17 de octubre 2024
¡Que alguien me explique!
El eclipse de García Luna
El karma finalmente alcanzó a quien es acusado de ser, durante 12 años, el gran protector del Cártel de Sinaloa: 38 años en prisión fue la sentencia dictada por el juez Brian Cogan en contra del ex secretario de Seguridad, Genaro García Luna
Por Ramón Alberto Garza
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“Usted (Genaro García Luna) tiene una doble vida. Usted vestirá muy elegante. Usted podrá decir que respeta la Ley y seguro lo cree, pero su conducta es la misma que la de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán”.
Esta declaración de ayer contra Genaro García Luna es dura y brota de los labios del juez norteamericano Brian Cogan, quien ayer le anunció al secretario de Seguridad del gobierno de Felipe Calderón su sentencia definitiva: 38 años en prisión, pago de dos millones de dólares de multa y cinco años de libertad bajo vigilancia, una vez que cumpla su sentencia.
El karma finalmente alcanzó a quien es acusado de ser, durante 12 años, el gran protector del Cártel de Sinaloa, el cómplice principal del empoderamiento y enriquecimiento de Joaquín “El Chapo” Guzmán, de Ismael “El Mayo” Zambada y de los hijos de ambos como operadores del más poderoso clan criminal que desde México inundó de drogas a los Estados Unidos y al mundo entero.
Por más esfuerzos desesperados que hizo García Luna para intentar probar su inocencia, el implacable juez neoyorquino acabó por dictar una sentencia en la que se le acusa de conspirar para traficar un millón de kilogramos de cocaína hacia Estados Unidos y de recibir, al menos, seis millones de dólares en sobornos de algunos poderosos cárteles, de acuerdo a testimonios de algunos narcotraficantes que actuaron como testigos protegidos.
Las acusaciones incluyen la creación de un fondo de 50 millones de dólares por parte de los capos protegidos para resguardar a su protector y la intentona de García Luna y su defensa para sobornar a dos reos del Centro Metropolitano de Detenciones, en Brooklyn, buscando que dieran falsos testimonios que permitieran echar abajo el juicio del alto funcionario calderonista.
Y la sentencia no es para menos. cuando a finales del 2006, García Luna se hizo cargo de la Secretaría de Seguridad, el gobierno de Vicente Fox le heredaba 60 mil homicidios en todo el sexenio. Unos 10 mil por año.
Pero la guerra que inició García Luna para acabar con los cárteles del Golfo, de los Zetas, de los Beltrán Leyva, buscando dejar el poder único al Cártel de Sinaloa, duplicó los homicidios en los seis años del gobierno de Felipe Calderón, que acabó con 122 mil. Unos 20 mil muertos por año.
Era falso ese combate al crimen organizado. Lo que García Luna gestó -con la tolerancia del presidente Felipe Calderón- era una purga de cárteles para encumbrar a “El Chapo” Guzmán y al “Mayo” Zambada, y a sus vástagos.
Hoy, los dos capos y dos de sus hijos están también recluidos ya en Estados Unidos, esperando un juicio y un veredicto que promete sacudir las entrañas del sistema político mexicano.
Porque no tendrán forma de explicar cómo, de los 122 mil homicidios del sexenio calderonista -al que se llamó el más sangriento-, se pasó a contabilizar 199 mil homicidios en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Unos 33 mil homicidios cada año, dos mil 700 por mes, o un promedio de 90 cada día, de un gobierno de la Cuarta Transformación que prometió que acabaría con la delincuencia organizada, sólo para dejar en evidencia su debilidad por Badiraguato y su abierta complicidad bajo el hashtag de #NarcoPresidente.
García Luna es el primer eclipse del narco-estado mexicano que se inició con el Cártel de Guadalajara, en el sexenio de Luis Echeverría; que continuó con el Cártel de Juárez en el sexenio de López Portillo y se mudó al Cártel de Tijuana con Miguel de la Madrid; sólo para debutar con el Cártel del Golfo en el sexenio de Carlos Salinas; con el Cártel de las Metanfetaminas en el sexenio de Zedillo; el dominio del Cártel de Sinaloa en los sexenios de Fox y Calderón; el de Jalisco Nueva Generación con Peña Nieto y el renovado Cártel de Sinaloa con López Obrador.
La sentencia de ayer a García Luna fue un epitafio sobre la celda de un títere, pero no la de un titiritero. ¿Alguno de los cuatro capos que faltan por ser juzgados entregará la suficiente información para llegar a la verdad, la que dicta que cada sexenio creó su cártel y que sus dueños no eran esos personajes conocidos como El Chapo, El Mayo, El Mencho, La Barbie, El Señor de los Cielos o los Beltrán Leyva? Los hilos que dicen que ellos movían alcanzan otras alturas.
Por eso es poderosa la sentencia del juez Brian Cogan. Porque desnuda que todos aquellos, quiénes desde el poder, con trajes elegantes violan la Ley, regentean a las mafias criminales y con su complicidad acaban asesinando a miles de compatriotas -justos y pecadores- no son diferentes a los capos. Todos son lo mismo. La diferencia es que, hasta hoy, unos -como García Luna- son prescindibles. El resto… todavía no.
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