11 de mayo 2023
¡Que alguien me explique!
De Guate-Biden a Guate-Trump
Para todo fin práctico, si las elecciones presidenciales norteamericanas fueran hoy, el presidente Biden recibiría apenas el 38 por ciento de los votos, mientras que Trump ganaría la elección con el 45 por ciento de los sufragios
Por Ramón Alberto Garza
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Se presenta un encuestador ante un ciudadano norteamericano y le pregunta: “¿Qué espera usted de Joe Biden, si se reelige en 2024 como presidente de los Estados Unidos?”. Y la respuesta del encuestado no se hace esperar: “¡Que no se nos muera!”.
Triste, pero ése es el panorama político presidencial en la proclamada nación más poderosa del planeta.
El actual presidente de los Estados Unidos ya anunció que entra a buscar la reelección. Tendrá 82 años el día que -si gana- ocupará por segunda ocasión la oficina Oval de la Casa Blanca. Esa edad está seis años arriba del promedio de vida de un norteamericano. Biden es, de facto, no solo un “ciudadano retirado”, sino un “ciudadano expirado”.
Para colmo, Biden anunció que Kamala Harris, quien viene ejerciendo una mediocre vicepresidencia, volverá a ser su compañera de fórmula. Nada de sangre nueva, nada de relevos generacionales. Pobre el panorama demócrata.
Tan pobre que, en la más reciente encuesta del Washington Post en conjunto con ABC, solo el 32 por ciento de los entrevistados considera que Biden tiene la agudeza mental para ser un presidente efectivo -el 68 no lo cree o lo ignora- y el 33 por ciento opina que su salud es buena para volver a ocupar la Casa Blanca – el 67 no lo cree o no lo sabe-.
Las cifras contrastan con las de un desgastado y apaleado Donald Trump, el todavía hasta hoy puntero de los precandidatos republicanos, a quien el 54 por ciento de los norteamericanos le conceden agudeza mental -22 puntos por encima de Biden- y el 64 por ciento considera que tiene una buena salud para regresar a la Casa Blanca, casi dos a uno superior a la salud de Biden.
Para todo fin práctico, si las elecciones presidenciales norteamericanas fueran hoy, el presidente Biden recibiría apenas el 38 por ciento de los votos, mientras que Trump ganaría la elección con el 45 por ciento de los sufragios.
Los norteamericanos le recriminan a Biden una economía sobreendeudada, con una elevada inflación del 4.9 por ciento y tasas de interés que ya alcanzaron el 5 por ciento.
Al igual que el presidente Andrés Manuel López Obrador, reparte cheques de beneficencia a millones de familias y, por eso -y otros gastos de pandemia- su deuda que continúa en ascenso ya superó el 105 por ciento del Producto Interno Bruto de todo Estados Unidos. Es como si tus deudas ya acumularan más de lo que ganas en todo el año.
En comparación, la deuda total de México es apenas del 56 por ciento del PIB. Es decir, el equivalente a apenas lo que gana un mexicano en seis meses.
Y todavía ayer, el mandatario estadounidense suplicaba en Arizona a los demócratas y a los republicanos que le subieran todavía más el techo de la deuda, para pedir nuevos préstamos.
Si al cuestionado panorama económico que viene heredando Biden se le suman la crisis migratoria y la de las drogas -especialmente la del Fentanilo- ambas en conflicto con México, el panorama para los demócratas luce muy cuesta arriba.
Y a menos que asesten uno o dos fuertes golpes políticos, como el desmantelamiento del cártel de “Los Chapitos” y una sacudida al Cártel Jalisco Nueva Generación, tienen un muy cerrado horizonte de esperanza.
Por eso, a pesar de todo, Trump viene repuntando. Porque el ex mandatario que puso en jaque el sistema democrático norteamericano con aquella incitación al asalto al Capitolio, la mañana del 6 de enero del 2021, es la única alternativa viable que ve el norteamericano promedio frente a las promesas incumplidas de Biden. Prefieren al rudo, vociferante y retador republicano que a quien ven como un decrépito y poco útil demócrata, que en cualquier momento se les va.
Por eso, a pesar de todos los juicios y procesos, desde lo fiscal, lo político y los acosos sexuales, Trump mantiene altas las preferencias. Porque sus rivales más cercanos, como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, están cinco puntos abajo.
Porque los electores sienten que, frente a las amenazas de China sobre Taiwán, Rusia sobre Ucrania o Corea del Norte sobre Corea del Sur, todas con potenciales conflagraciones nucleares, Trump mostraría una mayor contención, un menor titubeo. Exhibe mejores dientes. Desenfrenados, pero al fin dientes.
El gobierno de la Cuarta Transformación, caído de la gracia del gobierno de Biden, debe de estar tomando nota y, más temprano que tarde, comenzarán los forcejeos de republicanos y demócratas para congraciarse con nuestro país, cuya influencia con sus migrantes les representa cerca del 10 por ciento de la votación total. Nada despreciable.
El presidente López Obrador continúa jugando al “Míster Amigo” con un Joe Biden que ya no tolera el doble discurso mexicano. La gota que derramó el vaso fue la declaración mañanera de que en México no se producía Fentanilo.
Faltará ver si el mandatario mexicano vuelve a su viejo romance con Donald Trump -su gemelo autócrata desde la derecha- para convertir de nuevo el Palacio Nacional en comité Republicano de campaña.
Por lo pronto, dadas las actuales condiciones, estamos entre Guate-Biden y Guate-Trump.
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