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26 de junio 2019

Opinión

Del Bravo al Suchiate, nuestro propio Mediterráneo

Yo qué voy a saber

Las historia de Óscar y Valeria, padre e hija salvadoreños ahogados en el Río Bravo nos estremeció a todos. La imagen refleja de la peor forma la crisis humanitaria de los indocumentados, de esos que buscan en nuestro país un refugio a la violencia del suyo. Pero el problema es que México está lejos de poderles ofrecer eso. Por eso, urge una política migratoria que ayude a encontrar una solución… #YoQueVoyaSaber

Por Carolina Hernández

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En septiembre del 2015 esta foto nos estremeció a todos. El pequeño cuerpo de un niño sirio muerto en la playa de Turquía nos mostró de la peor manera el rostro de la crisis humanitaria que se desata con la migración ilegal.

Se llamaba Alan, tenía tres años y era parte de un grupo de casi treinta sirios que intentaba llegar a Grecia.

A cuatro años de esa devastadora escena, aquí estamos, con el Bravo y el Suchiate como nuestro propio Mediterráneo.

El 2015 fue uno de los más cruentos para la historia de los migrantes sirios. Ese año, la Guardia Costera de Turquía rescató a más de 42 mil personas en el Mar Egeo. Otras 2 mil 600 que intentaban cruzar el Mediterráneo se ahogaron. Sus cuerpos terminaron vomitados en las playas.

Hoy México se enfrenta a una crisis a la que ya se le ven los mismos tintes de tragedia.

Por los que cruzan el Suchiate, por que regresan desde el Bravo, pero sobre todo, por los que en ese inter solo encuentran la muerte.

De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, más de 140 migrantes han muerto en México mientras intentaban cruzar hacia Estados Unidos.

Y es que nuestro país es la única ruta que encuentran los miles de centroamericanos que, para huir de la miseria y el horror de sus países, deciden atravesar este país-muro que solo les ofrece un viaje a través de un infierno de violencia, mutilaciones y muerte. Y lo toman, porque eso es mejor que quedarse.

Pero México no está para recibirlos.

Por más que las buenas intenciones nos llenen de esperanza. Por más que su dolor nos conmueva. Por más que luchemos contra nosotros mismos para no ser eso que repudiamos, para no ser el white trash que recibe indocumentados con una escopeta.

Nadie quiere ser eso. Pero México no está preparado para abrirle las puertas a miles de migrantes.

El 22 de mayo el Departamento de Seguridad Nacional reportó que, desde su implementación el 28 de enero, unos 6 mil migrantes fueron retornados a México.

De acuerdo a Univisión, a esos se suman otros miles que aguardan sus citas en la frontera y miles más que se siguen agregando.

Tan solo en Ciudad Juárez, todos los días alrededor de 500 personas son devueltas de Estados Unidos.

En Sonora, los albergues atienden hasta 350 migrantes diariamente.

En Tamaulipas los lugares para recibir a los migrantes simplemente están saturados. Las autoridades aseguran que tienen al menos 4 mil personas en esa situación y pronostican que al menos otros 3 mil estén en camino a sus fronteras para fines de este mes.

Y en Mexicali, de acuerdo con la Oficina de Atención al Migrante de la Secretaría General de Gobierno, de marzo a la fecha retornaron 5 mil 200 migrantes por los cruces fronterizos.

La mayoría están en albergues, pero muchos se quedan en las calles mientras se realiza su proceso de asilo. Que puede tardar en llegar días, meses, quizá años… o tal vez no llegue nunca.

Las escenas de familias enteras durmiendo en el piso de alguna plaza, como campo de exiliados. Sobre cartones, tapados con periódicos. Mendigando siempre algo de comer. Vulnerables y desprotegidos.

De acuerdo con los datos oficiales, entre enero y mayo de 2019 en México se recibieron 24 mil 424 solicitudes de refugio.

Pero seamos claros. México está lejos de ser un refugio para nadie.

No lo es ni para los mexicanos.

El plan para acabar con la oscura noche del neoliberalismo no está siendo amable.

En mayo, el IMSS reportó que la creación de empleos formales se desplomó 88%.

Ese mismo mes, el Sistema Nacional de Seguridad Pública documentó 2 mil 903 asesinatos.

Si lo que buscan los migrantes es empleo y seguridad. Aquí no es, al menos no por el momento.

La crisis migratoria que enfrenta nuestro país es seria y si no buscamos soluciones ahora, vamos a terminar recogiendo cuerpos de niños vomitados por el río.

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