con Meadeapenas alcanzarían para acercarse a Anaya.
¿Dónde serían más útiles para la causa de quienes, nerviosos e intranquilos, estándesesperados por frenar al tabasqueño?
Porque en los cuarteles de Morena la consigna parece más que clara. Se cumplió con la exigencia legal de los dos debates y no hay necesidad de exponerse más.
Por eso los estrategas de López Obrador están rechazando cuanto encuentro, comparecencia o debate nuevo les ofrecen. Porque ya conocen el script y no están dispuestos a arriesgar más de lo que ya sienten como una muy cómoda ventaja.
En cambio Anaya, Meade y “El Bronco” aceptan ir a todas las peleas. Porque saben que el tiempo invertido arriba del ring paga dividendos, aún bajo las peores presiones y circunstancias.
Si esto fuera un partido de fútbol, diríamos que la oncena de López Obrador se cerróy ya está jugando a la defensiva, buscando mantener el cómodo marcador, esperando que el primero de julio se pite el final del partido.
Mientras que sus tres rivales están jugando abiertos, tratando de armar un contragolpe que, en lo individual o como la Selección del Establishment, les dé posibilidades, de disputar –cuerpo a cuerpo- dignamente la final.
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