21 de agosto 2025
Política
¿Dónde está Andy?
De manera silenciosa, el poder empieza a cambiar de manos en Morena. La manifestación más evidente e importante del nuevo tablero político de la 4T se encuentra en el cambio de lealtades de Luisa María Alcalde
Por Rodrigo Carbajal
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Adán Augusto López y ‘La Barredora’. Ricardo Monreal y la fiesta de Pedro Haces en Madrid. Andrés Manuel López Beltrán y la cena de 47 mil pesos en Tokio. No es casualidad que los escándalos que rodean a la 4T alcanzan a tres hombres que fueron colocados por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador como un contrapeso político de la presidenta Claudia Sheinbaum.
De manera silenciosa, el poder empieza a cambiar de manos en Morena. La manifestación más evidente e importante del nuevo tablero político de la 4T se encuentra en el cambio de lealtades de Luisa María Alcalde. Aunque su apellido se ha identificado como el de una familia íntimamente ligada al ex presidente López Obrador, la dirigente nacional de Morena está desplazando de la operación partidista a Andrés Manuel López Beltrán, a Adán Augusto López y a Ricardo Monreal. Alcalde ha tomado control del programa de afiliación de Morena y de los comités seccionales.
El verano político que dejó a la 4T a la defensiva por los viajes y lujos de sus cuadros más importantes abrió una oportunidad. En ese vacío de autoridad, Luisa María Alcalde ha movido fichas con un objetivo doble: disciplinar a la militancia y recentrar el control político del partido en torno a Claudia Sheinbaum. Sus mensajes públicos -apoyados en la ética de “justa medianía”- y su toma de mando de la nueva estructura territorial indican una reorganización real del poder interno.
La secuencia es clara. Primero, Alcalde endureció el tono tras los escándalos de vacaciones de dirigentes y legisladores, entre ellos el viaje de Andrés Manuel López Beltrán (“Andy”) a Japón. “Si dañamos a Morena, ¿qué le queda de alternativa a este país?”, advirtió, alineando su discurso con la Presidencia. El País documentó además que el propio Andy -secretario de Organización- se ausentó de la gira nacional que encabeza la dirigencia para recomponer la disciplina y presencia territorial. El mensaje no fue sólo moral: fue un llamado político que fijó costos internos.
Segundo, la operación en tierra. El domingo 17 de agosto, Morena arrancó más de 6 mil asambleas dominicales para integrar comités de defensa en las 71,541 secciones electorales del país; Alcalde las encabezó personalmente y anunció a 7,072 “mentoras” para acompañar la instalación. Se trata de la arquitectura básica de movilización 2027-2030 y, sobre todo, de un tablero que antes orbitaba alrededor del secretario de Organización. El hecho político es que la presidenta del partido tomó la batuta en público.
Tercero, la ausencia de Andy. Andrés Manuel López Beltrán no estuvo presente en una tarea que, por estatuto, le corresponde dirigir. Su influencia en la organización se ha visto desplazada por el avance de la estructura que coordina Alcalde. De acuerdo a reportes periodísticos, Morena estaría “a dos millones” de su meta de afiliación, un dato que subraya el ritmo de la campaña de incorporación que hoy capitaliza la dirigencia. Las ganancias son para Alcalde y para Sheinbaum.
Cuarto, el reacomodo en el Congreso. Conforme se acerca la renovación de la Mesa Directiva del Senado, se prefigura una disputa en la que Alcalde y la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, empujan opciones alternativas a la de Adán Augusto López. Más allá de nombres, el punto es el mismo: cerrar filas y contener liderazgos que se perciben como “herencias” del lopezobradorismo que hoy son vulnerables por controversias y flancos abiertos. Para Sheinbaum, la siguiente aduana implica neutralizar al Partido Verde y al PT, dos satélites en abierta resistencia a la Reforma Electoral.
Quinto, la centralización de los programas sociales en los estados. Mientras Luisa María Alcalde desplaza a los operadores territoriales de ‘Andy’, Adán y Monreal en los estados, la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, hace lo propio para tomar el control directo de la entrega de recursos federales. Una jugada estratégica para desplazar a los gobernadores.
La influencia del secretario de Organización de Morena y de los coordinadores de mayoría en el Congreso ahora se limita a seis estados: Tamaulipas, Chiapas, Quintana Roo, Sinaloa, Tabasco y Campeche.
La pregunta de fondo, ¿dónde está ‘Andy’?, ya no sólo es geografía; es política. La combinación de escándalos, ausencias y una ofensiva organizativa ha permitido a Alcalde “vaciar de contenido” el área que antes se atribuía al secretario de Organización.
No hay ruptura formal ni purgas explícitas, pero sí un desplazamiento evidente: la dirigente se colocó como vértice operativo del partido y como intérprete disciplinaria del mensaje presidencial. El costo para Andy, Adán y Monreal es notorio: su margen para imponer tiempos y cuadros se reduce en la medida en que la estructura territorial, la agenda legislativa y los códigos de conducta internos se cierran bajo la conducción de la presidenta Claudia Sheinbaum por interpósita persona de Luisa María Alcalde.