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21 de octubre 2024

8 de agosto 2024

Internacional

El Cártel de Minnesota

El ‘Cártel de Minnesota’ es una nueva iteración de la guerra contra las drogas. Es, también, una oportunidad para repensar cómo funciona un negocio que ha costado cientos de miles de vidas en México y en Estados Unidos

Por Rodrigo Carbajal

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El Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció esta semana que desmanteló a uno de los cárteles más sofisticados en el negocio criminal del fentanilo y las metanfetaminas. No se trata del Cártel de Sinaloa ni del Cártel Jalisco Nueva Generación, sino de una organización dirigida y operada por ciudadanos estadounidenses en ambos lados de la frontera.

El 4 de enero de 2019, Clinton James Ward fue arrestado en el estacionamiento de un motel en Vadnais Heights, Minnesota por vender metanfetamina desde su habitación. Semanas después, logró escapar a México, donde rápidamente estableció una red criminal de aliados vinculados, tanto al Cártel de Sinaloa, como al Cártel Jalisco Nueva Generación.

Durante los últimos cinco años, Clinton James Ward dirigió desde su residencia en Jalisco un negocio propio de exportación de metanfetaminas, fentanilo y cocaína a Estados Unidos. Los fiscales federales del Distrito de Minnesota lo acusan de haber distribuido al menos 1,600 libras de opioides sintéticos en el área metropolitana de Minneapolis-St. Paul.

El 11 de marzo del 2024, Ward fue detenido por autoridades mexicanas y extraditado al sistema judicial de Estados Unidos. Este martes 6 de agosto, el Departamento de Justicia anunció la apertura de un maxi proceso contra la organización de Ward: se presentaron cargos de narcotráfico y conspiración para distribuir metanfetamina, cocaína y fentanilo en contra de quince personas. Todos los acusados son ciudadanos norteamericanos.

El fiscal federal Andrew M. Luger declaró que “la acusación ha desmantelado a una de las organizaciones de tráfico de drogas más sofisticadas y significativas que me ha tocado procesar en mi gestión como fiscal del Departamento de Justicia”.

El caso fue desarrollado en coordinación con la DEA, el FBI y contó con la asistencia de autoridades mexicanas.

La investigación del Departamento de Justicia e inteligencia recabada por la DEA detectaron que Ward utilizó infraestructura y contactos de las dos principales organizaciones criminales en México para traficar y distribuir opioides sintéticos desde Jalisco hasta Minnesota: “Ward se alineó con dos cárteles mexicanos… su organización dejó un rastro de destrucción”, sentenció el fiscal Luger.

Alvin M. Winston, agente especial del FBI encargado del caso, calificó el proceso contra el ‘Cártel de Minnesota’ como “la disrupción de una significativa red de tráfico de drogas”. La operación de Ward cruzaba opioides sintéticos a través de la frontera México-Estados Unidos utilizando cargamentos de semi-tráileres. Posteriormente, la droga era dividida en cantidades pequeñas para ser transportada a Minnesota mediante vehículos privados.

La detención de Ward y la operación del ‘Cártel de Minnesota’ echan por la borda los estereotipos comunes y las narrativas prefabricadas que rodean a la guerra contra las drogas.

Primero, pone en evidencia que las cabezas de las organizaciones criminales no sólo llevan los apellidos Oseguera, Zambada, o Guzmán. Clinton James Ward es un hombre blanco de 45 años de nacionalidad estadounidense.

Segundo, el hecho de que Ward haya trabajado simultáneamente con el Cártel de Sinaloa y con el Cártel Jalisco Nueva Generación deja claro que las fronteras y jerarquías de las organizaciones criminales son informales, inestables y dinámicas. Los cárteles no son estructuras verticales, sino franquicias que a veces comparten a prestadores de servicio: distribuidores, sicarios, brazos paramilitares, operadores financieros y, sobre todo, contactos políticos.

Tercero, el ‘Cártel de Minnesota’ es un testamento de que la política de control de drogas del Partido Republicano parte de una premisa equivocada: la crisis migratoria y el caos del sistema de asilo explican sólo una mínima parte de las exportaciones de opioides sintéticos a Estados Unidos. De acuerdo a datos del gobierno norteamericano, la mayoría de las metanfetaminas y el fentanilo que se consume en territorio estadounidense es introducido por ciudadanos americanos a través de los puntos de control fronterizo de la Customs and Border Protection del Departamento de Seguridad Interior.

Cuarto, organizaciones como la de Ward son ideales para adaptarse a un contexto de atomización de los cárteles. En realidad, son un reflejo de la política de descabezamiento de organizaciones criminales, conocida como ‘The Kingpin Strategy’, implementada a partir del gobierno de Felipe Calderón. El uso de fuerzas especiales del Ejército de Estados Unidos en México y la designación de los cárteles tradicionales como organizaciones terroristas difícilmente alcanzarán a operaciones como la de Ward: estructuras discretas de quince personas dirigidas por ciudadanos estadounidenses.

Durante casi dos décadas, la estrategia del gobierno mexicano para hacer frente a los cárteles ha oscilado entre intervenciones militares agresivas para atomizar a grupos criminales y pactos de no agresión para conseguir una suerte de ‘pax narca’. Ambos enfoques han sido un absoluto fracaso. El Estado mexicano se ha negado, por omisión o complicidad, a desmantelar las redes de lavado de dinero de los cárteles y las estructuras de protección política.

“Si me atrapan o me matan, nada cambia”, le dijo Ismael ‘El Mayo’ Zambada a Julio Scherer en la célebre entrevista para la revista Proceso. No es casualidad que su arresto haya estado precedido por la preparación de una sucesión del imperio criminal dividida entre Ismael Zambada Sicairos, ‘El Mayito Flaco’, e Ismael Zambada Imperial, ‘El Mayito Gordo’. Lo mismo podría decirse de las estructuras criminales de ‘Los Chapitos’, el Cártel del Golfo y el Cártel Jalisco Nueva Generación.

El ‘Cártel de Minnesota’ es una nueva iteración de la guerra contra las drogas. Es, también, una oportunidad para repensar cómo funciona un negocio que ha costado cientos de miles de vidas en México y en Estados Unidos.

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