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21 de noviembre 2024

31 de octubre 2024

¡Que alguien me explique!

El Jenga Mexicano

México está en el vórtice de un colapso de su Estado de Derecho. Y la disputa por el control del Poder Judicial es la última llamada, antes de que la estructura política, económica y social colapse

Por Ramón Alberto Garza

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México está en el vórtice de un colapso de su Estado de Derecho. Y la disputa por el control del Poder Judicial es la última llamada, antes de que la estructura política, económica y social colapse.

¿Difícil de comprender? Vamos a entenderlo visualmente con la metáfora del Jenga, ese popular juego que consiste en un enjambre de 54 bloques de madera intercalados que se sostienen los unos a los otros, pero que, al irse eliminando, si no se hace con cuidado se corre el riesgo de desplomar la estructura completa. La estabilidad y el equilibrio se pierden y el monolito colapsa. El acabose.

Pues nada menos que eso es lo que estamos haciendo con nuestro México. Desmantelándolo sin el menor cuidado desde la radicalización de la imposición de la reforma al Poder Judicial, que da paso a la instauración de una Autocracia Legislativa, en donde los Diputados y Senadores, y no el Poder Ejecutivo y mucho menos la Suprema Corte, tienen la última palabra.

En el Jenga Mexicano, los bloques que lo cimentan incluyen los tres poderes de la Nación: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Retiren cualquiera de esos bloques y la estructura que luce monolítica, sólida, se viene abajo.

Eso no significa que ese monolito, que es la Nación, sea intocable. Por el contrario, el perfeccionamiento de la cultura política, legislativa y judicial puede obligar a modificar uno, dos o tres bloques, sin que la estructura colapse. Pero cuidado con tocar los cimientos, fincados en la equilibrada separación de los tres poderes, porque el edificio es insostenible.

¿Por qué en Perú, los últimos cuatro presidentes han sido procesados judicialmente -tres fueron a la cárcel y uno se suicidó- acusados de corrupción? Simple. Porque al sistema judicial peruano se le respeta la autonomía, no depende ni del Congreso, ni del Poder Ejecutivo. Y cuenten cuántos empresarios privados de Perú ya fueron recluidos en cárceles también por su corrupción y su colusión.

Alguien en México, alguien que le hizo mucho daño a nuestra Patria, tiene pánico de que, más temprano que tarde, se le pueda procesar por delitos evidentes. Y desde donde quiera que esté, manipula al partido en el poder, que con su hijo al frente y la obsequiosa Mayoría Calificada, buscan en estos días asestar el golpe definitivo. Si lo consuman, si se legitima el desacato, todo estará perdido.

Lo que tenemos que entender, como mexicanos, es que en este monolito llamado México todos los bloques cuentan. Pueden eliminarse algunos, como en el Jenga, pero eso no significa que la estructura firme no se debilite.

Hoy con la radicalización y la complicidad de Morena y sus partidos satélite -el Verde y el PT- se están inhabilitando el Juicio de Amparo, las acciones de inconstitucionalidad, la controversia constitucional y el llamado control de convencionalidad. Quizás pocos entiendan los alcances, pero al desmantelarlos, los huecos están ahí. El edificio de la Nación es más frágil.

Si a eso se le suma el debilitamiento de bloques que son desgastados por procesos electorales, por imposición de reglas a modo para manipularlos o incluso se alienta su desaparición, la estructura está en peligro.

Vamos quitando el Instituto Nacional de Acceso a la Información, la Comisión Federal de Competencia, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía. Quizás, en el corto plazo, el edificio no colapse, pero la estructura está debilitada y sin posibilidad de crecer.

Desconozcan las reglas bajo las cuales se firmó el Tratado México, Estados Unidos y Canadá, con legislación internacional, y la economía se desploma para colocarnos en la más radical de las crisis. El Error de Diciembre será cuento de niños.

Súmele a eso la cooptación o el desmantelamiento de los bloques que integran los pisos de la democracia, que incluye el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y la estructura en la que se asientan nuestras libertades se desaparece.

Pero, por sobre todos los pisos del monolito, los cimientos que significan el Poder Ejecutivo -la Presidencia-, el Poder Legislativo -los diputados y senadores- y el Poder Judicial -jueces, ministerios públicos, magistrados y ministros de la Corte– son intocables, porque son el sustento del sano equilibrio que impide que todo el edificio se venga abajo.

Sin embargo, el extremismo de Morena -y de quien lo maneja desde Palenque a través de su hijo y los 23 integrantes del Gabinete que le heredó a su sucesora- no lo entienden.

Peor aún, el rediseño del monolito, que podría ser bloque por bloque, sólo lo conciben desde el manotazo, como el que se pretende dar con el Poder Judicial.

En su controvertido proyecto de Ley, la llamada Mayoría Calificada morenista pretende desmantelar todo el piso de la administración de la justicia, esperando que el edificio no colapse. Imposible. Eso es un manotazo, un golpe de Estado técnico, que nos coloca en el abismo legan ante el mundo.

A falta de un monolito sólido que exhiba el respeto al Estado de Derecho, nadie querrá venir a hacer negocios y a contribuir con el crecimiento de nuestro país. Y sin duda muchos capitales nacionales acabarán por migrar a otras naciones en donde su Jenga no esté en peligro, donde sus inversiones no colapsen.

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