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17 de diciembre 2024

9 de diciembre 2024

¡Que alguien me explique!

Diciembre me gustó pa’ que te vayas…

Como en la canción de José Alfredo Jiménez, “diciembre me gustó paʼ que te vayas”. Y Dante Delgado, el padre de Movimiento Ciudadano, ya le entregó el control del partido a quienes pueden financiarlo con sus chequeras, personales o públicas

Por Ramón Alberto Garza

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Dante Delgado acarició en sus manos la oportunidad de ser el arquitecto de la gran oposición mexicana en el primer cuarto del Siglo XXI. Lo tenía todo. Historia, respeto, liderazgo, estrategia y una férrea voluntad para articular lo que se proponía. Pero dejó escapar su oportunidad.

Desde los inicios del partido Convergencia hasta la metamorfosis hacia Movimiento Ciudadano, el político veracruzano despertó más esperanzas que el PRI, el PAN y el PRD. El Movimiento Naranja, con la experiencia de Dante Delgado y el empuje centennial y millennial de no más de una docena de impetuosos jóvenes, prometía ser una nueva y sólida alternativa democrática para México.

Hay que reconocer que, en su visión, Dante Delgado consiguió aglutinar a esos jóvenes valores como el jalisciense Enrique Alfaro y el neoleonés Samuel García, para aparearlos con imágenes de políticos y políticas experimentados como la priista Ivonne Ortega o la perredista Amalia García.

Pero una serie de traspiés, producto de incompetencias unas y complicidades otras, le dieron al traste a Dante Delgado y a lo que prometía ser una opción ciudadana frente a los monolíticos partidos como Morena y el PAN. Con la súbita conquista del poder en dos estados clave -Nuevo León y Jalisco- Movimiento Ciudadano terminó como acaban todos los partidos políticos que con unos cuantos triunfos se suben en un ladrillo: mareados de poder, corrompidos en sus cúpulas, secuestrados por quienes tienen chequeras y tesorerías, sofocados por pingües negocios y al final del día, vendidos al mejor postor.

Porque hay que reconocer que, hasta el momento en que Movimiento Ciudadano ganó las gubernaturas de Jalisco, primero, y de Nuevo León después, el idealismo y la esperanza de conquistar la Presidencia de México en 2024 iluminaban el sol naranja. Y entonces, ¿qué sucedió?

Dante Delgado entró en confrontación con algunos de sus máximos exponentes naranjas y acabó aliándose con políticos sin escrúpulos que con sus chequeras terminaron secuestrándole su voluntad.

Con Enrique Alfaro se fueron profundizando las distancias. Al ahora ex gobernador de Jalisco nunca le acomodó la frivolidad de las políticas Fosfo Fosfo que eran tan celebradas a nivel nacional desde Nuevo León. Hasta que vino el quiebre y Alfaro se desmarcó, y tomó distancia. Y habiendo entregado la gubernatura al también emecista Pablo Lemus, el ex mandatario Alfaro es hoy por hoy el mejor patrimonio electoral que tienen los naranjas.

Del neoleonés Samuel García qué se puede decir que no haya sido sobradamente debatido y cuestionado. El hombre que con simpatías naturales y una influyente mujer en las redes sociales se hizo de la gubernatura de Nuevo León, acabó por echarlo todo a perder, porque sintió que el mundo le pertenecía cuando todavía no había pagado ni el enganche:

Y Samuel García traicionó sus promesas electorales de buscar un nuevo Pacto Fiscal -que sí lo hizo suyo Alfaro-, dejó de ser oposición para aliarse con Morena, con López Obrador y con Sheinbaum, e incumplió la promesa de no abandonar la gubernatura para irse a buscar la Presidencia de la República. Sólo sus miedos a que le destaparan sus fantasmas del despacho de los tres Samueles lograron abortar esa carrera presidencial que ya estaba en marcha.

Y en el colmo de la ingenuidad -¿o sería acaso de la complicidad?- Dante Delgado no sólo le toleró al gobernador de Nuevo León todos sus caprichos y desaciertos -sin fijar postura sobre ninguno-, sino que en el colmo de la ignominia, el presidente nacional naranja designó a Mariana Rodríguez -la esposa de Samuel García- como “el mejor activo que tiene Movimiento Ciudadano”. No pudo ganar siquiera la última elección para ser alcaldesa de Monterrey.

Pero el poder de la chequera neoleonesa fue suficiente para permitir que Samuel García -luego de su fallida candidatura presidencial- impusiera a su compadre Jorge Álvarez Máynez como el candidato Fosfo Fosfo a la Presidencia. Y ahora, con el mismo poder que le da ser el mayor financiador de Movimiento Ciudadano, coloca a ese joven perdedor como el nuevo presidente naranja, al relevo de un Dante Delgado debilitado política y biológicamente.

Por eso, como en la canción de José Alfredo Jiménez, “diciembre me gustó paʼ que te vayas”. Y el padre de Movimiento Ciudadano ya le entregó el control del partido a quienes pueden financiarlo con sus chequeras, personales o públicas.

Por eso, la capacidad de maniobra de Dante Delgado no sólo acabó limitada o incluso nula, sino secuestrada por aquellos a los que lo hicieron su cómplice. Por eso, su única salida fue aquella amparada con el manto de sus problemas de salud.

En la realidad, hace casi tres años, el naranja perdió el color esperanza para adoptar el color de una farsa.

Triste final para un partido que, como decía Enrique ‘El Perro’ Bermúdez: “la tenía, era suya y la dejó ir”. Triste final de lo que fue una gran carrera política, la de Dante Delgado, el hombre que pudo haber sido y no fue.

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